II. EL UNIVERSO DE LA NUEVA SALUD P�BLICA
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cap�tulo anterior definimos por separado la investigaci�n y la pr�ctica de la salud p�blica. Ello sirvi� simplemente para facilitar el an�lisis. En la realidad, la investigaci�n y la pr�ctica se refieren a un mismo universo, el cual delimita el espacio para integrar las dos caras de la salud p�blica.Tal universo puede concebirse como una matriz tridimensional, la cual se representa gr�ficamente en la figura II.1. En su primera dimensi�n, la matriz contiene las diversas �reas a las que pueden aplicarse los esfuerzos por generar conocimientos y por actuar sobre la realidad. Estas �reas de aplicaci�n pueden ser grupos espec�ficos (por ejemplo, ni�os, mujeres embarazadas, ancianos, migrantes), problemas particulares (por ejemplo, la salud mental o dental) o programas concretos (por ejemplo, salud ambiental y ocupacional, salud internacional). La segunda dimensi�n de la matriz est� representada por los objetos de an�lisis. Refiri�ndonos al tratamiento que se les dio en el cap�tulo I, en cada una de las �reas de aplicaci�n es posible investigar y actuar sobre las condiciones de salud o las respuestas a ellas. La tercera dimensi�n son las disciplinas cient�ficas que convergen en la salud p�blica. As�, el conocimiento de las �reas de aplicaci�n y de los objetos de an�lisis se basa en las ciencias biol�gicas, sociales y de la conducta.
Áreas de aplicación
(Grupos, problemas,
programas)Otras
Salud internacional
Salud ambiental y ocupacional
Salud dental
Salud mental
Gerontología
salud
materno-infantilcondiciones
Objetos de
análisisRespuestas
Ciencias Ciencias Ciencias de
Biológicas Sociales la conducta
Bases científicas
Figura II.1. El universo de la salud p�blica.
El universo de la salud p�blica permite configurar diversas combinaciones de �reas de aplicaci�n, objetos de an�lisis y disciplinas cient�ficas para especificar un programa de investigaci�n o de acci�n. De estas tres dimensiones, son los objetos de an�lisis los que requieren de mayor clarificaci�n, pues de ellos depende la especificidad de la salud p�blica. En efecto, ni las disciplinas cient�ficas ni las �reas de aplicaci�n constituyen patrimonio exclusivo de la salud p�blica. Lo que marca la identidad de la salud p�blica es su enfoque sobre las condiciones y las respuestas desde el nivel de an�lisis poblacional. En el cap�tulo anterior ofrecimos una definici�n general de los dos grandes objetos de estudio. Cada uno de ellos comprende varios fen�menos sustantivos m�s espec�ficos. Ahora pasamos a examinar con detenimiento cu�les son esos fen�menos que integran el universo de la salud p�blica.
LOS FEN�MENOS SUSTANTIVOS DE LA SALUD P�BLICA
Los fen�menos sustantivos conforman la materia de la investigaci�n y la acci�n en salud p�blica. La especificaci�n de estos fen�menos genera el modelo que se muestra en la figura II.2. Ah� se presenta la triada fundamental de los fen�menos de la salud p�blica: a) las necesidades de salud, b) los servicios que satisfacen esas necesidades y c) los recursos que se requieren para producir dichos servicios.
Los tres fen�menos sustantivos representan una forma m�s concreta de expresar los dos objetos de an�lisis. As�, las necesidades permiten estudiar con mayor precisi�n las condiciones de salud. En efecto, siguiendo a Donabedian, las necesidades pueden definirse como aquellas condiciones de salud y enfermedad que requieren de atenci�n.1 En el lenguaje com�n no es raro que se use el termino "necesidad" para referirse a un servicio o a un recurso, como por ejemplo, cuando se dice que una persona "necesita" una consulta o que una comunidad "necesita" un hospital. Este uso es incorrecto. En rigor, el concepto de necesidad debe reservarse para aludir a las condiciones de salud. Al hablar de servicios o recursos es mejor usar el t�rmino requerimientos.2 La distinci�n no es �nicamente sem�ntica. En un sentido general, una necesidad representa una situaci�n que debe ser satisfecha, pues de lo contrario el individuo sufrir� consecuencias negativas. Ni los servicios ni los recursos cumplen con este requisito, pues ambos son medios para satisfacer las necesidades de salud, mas no representan, en s� mismos, una necesidad. El reservar este t�rmino para las condiciones de salud subraya que su mejoramiento constituye el fin de la atenci�n.
Figura II.2. �reas sustantivas de la salud p�blica.
Fuente: Modificado de Donabedian, A. Los espacios de la salud: aspectos fundamentales de la organizaci�n de la atenci�n m�dica. M�xico, D.F.: Fondo de Cultura Econ�mica, 1988: 71-79.
Como puede verse, las necesidades son un subconjunto de las condiciones: aqu�llas que la sociedad ha determinado que requieren de una respuesta en forma de atenci�n. Cualquier proceso vital el nacimiento, el crecimiento, el desarrollo, la reproducci�n, el bienestar, la disfunci�n, el dolor, la enfermedad, la incapacidad o la muerte puede considerarse como una condici�n de salud. De este universo, cada sociedad, en cada momento hist�rico, define un subconjunto para el cual se propone ofrecer atenci�n. Una condici�n objetiva, por ejemplo un s�ntoma o una conducta, puede ser interpretada como un crimen o como un castigo divino mas no como una enfermedad, por lo cual no constituye una necesidad de salud. As� mismo, la sociedad puede carecer de respuestas para esa condici�n, por lo que tampoco se le considera una necesidad. S�lo cuando socialmente se especifica que una condici�n requiere de atenci�n, dicha condici�n se convierte en una necesidad de salud. En consecuencia, el concepto de necesidad se construye socialmente.
Desde luego, la sociedad puede no mostrarse homog�nea a este respecto. Varios grupos pueden diferir en su definici�n de una misma condici�n como necesidad. En particular, no es raro que los prestadores de servicios y la poblaci�n tengan definiciones diferentes sobre las necesidades de salud. Por ejemplo, el riesgo de contraer una enfermedad infecciosa puede ser considerado por los profesionales como una necesidad que requiere de atenci�n preventiva (por ejemplo, vacunaci�n), mientras que la poblaci�n puede no sentir tal necesidad. No revisaremos aqu� el amplio debate sobre el choque potencial entre las necesidades objetivas y las necesidades sentidas.3, 4 Baste se�alar que una de las caracter�sticas de la modernizaci�n es que las interpretaciones cient�ficas y profesionales de la experiencia humana adquieren preeminencia sobre las interpretaciones populares. En consecuencia, las definiciones profesionales de las necesidades de salud tienden a predominar en la sociedad. Idealmente, las sociedades deber�an contar con mecanismos para armonizar las definiciones de los profesionales y de la poblaci�n. Un criterio fundamental para lograrlo es la evidencia cient�fica sobre la importancia de cada condici�n de salud, la eficacia de los servicios para responder y la capacidad de los recursos para producir los servicios a un costo que la sociedad pueda sufragar. Tal evidencia puede servir para educar tanto a la poblaci�n como a los profesionales.5 Sin duda, el grado de convergencia entre las definiciones de ambos grupos constituye un indicador del �xito del sistema de salud.
Aun cuando est� basada en evidencia cient�fica, la definici�n de las necesidades de salud tiene un car�cter normativo, pues delimita cu�les condiciones deber�an recibir una respuesta. Esta posici�n normativa es particularmente prominente en las definiciones profesionales y marca todo un enfoque para la planeaci�n de los servicios y los recursos. Como veremos m�s adelante, la especificaci�n de las necesidades permite determinar qu� servicios deben prestarse para satisfacerlas y qu� recursos deben estar disponibles para producir esos servicios. Como alternativa a este enfoque normativo basado en las necesidades, se ha propuesto un enfoque emp�rico cuya base es la demanda de servicios. En este caso, simplemente se observan los tipos de servicios que la poblaci�n decide consumir y se estiman los recursos requeridos para satisfacer tal demanda.
Existen diferencias filos�ficas, metodol�gicas y pr�cticas muy profundas entre un enfoque basado en necesidades y otro basado en demandas. Nuestra intenci�n no es revisar con detalle esas diferencias ni los argumentos que las sustentan. Lo que deseamos es dejar clara la posici�n que inspira a nuestra concepci�n de la salud p�blica. Aunque hay muchos puntos en los que las necesidades y las demandas coinciden, el hecho es que hay tambi�n muchas divergencias. Como se�alamos antes, puede existir una condici�n grave, para la cual existe una respuesta efectiva, y sin embargo ciertos grupos de la poblaci�n usualmente los menos privilegiados pueden no demandar los servicios respectivos, sea por falta de conocimientos y de recursos propios o por una percepci�n inadecuada sobre la importancia de la condici�n. Ello es particularmente claro en el caso de la prevenci�n de enfermedades, aunque tambi�n se observa en muchos servicios curativos. Un enfoque de planeaci�n basado �nicamente en demandas hace caso omiso de este tipo de condiciones y tiende, por lo tanto, a reproducir el status quo. Eso resulta inadmisible, desde un punto de vista �tico, en sociedades marcadas por insuficiencias y desigualdades. A medida que aumentan los ingresos, el nivel educativo y el acceso a los servicios, tiende a darse una convergencia entre la definici�n normativa de necesidades por parte de los expertos y la demanda efectiva de servicios por parte de la poblaci�n. Pero bajo condiciones de desigualdad social y de barreras al acceso, un enfoque basado en la satisfacci�n de necesidades es la �nica forma de transformar las condiciones de salud para lograr una mayor equidad.
Lo anterior implica que el concepto de condiciones de salud es neutral, mientras que el de necesidades implica una serie de valores y de pol�ticas sociales. En este sentido, el concepto de necesidades empieza a incluir ya algo de la respuesta social organizada, pues la primera respuesta de la sociedad es, precisamente, seleccionar cu�les entre los diversos procesos de salud y enfermedad ser�n considerados necesidades. Por ello, la noci�n de necesidad de salud sirve para tender un puente conceptual entre las condiciones y las respuestas. A su vez, los servicios y los recursos dan cuerpo concreto a dicha respuesta.
Relaciones entre necesidades, servicios y recursos
La figura II.2 muestra que la direcci�n de las relaciones entre estos tres fen�menos depende de la fase del ciclo de planeaci�n que se est� considerando. En las fases iniciales se parte del objetivo de satisfacer ciertas necesidades, de acuerdo a las definiciones de los profesionales o de la poblaci�n. Como apuntamos antes, la especificaci�n de las necesidades de salud sirve, entonces, para establecer las metas de producci�n de servicios. A su vez, estas metas sirven para estimar los requerimientos de recursos humanos, materiales y financieros. En la fase de evaluaci�n, la direcci�n de estas relaciones se invierte. Generalmente se parte de los recursos disponibles para evaluar cu�ntos servicios se han producido y, a su vez, cu�ntas necesidades han sido satisfechas por tales servicios.
Una de las contribuciones fundamentales de Donabedian a la comprensi�n de los sistemas de salud fue postular que las relaciones entre necesidades, servicios y recursos est�n mediadas por una serie de factores, los cuales permiten establecer equivalencias entre los tres fen�menos.6 Basada en la obra de este gran pensador la figura II.2 presenta dichos factores. Cada uno de ellos constituye un elemento de gran importancia para la salud de la poblaci�n y la operaci�n del sistema de atenci�n. En esta introducci�n al tema no es posible explicarlos en detalle. Conviene, sin embargo, definirlos aunque sea someramente.7
La productividad de los recursos determina su capacidad de producir servicios. La productividad es simplemente la relaci�n entre insumos y productos, expresada en unidades f�sicas (por ejemplo, n�mero de consultas por m�dico o n�mero de egresos por cama de hospital). Dada la naturaleza de los servicios, la productividad es una condici�n necesaria mas no suficiente para que exista producci�n. A diferencia de los bienes materiales, los servicios no pueden almacenarse una vez producidos. En el caso de los servicios, el momento de la producci�n y el momento del consumo son simult�neos.
Por esta raz�n, el sistema de atenci�n a la salud s�lo puede entenderse dentro de un marco de relaciones entre los prestadores y los usuarios, como veremos m�s adelante. Dichas relaciones se expresan principalmente en la producci�n/consumo de servicios. Dentro de esta relaci�n, la productividad es un atributo de los recursos, entre los cuales los m�s importantes son los recursos humanos, o sea, los prestadores de servicios. Diversas caracter�sticas de los recursos (por ejemplo, la edad, el nivel educativo, la presencia de recursos materiales y las formas de organizaci�n) determinan su productividad, es decir, su capacidad potencial de producir servicios. A fin de que esa capacidad se traduzca en utilizaci�n, es necesario que los recursos sean accesibles a la poblaci�n para que as� pueda darse el encuentro entre producci�n y consumo.
Por lo anterior, la figura II.2 muestra que entre la capacidad potencial de producir servicios y la utilizaci�n real de dichos servicios interviene la accesibilidad. �sta representa algo m�s que la mera disponibilidad o presencia f�sica de un recurso. Donabedian8 concibe la accesibilidad como el "grado de ajuste" entre las caracter�sticas de la poblaci�n y las de los recursos, en el proceso de b�squeda y obtenci�n de la atenci�n a la salud.9
Existen cuatro formas fundamentales de accesibilidad. La primera es la geogr�fica, la cual se refiere al grado de ajuste entre la distribuci�n espacial de la poblaci�n y la de los recursos. Para que �stos sean accesibles, deben localizarse cerca de donde la poblaci�n vive. La segunda forma es la accesibilidad financiera, es decir, el grado en que los ingresos de los usuarios potenciales alcanzan para pagar el precio de los servicios. El costo a la poblaci�n incluye no s�lo el precio monetario directo, sino tambi�n el costo del transporte y el valor del tiempo utilizado en buscar y obtener atenci�n. La tercera forma es la accesibilidad organizativa, la cual abarca los obst�culos a la utilizaci�n que se generan en los modos de organizaci�n de los recursos, por ejemplo, las demoras para obtener una cita o los horarios restringidos que no corresponden al tiempo libre de la poblaci�n. Finalmente, se encuentra la accesibilidad cultural, que se refiere a la distancia entre los prestadores y los usuarios potenciales en aspectos tan cruciales como el idioma o las creencias sobre la salud.
Como puede verse, la accesibilidad implica una relaci�n funcional entre la poblaci�n y los recursos (incluyendo las instalaciones y los prestadores de servicios), la cual refleja la existencia diferencial ya sea de obst�culos, impedimentos y dificultades, o bien de factores facilitadores para los beneficiarios potenciales de la atenci�n.10 La distribuci�n de estos obst�culos y facilitadores suele ser muy desigual, de tal suerte que los grupos m�s pobres de la poblaci�n enfrentan las mayores barreras geogr�ficas, financieras, organizacionales y culturales, a pesar de ser los que tienen mayores necesidades de salud. Esta relaci�n negativa entre necesidad y acceso se presenta en tantos pa�ses que Hart habla de una "ley inversa de la atenci�n".11 El gran reto de la equidad consiste en revertir esta situaci�n, como veremos en seguida.
Una vez que se ha dado la utilizaci�n de servicios, es fundamental conocer su efecto sobre la satisfacci�n de las necesidades de salud. Desgraciadamente, la mayor parte de las evaluaciones se limitan a medir la producci�n de servicios, pero no dan el paso de medir el impacto sobre las necesidades. Dicho impacto depende de tres factores mediadores: a) la equidad en la utilizaci�n de servicios, b) la adecuaci�n y eficacia de la tecnolog�a empleada y c) la calidad de la atenci�n. Estos son tres de los temas centrales de nuestro tiempo.
Existen dos posibles definiciones de equidad. Seg�n la primera, un sistema de salud es equitativo cuando los recursos para la atenci�n se distribuyen en forma proporcional a la contribuci�n de cada quien. La segunda definici�n, m�s amplia, considera la equidad como la distribuci�n de servicios en forma proporcional a las necesidades de salud, independientemente de la contribuci�n previa de la persona.
La primera definici�n forma la fundamentaci�n de los seguros sociales. Sin negar la justicia que pueda asistir a esta posici�n, lo cierto es que encierra muchas limitaciones cuando existen grandes desigualdades sociales y la cobertura de los seguros no abarca a toda la poblaci�n. Como veremos en el cap�tulo IV, la salud no puede ser vista como un elemento m�s del mercado al cual se accede en funci�n del ingreso o la contribuci�n previa. Por el contrario, la atenci�n de la salud constituye, junto con la educaci�n, el ingrediente fundamental para que cada generaci�n ingrese a la vida social en igualdad de oportunidades. De entrada, las necesidades de salud se encuentran desigualmente distribuidas, pues son los grupos m�s despose�dos quienes suelen tener mayores necesidades. El. sistema de salud tiene entonces el objetivo primordial de corregir esta distribuci�n desigual. La �nica forma de lograrlo es distribuyendo los servicios en forma proporcional a las necesidades. Eso es, precisamente, lo que constituye la definici�n amplia de equidad. Un sistema equitativo tendr� mayor impacto agregado sobre la satisfacci�n de las necesidades, pues permitir� concentrar la atenci�n en los grupos con mayor potencial de beneficiarse de los servicios.12
A diferencia de la equidad, que se refiere al efecto agregado de los servicios sobre las necesidades, la tecnolog�a y la calidad son factores mediadores que act�an en cada instancia espec�fica en que se presta un servicio de salud. Ambos conceptos est�n �ntimamente interrelacionados. En un sentido general la tecnolog�a puede definirse como conocimiento aplicado.13 As� pues, incluye no s�lo los aparatos, dispositivos y medicamentos, sino tambi�n la tecnolog�a de informaci�n y de organizaci�n. Esta visi�n amplia es la raz�n por la cual la tecnolog�a no se presenta como parte de los recursos materiales en el modelo de la figura II.2. Lo que interesa es el contenido tecnol�gico de los servicios, como factor determinante de su efecto en la satisfacci�n de necesidades de salud. A este respecto, la tecnolog�a establece el l�mite de lo que el conocimiento permite alcanzar en el tratamiento de una enfermedad o la satisfacci�n de alguna otra necesidad de salud. Existe una "frontera tecnol�gica", que es el mejoramiento de la salud que podr�a lograrse si la tecnolog�a disponible se aplicara sin restricciones.14
Dentro de los l�mites de dicha frontera, la calidad se refiere al grado en que las posibilidades de mejoramiento en la salud de hecho se logran en una instancia espec�fica de atenci�n. En efecto, Donabedian define la calidad como "la mejor�a esperada en el nivel de salud que es atribuible a la atenci�n".15Aqu� es importante hacer una aclaraci�n. Como veremos m�s adelante, la salud tiene muchos determinantes adem�s de los servicios. La calidad de los servicios se refiere �nicamente a la mejor�a que puede atribuirse a los servicios y no a los otros determinantes. Esa mejor�a tiene, como l�mite superior, lo que el conocimiento cient�fico y su traducci�n en tecnolog�a hacen alcanzable en un momento hist�rico dado. Cuando la tecnolog�a disponible es incapaz de satisfacer una necesidad de salud, no es un problema de limitaciones en la calidad, sino en el conocimiento; por lo tanto, debe ser resuelto mediante mayor investigaci�n y desarrollo tecnol�gico. Pero cuando los resultados alcanzados son inferiores a lo que la tecnolog�a hace posible, entonces s� se trata de un defecto de calidad. Por ejemplo, si una persona muere de un padecimiento que es prevenible o curable con la tecnolog�a disponible, podemos afirmar que la calidad fue deficiente. En los t�rminos de Williamson, la calidad puede concebirse como la diferencia entre lo alcanzable y lo alcanzado.16
Por razones de simplificaci�n hemos analizado s�lo el lado t�cnico de la calidad. De hecho, Donabedian ha demostrado que la calidad de la atenci�n incluye, adem�s de esos aspectos t�cnicos, una dimensi�n interpersonal.17El manejo de la relaci�n entre el prestador de servicios y el usuario constituye un componente esencial de la calidad. Su reflejo m�s importante es la satisfacci�n del usuario. Adem�s de su valor intr�nseco, la satisfacci�n afecta la efectividad de los aspectos t�cnicos de la atenci�n. Constituye, as�, un elemento m�s para lograr que los servicios resuelvan las necesidades de salud.
Las relaciones entre necesidades, servicios y recursos no ocurren en un vac�o. En primer lugar, hay todo un sistema de informaci�n e investigaci�n sobre los tres fen�menos sustantivos y los factores mediadores. Dicho sistema es, en s� mismo, parte de la respuesta social organizada. De hecho, se le podr�a considerar como uno m�s de los recursos. Sin embargo, preferimos mostrarlo como un proceso que envuelve a las necesidades, los servicios y los recursos, dado que la informaci�n y la investigaci�n se refieren a todos ellos.
A su vez, los fen�menos anteriores ocurren en el contexto de un conjunto de pol�ticas p�blicas, las cuales pueden ser expl�citas, tal como se manifiestan en documentos oficiales, o impl�citas, tal como se revelan en las pr�cticas reales. Las pol�ticas permean todo el sistema de salud. En primer lugar, existen pol�ticas para definir cu�les condiciones de salud ser�n consideradas como necesidades a ser atendidas leg�timamente por el sistema de salud. Tambi�n hay pol�ticas para fijar las normas de producci�n de servicios, incluyendo su contenido tecnol�gico, su nivel de calidad y las reglas de acceso que determinan el grado de equidad. Finalmente, existen pol�ticas que gu�an la movilizaci�n de recursos financieros, la formaci�n de recursos humanos y el desarrollo de recursos materiales (incluyendo la infraestructura f�sica). En todo los casos, el Estado con el mayor o menor concurso de la sociedad civil, seg�n sea el nivel de democracia establece prioridades entre los distintos tipos de necesidades, servicios y recursos. De la forma en que tales prioridades se fijan depende, en gran medida, la configuraci�n y la efectividad del sistema de salud.
A partir del modelo general presentado en la figura II.2 puede derivarse, como se muestra en la figura II.3, una clasificaci�n m�s detallada de los fen�menos sustantivos de la salud p�blica. Como se sugiri� antes, nuestro concepto amplio de necesidades de salud no se limita a los fen�menos convencionales de los da�os a la salud, esto es, la enfermedad, la discapacidad y la muerte. La salud y la enfermedad no son fen�menos dicot�micos, sino que forman un continuo. Por ello, un grupo muy importante de necesidades son los riesgos a la salud, definidos como la probabilidad de sufrir un da�o. Al analizar los determinantes de la salud en el siguiente cap�tulo se explicar�n con mayor detalle los distintos tipos de riesgos a la salud. Las necesidades tambi�n incluyen la salud positiva, la cual es algo m�s que la ausencia de enfermedad pues abarca el bienestar, el desarrollo biops�quico y algunas condiciones que, sin ser enfermedades, requieren de atenci�n (por ejemplo, el embarazo).
En t�rminos de clasificaci�n de la investigaci�n en salud que propusimos en el cap�tulo I, las necesidades de salud en las poblaciones constituyen la materia de la investigaci�n epidemiol�gica. El resto de las �reas sustantivas enlistadas en la figura II.3 (es decir, desde los factores mediadores entre necesidades y servicios hasta las pol�ticas de salud) constituyen los objetos de estudio de la investigaci�n en sistemas de salud.
A. Necesidades de salud
1.- Salud positiva
a.- Bienestar
b.- Procesos de desarrollo biopsíquico
c.- Condiciones no mórbidas que requieren atencion (p.e. embarazo)2.- Riesgos de salud
a.- Riesgos biológicos
b.- Riesgos ambientales
c.- Riesgos ocupacionales
d.- Riesgos sociales
e.- Riesgos conductuales3.- Daños a la salud
a.- Enfermedad
b.- Incapacidad física y mental
c.- MuerteB.- Factores mediadores entre necesidades y servicios
1.- Equidad
2.- Tecnología de la salud
3.- Calidad de la atenciónC.- Servicios de salud
1.- Factores determinantes de la utilización de los servicios
2.- Tipos de serviciosa.- Servicios no personales de salud
i. Ambientales
b.- Servicios personales de salud
i. Preventivos
ii. Diagnósticos
iii. Curativos
iv. Paliativos
v. De rehabilitación
vi. De asistencia socialD.- Factores mediadores entre servicios y recursos
1.- Productividad
2.- AccesibilidadE.- Recursos para la salud
1.- Factores determinantes de la disponibilidad de recursos
2.- Modelos de organización de recursos
3.- Sistemas de programación y administración de recursos
4.- Movilización, formación y desarrollo de recursos
5.- Tipos de recursosa.- Humanos
b.- Materiales
c.- FinancierosF.- Información e investigación en salud
H.- Políticas de salud
1.- Políticas de definición de necesidades
2.- Políticas de producción de servicios
3.- Políticas de movilización, formación, desarrollo y uso de recursos
Figura II.3. Clasificaci�n de los fen�menos de la salud p�blica.
El marco conceptual presentado en el diagrama de la figura II.2 y en el listado de la figura II.3 ofrece una visi�n general sobre el universo sustantivo de la salud p�blica. Es necesario, ahora, examinar en mayor detalle los aspectos din�micos que rigen las condiciones y las respuestas de salud. A ello se dedican los siguientes dos cap�tulos.