VII. EL VIDRIADO EN CER�MICA

�M�XICO LINDO Y QUERIDO...!

LOS mariachis, la comida, las playas, los bosques, las ciudades, el clima y las artesan�as. Paisajes y tradiciones que pasan de padres a hijos, generaci�n tras generaci�n, formando el maravilloso pa�s que somos. Por mucho que se abran las fronteras siempre habr� cosas que no cambiar�n, que no se perder�n con la mezcla de culturas, como las artesan�as y, dentro de ellas, los objetos de cer�mica vidriados. Es justo en este punto donde, para M�xico, el vidrio y el vidriado ocupan un lugar fundamental, �nico en el mundo, gracias al cual puede ganar cualquier competencia de mercado. Los vidriados en cer�mica son de vidrio verdadero, pero su funci�n es bastante especializada porque tiene que pegarse sobre la superficie de la cer�mica, y por lo tanto su composici�n debe adaptarse. Para realizar esta labor es necesario emplear gran cantidad de qu�mica. De ah� nuestro inter�s en ella. El vidriado es un material muy utilizado en las artesan�as mexicanas y adem�s est� plagado de ciencia. �Qu� m�s podr�amos pedirle a un libro que quiere difundir la qu�mica de los vidrios, escrito para una colecci�n encargada de divulgar la ciencia desde M�xico? Dediqu�mosle entonces tiempo y espacio al vidriado. Empecemos por conocer su historia y su qu�mica, para despu�s adentramos en su papel dentro de la cer�mica mexicana y problemas a los que se enfrenta.

El vidriado est� hecho de aut�ntico vidrio, y puede utilizarse como pintura o como barniz en la cer�mica, para lo cual tiene que formar sobre �sta una pel�cula adherente fina. Hablar de �l sin saber qu�mica parece sencillo, pero para realizar un buen trabajo es necesario el conocimiento b�sico de la materia. Al tratar de describir lo que realmente sucede en la formaci�n de vidriados tenemos que hablar de �tomos, mol�culas, reacciones qu�micas, y de otras cosas que no son visibles en el objeto cer�mico terminado y que quedan para el ceramista como algo m�gico e inexplicable. El vidriado en la cer�mica es una artesan�a m�s que una ciencia, y el valor del objeto reside m�s en la calidad del trabajo que en los procedimientos empleados. El grado de profundidad que el artesano alcanza en los misterios de la realizaci�n depende de su inter�s por saber, mientras que la calidad de sus productos est� en funci�n de su habilidad.

La diferencia fundamental entre un vidrio y un vidriado es que el vidrio, que ha de convertirse en botellas y ventanas, debe tener una viscosidad peque�a, y por lo tanto correr f�cilmente cuando est� fundido. En cambio, en los vidriados para cer�mica el vidrio debe ser muy viscoso para que pueda adherirse a la superficie de la cer�mica y no se escurra durante la cocci�n. Esta viscosidad se logra a�adiendo al�mina a la mezcla. Aunque es posible hacer vidriados de cer�mica a partir de vidrio bajo en al�mina, y de hecho algunos colores especiales s�lo se logran en su ausencia, lo m�s com�n es que s� la tengan dentro de su composici�n.

Los vidriados, como los vidrios, son predominantemente de s�lice. Los otros materiales se a�aden para hacerlo fundir a la temperatura deseada y darle la textura y los colores esperados. El arte y la ciencia del vidriado, que puede definirse como una capa v�trea fundida sobre una pasta de cer�mica, a la que le da tersura, impermeabilidad, color y cierta urdimbre, implican la selecci�n y aplicaci�n adecuada de los materiales.

El vidriado sobre cer�mica se hace desde el a�o 5000 a.C. Los egipcios fueron los primeros en realizar este trabajo, para lo cual utilizaron compuestos de sosa, que se encuentran en grandes cantidades en las zonas des�rticas del Cercano Oriente. Las cuentas de turquesa, los ornamentos y las peque�as esculturas de pasta egipcia son probablemente los primeros objetos vidriados que se lograron mezclando la arcilla con sales solubles de sodio depositadas en la superficie durante el secado, las cuales forman el vidriado cuando se cuecen. Como no es improbable que las arcillas del desierto tuvieran algo de carbonato s�dico como impurezas, la idea de que los primeros vidriados se hicieran accidentalmente no suena tan disparatada. La observaci�n de este fen�meno y su empleo en la elaboraci�n de obras de arte y de utilidad es un buen ejemplo de la forma en que el hombre ha progresado en sus t�cnicas. Se descubri� que al a�adir a la mezcla minerales con cobre, resultaban vidriados de azul brillante y turquesa, cuyo color vibrante es irresistiblemente bello. Un gran perfeccionamiento posterior de la pasta egipcia hizo posible la aplicaci�n de los materiales del vidriado sobre la superficie de la cer�mica, controlando as� el espesor y el color.

Los vidriados altamente alcalinos de los egipcios tienen sus inconvenientes. Son dif�ciles de aplicar, tienden a agrietarse, pelarse o desprenderse de la cer�mica despu�s de la cocci�n, adem�s de que pueden solubilizarse si se usan para cocinar. Muchos de estos bretes se superaron incluyendo al plomo como material del vidriado. Esta importante evoluci�n se produjo probablemente en la antigua Siria o Babilonia. Los sirios y babilonios aprendieron a hacer vidriados de plomo coloreados, mezclando con su materia prima �xido de cobre, hierro y manganeso. El conocimiento de esta artesan�a se extendi� a China, en donde aparecen las primeras piezas en el a�o 500 a.C. Despu�s, los chinos perfeccionaron el horno de cocci�n, en el cual alcanzaron temperaturas m�s altas (1 220�C) de las que hab�an logrado los egipcios (1 050�C). Con esto desapareci� la tendencia a agrietarse en los objetos cer�micos, que era uno de los grandes problemas. Empleando una temperatura de cocci�n suficientemente alta se puede hacer un vidriado duradero y satisfactorio. Algunas de las cer�micas primitivas chinas vidriadas con plomo se han vuelto iridiscentes como resultado de la descomposici�n del vidriado y actualmente presentan un aspecto distinto al original.

Los compuestos de plomo son comunes en la naturaleza en forma de sulfuro o galena, por lo que no represent� ning�n problema utilizarlo como materia prima. El vidriado de plomo no s�lo es m�s sencillo de aplicar y m�s duradero, tambi�n es mucho m�s bello y se puede hacer con pocos materiales. Los alfareros medievales de Europa simplemente espolvoreaban galena sobre los cacharros h�medos, logrando as� una capa de plomo para formar un vidriado sobre la pieza cocida. Si mezclamos dos partes de �xido de plomo con una parte de arena pulverizada y una de arcilla, cuyos componentes met�licos le dar�n cierto color, f�cilmente conseguiremos un vidriado. Una arcilla rica en hierro generar� piezas de color marr�n o �mbar, de apariencia similar a la cer�mica r�stica com�n en las culturas mesoamericanas (figura 67).

Figura 66. M�scara de jade con ojos de obsidiana (Palenque).

Figura 67. Vasija precolombina de barro cocido (M�xico occidental). Vidriado rojizo.

FORMACI�N DEL VIDRIADO

Hacer un vidriado sobre cer�mica es relativamente sencillo. Las materias primas que se utilizan son polvos muy finos mezclados con agua para formar una pasta, que al aplicarla sobre la superficie de la cer�mica forma una capa delgada y uniforme. Cuando la cer�mica se cuece al rojo vivo o m�s comienzan a producirse cambios y se forma el vidriado. Cualquier material vol�til se desorbe y s�lo quedan los �xidos, que comenzar�n a reaccionar qu�micamente conforme se eleve la temperatura. La fusi�n se produce gradualmente con el tratamiento t�rmico. Al principio ser� una reacci�n entre dos reactivos, a la que despu�s se van incorporando los dem�s �xidos hasta que todos se funden y pierden su identidad para dar un producto final, que cuando se enfr�a es una masa s�lida de vidrio que recubre la cer�mica.

El vidriado es una mezcla compleja de los distintos �xidos, m�s que un compuesto qu�mico de composici�n definida. Cuando los vidriados se funden sobre pastas de arcilla hay siempre una reacci�n entre los dos, especialmente en la cer�mica, donde se forma cierta cantidad de vidrio cuando se acerca al punto de vitrificaci�n en el horno. El vidriado fluido que se le aplica encima puede reaccionar con el que se forma en la arcilla. Entre ambos se produce una zona intermedia llamada interfaz. La reacci�n que se lleva a cabo en esta zona sirve para que el vidriado se adhiera firmemente a la pasta de la arcilla. En la porcelana (figura 68) es dif�cil establecer el l�mite en que termina la arcilla y comienza el vidriado, porque en este caso son muy parecidos. La cer�mica de bajo fuego no alcanza temperaturas muy altas y no se produce la formaci�n del vidrio en la arcilla, por lo que hay poca reacci�n con el vidriado, lo que se traduce en la dificultad de acoplarse.


Figura 68. Pieza vidriada de porcelana.


El primer cambio efectivo durante la cocci�n es la volatilizaci�n del carbono y el azufre. A la temperatura del rojo vivo, el carbonato c�lcico (CaCO3) se convierte en �xido de calcio (CaO). Despu�s de que se ha alcanzado esta temperatura los vidriados comienzan a sinterizarse, esto es, se aglomeran sobre la cer�mica para formar un recubrimiento tenaz. La sinterizaci�n es provocada por el comienzo de la fusi�n de algunos de los ingredientes del vidrio. En las primeras etapas de la fusi�n el vidriado se hace muy rugoso y puede agrietarse, como el barro al secarse. A medida que avanza la fusi�n y el vidriado se hace m�s l�quido, se posar� en una capa lisa sobre la cer�mica. Durante la fusi�n, la mayor�a de los vidriados pasan a trav�s de una etapa de ebullici�n, borboteando como lo har�a el agua y formando grandes ampollas que se levantan y rompen como burbujas de chicle bomba. Normalmente estas ampollas aparecen cuando la fusi�n es completa. El desarrollo de peque�as burbujas en el vidriado fundido ayuda a mezclarlo. Si el burbujeo sigue cuando empieza el enfriamiento, se pueden generar defectos.

Cuando el vidriado est� fundido y pr�ximo a su temperatura de maduraci�n es un l�quido viscoso extendido lisamente sobre la superficie de la cer�mica. Es espeso y pegajoso, muy parecido a la miel o melaza. Cuando la temperatura comienza a bajar, los vidriados se enfr�an y se solidifican gradualmente.


LA COMPOSICI�N DEL VIDRIADO

La mayor�a de los materiales para el vidriado se derivan de rocas y minerales comunes que se obtienen f�cilmente de la naturaleza. Dentro de los materiales, s�lo los compuestos de plomo y bario son t�xicos. Algunos son c�usticos, por lo que se debe evitar el contacto prolongado con la piel. Tambi�n es importante no respirar el polvo de s�lice, porque puede causar silicosis, una enfermedad de los pulmones. Los materiales para el vidriado no se deterioran ni en estado bruto ni cuando se mezclan y pueden guardarse indefinidamente.

Gran parte de los materiales terrestres, incluidos aquellos que utilizamos para los vidriados, se encuentran en forma de �xidos. Un �xido puede definirse como la combinaci�n qu�mica de cualquier elemento con ox�geno, el cual es muy abundante en nuestro planeta. En el curso del tiempo geol�gico la mayor�a de los elementos de la corteza terrestre han entrado en combinaci�n con �l a trav�s de reacciones de oxidaci�n, fen�meno bastante conocido en metales como el hierro. Todos sabemos que una pieza de hierro se oxidar� si la dejamos a la intemperie, y posiblemente todos seamos capaces de reconocer la herrumbre.

Como ocurre con muchas otras reacciones qu�micas, la oxidaci�n se facilita con el calor. Cuando la corteza de la Tierra estaba a�n caliente, la oxidaci�n de los elementos que la compon�an fue m�s r�pida y completa, por lo cual casi todos los materiales que nos encontramos en forma natural son �xidos.

El estudio y control del vidriado es mucho m�s sencillo y comprensible si se le considera en su estado final. Despu�s de calentarse y fundirse el vidriado queda formado por elementos en forma de �xidos. No olvidemos que los �xidos en un vidriado cocido son diferentes de las materias primas que combinamos, porque por acci�n del calor ocurren reacciones, y durante la cocci�n algunos constituyentes se volatilizan con mayor facilidad que otros, cambiando con esto la composici�n final.

Los �xidos que intervienen en el vidriado son de sodio, bario, litio, estroncio, antimonio, boro, cinc y plomo, adem�s de al�mina, titania y s�lice. Cada uno tiene su contribuci�n particular. El calcio y el estroncio, as� como el sodio y el potasio, bajan la temperatura de fusi�n de la mezcla. La s�lice es, con mucho, la m�s importante de la lista. Si pensamos que alrededor de 60% de la corteza terrestre es de s�lice, nos podremos dar una idea de la durabilidad y resistencia al cambio qu�mico de este �xido, propiedades muy deseables para los vidriados. Adem�s, la s�lice tiene un bajo coeficiente de dilataci�n, como vimos en cap�tulos anteriores, lo cual ayuda a evitar defectos en el vidriado. Por todo esto es el material principal del vidriado. Los otros reactivos son modificadores, que cumplen la funci�n de ayudar a la s�lice a fundirse a una temperatura inferior a la que requerir�a si estuviera sola. La al�mina le da viscosidad, evitando que el vidriado fundido corra hacia abajo de las paredes de los cacharros. Se utiliza en cantidades peque�as, y principalmente contribuye a mejorar las propiedades para trabajarlo. Es refractaria, provee viscosidad adicional, evita la cristalizaci�n y ayuda a tener m�s dureza, durabilidad y resistencia.

Algunas de las materias primas m�s importantes empleadas en el vidriado son:

Pedernal, compuesto de s�lice, clasificado como una variedad de cuarzo. Se muele hasta obtener un polvo fino, insoluble y qu�micamente inerte.

Arcilla, es la fuente de s�lice y al�mina. Act�a como suspensivo en el ba�o del vidriado.

Feldespato, que proporciona el material fundente. Est� formado por una parte alcalina de sodio, potasio o calcio, y por al�mina m�s s�lice.

Dolomita, mineral natural que contiene carbonatos de calcio y magnesio en proporciones equivalentes.

Colemanita, mineral natural que contiene calcio y boro insolubles. Es el unificante de �xido b�rico en forma insoluble. Cuando se utiliza como principal fundente le da al vidriado una textura rota, moteada, brillante y con mucho colorido.

Ceniza de huesos, compuesta principalmente por fosfato y carbonato de calcio. Es un opacificante y una fuente de calcio. Los vidriados de la cer�mica china Chun de la dinast�a Sung contienen adem�s f�sforo y su opalescencia se debe precisamente a la presencia de ceniza de huesos durante la fusi�n.

Criolita, formada por fluoruro de aluminio y sodio. Proporciona sodio de manera natural, pero puede causar dificultades si se emplea en exceso porque provoca una porosidad capilar que pica al vidriado.

B�rax, material soluble que facilita la fusi�n porque baja el punto de fusi�n y hace m�s fluida la mezcla.

La gran variedad de vidriados y la diversidad de las temperaturas a las cuales se funden se logra mezclando estos materiales en diferentes proporciones. Cada uno tiene su funci�n particular. El �xido de sodio es muy activo qu�micamente y act�a como fundente en los vidriados. Es muy �til a partir de la zona m�s baja de temperaturas, y le da m�s fuerza y brillantez a los colores que producen los �xidos met�licos colorantes. La desventaja es su alto coeficiente de dilataci�n, que hace que los vidriados altos en �xido de sodio se agrieten sobre la mayor�a de las pastas cer�micas; adem�s, son blandos y desgastables. Lo mismo ocurre con el �xido de potasio. El calcio, el litio, el estroncio, el antimonio, el cinc y el bario act�an como fundentes de manera muy similar; el �xido de boro forma boratos que producen la dilataci�n del vidriado, ayudando a la correcci�n de agrietamientos. El �xido de plomo es el fundente m�s importante de todos.

EL �XIDO DE PLOMO

La mayor�a de los vidriados de todo el mundo contienen plomo como principal reactivo fundente. Es el m�s �til y confiable en las zonas de temperaturas altas y medianas. Tiene un coeficiente de dilataci�n bastante bajo que hace que los vidriados de plomo se acoplen f�cilmente a la mayor�a de las pastas cer�micas sin presentar agrietamientos. Es valioso por su fiabilidad, porque funde gradual y suavemente, produciendo art�culos libres de imperfecciones y con colores vivos, brillantes y profundos. Por encima de 1 200�C se volatiliza.

Como nada es perfecto en esta vida, el �xido de plomo tiene la enorme desventaja de ser venenoso. El envenenamiento por plomo se debe a que se introducen y acumulan en el cuerpo compuestos que lo contienen. Si se ingieren peque�as cantidades por tiempo prolongado pueden alcanzarse niveles cr�ticos, y una vez que se mete al cuerpo humano es muy dif�cil sacarlo. En Inglaterra, durante el siglo pasado, se presentaron tantos casos de trabajadores de la cer�mica propensos al envenenamiento por trabajar con vidriados de plomo, que se establecieron normas prohibiendo el uso de estos compuestos. La intoxicaci�n por plomo es una cuesti�n seria y debe tenerse mucho cuidado cuando se trabaja con vidriados y tomar las precauciones esenciales para evitar el problema.

Otro aspecto de este problema es que algunos vidriados de plomo, despu�s de cocidos sobre la cer�mica, son solubles en �cidos d�biles. En consecuencia pueden disolverse cantidades apreciables de plomo en alimentos como jugos de frutas o vinagre. Pero esto no ocurre en todos los vidriados. De hecho, s�lo sucede con los que se han trabajado inadecuadamente. Los �nicos vidriados de plomo que son peligrosos para la salud son aquellos que contienen un exceso de plomo en relaci�n con la s�lice y los otros �xidos, y que adem�s han sido cocidos a temperaturas bajas. Todos los dem�s son insolubles en �cidos d�biles.

De esta forma tenemos dos problemas distintos: uno es la contaminaci�n de las personas que trabajan con el material y el otro es con las personas que lo consumen. El alfarero puede controlar los niveles de contaminaci�n tomando las precauciones necesarias. Desgraciadamente, el consumidor no puede apreciar a simple vista si una vasija es potencialmente peligrosa, lo que ha causado un recelo comprensible en los compradores de cer�mica. Esto es lamentable porque la inmensa mayor�a de los vidriados de cer�mica, incluyendo los de plomo, son perfectamente seguros. El gobierno mexicano ha decidido que el plomo no puede utilizarse m�s en objetos artesanales destinados al consumo de alimentos, lo cual representa un problema porque los alfareros mexicanos han utilizado el plomo desde hace muchas generaciones, y no parece sencillo encontrar un fundente alternativo con estas caracter�sticas.

EL PUNTO DE FUSI�N DEL VIDRIADO

Un mismo vidriado no puede servir para todas las cer�micas. Es indispensable tener una gran variedad de composiciones, porque la cer�mica se cuece en una amplia gama de temperaturas. Un mismo vidriado no es satisfactorio para todas las temperaturas, ya que uno que funde a bajas temperaturas se volatiza o fluye y se separa de las vasijas a altas temperaturas. Otra raz�n para las numerosas composiciones es la demanda de diferentes cualidades en la superficie. Los vidriados pueden ser vivos o apagados, opacos o transparentes, brillantes, mates, gruesos o delgados, dependiendo de la f�rmula.

En la formaci�n de los vidriados se mezclan dos o m�s �xidos; su punto de fusi�n es importante en el momento de trabajarlos. Cuando dos �xidos se mezclan, su punto de fusi�n es considerablemente menor que el de los �xidos individuales. La proporci�n de los �xidos a la que el punto de fusi�n es m�nimo se le denomina punto eut�ctico. Como ejemplo podemos citar una mezcla de bisilicato s�dico y s�lice, cuyos puntos de fusi�n son 874 y 1 700�C, respectivamente. El punto eut�ctico est� en 789�C, como se aprecia en la figura 69. La composici�n de los �xidos debe controlarse de manera que el vidriado funda y forme una capa v�trea lisa sobre la cer�mica.

Figura 69. Punto aut�ctico de la mezcla de silicato de sodio y s�lice.

Conocer y manejar el punto de fusi�n es importante, y es necesario tomar en cuenta que el aumento del contenido de fundentes activos ayuda a tener un punto de fusi�n adecuado. La disminuci�n del contenido de s�lice y al�mina ayuda a obtener un mejor vidriado. Si los materiales se muelen lo m�s finamente posible, la vitrificaci�n se facilita, y si se a�ade �xido de cinc en peque�as cantidades puede funcionar como promotor de la fusi�n de otros �xidos. En la figura 70 se presentan los distintos fundentes. Esta gr�fica es aproximada, ya que no toma en cuenta la interacci�n entre los �xidos, que es realmente el factor que controla la fusi�n del vidriado. En ella vemos que, a medida que aumenta la temperatura, los fundentes m�s activos como los �xidos de plomo, sosa y potasa, deben estar presentes en cantidad decreciente, mientras que los menos activos, como los �xidos de calcio y magnesio, pueden aumentarse. En la figura 71 se muestran medidas probables de s�lice y al�mina a diferentes temperaturas de maduraci�n. La cantidad de ambas aumenta conforme se incrementa la temperatura. En los vidriados el contenido de s�lice y al�mina es siempre cr�tico, ya que la cantidad de s�lice en relaci�n con los montos de fundentes combinados es el factor que controla principalmente el punto de fusi�n. La cantidad de al�mina tiene, siempre, una influencia significativa sobre la textura de la superficie del vidriado. Poca s�lice har� blando el vidriado; demasiada al�mina provocar� asperezas, rayones y vidriados mates y opacos.

Figura 70. Cantidad de fundente necesaria en un vidriado.

Figura 71. Cantidad de s�lice y al�mina empleada en los vidriados.

LA TEXTURA

No todos los vidriados son transparentes e incoloros. Hay una gran variedad de texturas y colores que depende de los materiales y los tratamientos de cocci�n. Cuando son transparentes podemos mirar a trav�s de ellos y ver la pasta de la arcilla, pero en ocasiones son opacos y tienen el efecto de un vidrio oscuro y deslustrado, ocultando lo que hay bajo �l. La opacidad del vidriado se debe o bien a la naturaleza del mismo, o a la presencia de agentes opacificantes.

La transparencia puede considerarse el estado normal, por que si un vidriado es cocido hasta su maduraci�n y todos sus �xidos alcanzan el estado de fusi�n completa, ser� normalmente claro y transparente. Los vidriados infracocidos o cocidos de menos son opacos porque no est�n completamente fundidos, y alg�n material sin fundir puede estar flotando en el vidriado. Estos se aclarar�n y se har�n transparentes si la cocci�n contin�a hasta el punto de su completa fusi�n. Otra causa de opacidad son las burbujas atrapadas. El efecto es an�logo a la espuma en el agua, que puede producir opacidad sin a�adir ninguna part�cula s�lida real. Las burbujas en los vidriados son com�nmente causadas por el desprendimiento de gases de los materiales vol�tiles; al elevar la temperatura se completa esta reacci�n y se aclara el vidriado. El desarrollo de cristales al pasar del estado l�quido al s�lido es otro motivo de opacidad; la presencia de al�mina los evita. Los vidriados que son opacos como resultado de la infracocci�n, opalescencia, refracci�n, desvitrificaci�n o desequilibrio de los �xidos, se pueden aclarar si la cocci�n se lleva a un grado suficiente de calentamiento.

Controlar la temperatura en los hornos es muy complicado, por lo que si se desea la opalescencia, lo mejor es a�adir agentes opacificantes. Los m�s comunes son el �xido de esta�o y el de circonio. Tienen baja solubilidad en el vidrio y permanecen en el vidriado enfriado como diminutas part�culas suspendidas. El �xido de esta�o es el material preferido como opacificante y hace posibles los vidriados de color blanco; da una textura suave y agradable, realzando los colores derivados de la mayor�a de los �xidos colorantes. El �xido de circonio tambi�n opaca, pero provoca una textura m�s rugosa y no favorece ciertos colores, como sucede con el �xido de esta�o.

Los vidriados semiopacos son aquellos que revelan parcialmente lo que hay bajo ellos. Son los m�s atractivos porque muestran y a la vez ocultan. Es dif�cil controlarlos. El espesor de la capa y la temperatura de cocci�n se convierten en factores cr�ticos. Los que se obtienen con m�s �xito son los que se hacen a�adiendo peque�as cantidades de �xido de esta�o o de circonio, a un vidriado base esencialmente claro y transparente.

Las superficies de los vidriados pueden ser m�s o menos brillantes, reflectantes o relucientes. Se dice que una superficie es mate cuando est� apagada y carece de brillo o reflejos. Un vidrio o vidriado completamente fundido es propenso a tener una superficie brillante reluciente. Esto se debe a que el vidriado se nivela y allana cuando se funde, formando una superficie extraordinariamente lisa. Esta homogeneidad es una de sus caracter�sticas pr�cticas, ya que una superficie uniforme es higi�nica pues es f�cilmente limpiable. Cuando un vidriado no se funde completamente en la cocci�n, o si su viscosidad es todav�a alta, la superficie tiende a ser ligeramente rugosa y m�s o menos mate. Un vidriado mate es a la vez opaco porque la aspereza de su superficie no permite la transparencia. El enfriado lento favorece naturalmente el vidriado mate, en especial si es el resultado de la formaci�n de cristales. Los vidriados mates son muy atractivos pero tienen desventajas pr�cticas porque son dif�ciles de limpiar; aun as�, sirven para elaborar piezas muy hermosas que realzan la forma de la cer�mica.

EL COLOR

Los vidriados sobre cer�mica, adem�s de darle una superficie tenaz, impermeable, higi�nica y f�cilmente limpiable, tienen la virtud de poseer una serie excepcionalmente amplia de colores. Esto se debe al color de la arcilla, al color bajo vidriado y que puede verse, a trav�s de la capa transparente, a los �xidos met�licos disueltos en el vidrio, o a las capas v�treas que se encuentran sobre su superficie. La causa m�s com�n y sencilla es la presencia de �xidos disueltos. Algunos �xidos de hierro, cobre, manganeso y cobalto son solubles en el vidrio: cuando se disuelven en �l le comunican un color caracter�stico. La disoluci�n puede ser casi completa y el efecto en el vidriado acabado puede compararse con el efecto de a�adir un colorante en el agua. El color de cualquier cuerpo transparente es el resultado de la absorci�n selectiva de ciertas longitudes de onda o bandas de color de la luz blanca. Algunas bandas se absorben m�s que otras; el color que vemos es el de la banda de color o la combinaci�n de bandas de color menos absorbido.

El color que los �xidos dan a los vidriados no est� determinado por su propio color; pocos �xidos pueden utilizarse como colorantes del vidriado. Para obtener un n�mero casi ilimitado de colores es necesario tomar en cuenta la cantidad de variables en su composici�n, como la cantidad de �xido colorante, la aplicaci�n y las condiciones de cocci�n, etc�tera.

LOS COLORES BAJO VIDRIADO

Uno de los aspectos fascinantes del vidriado de la cerámica es que los colores y cambios de color y textura pueden aparecer a diferentes niveles de la capa de vidriado, lo cual le da una profundidad, una variedad de color y una luminosidad muy particulares. Los colores bajo vidriado se ven detrás del recubrimiento de vidrio, mostrándolos con claridad o velándolos parcialmente con algún otro color. Se aplican con pincel o pulverizándolos sobre la pasta de la cerámica, después se recubren con un vidriado transparente. Los pigmentos utilizados deben resistir el emborronamiento, la fusión o el corrimiento, que puede presentarse cuando se funda el vidriado y fluya sobre ellos.

Con el fin de obtener toda la serie de posibles colores en los pigmentos bajo vidriado, se utilizan combinaciones de �xidos de cromo, esta�o, cinc, cobre, cobalto, antimonio y plomo. Para hacer colores bajo vidriado los �xidos met�licos se combinan con suficiente fundente y suficiente material refractario, como el pedernal, lo cual evita que se corran o emborronen. Los materiales combinados se calcinan hasta que sinterizan en una masa dura, pero sin fundir. La aplicaci�n en la cer�mica es directa. El color se mezcla con agua y a veces con glicerina y otros medios para aumentar la consistencia de la pincelada y producir una pel�cula de pigmentos secos m�s tenaz. Los colores se aplican como si fueran una acuarela, con cuidado de no sobreponerlos en la pieza de cer�mica, porque el color restante en el producto cocido quiz� no sea el esperado de la mezcla de los pigmentos corrientes. Deben aplicarse en capas delgadas, porque de lo contrario el vidriado puede arrastrar el color.

La clase de vidriado que se utiliza sobre estos pigmentos tiene una influencia importante en su color. La temperatura de cocci�n tambi�n influye, pues cuando es muy alta puede apagar algunos de los colores o hacerlos desaparecer completamente.

LOS COLORES SOBRE VIDRIADO

El proceso de decoraci�n sobre vidriado puede dividirse en dos tipos. Uno es la decoraci�n llevada a cabo en vidriados coloreados sobre una superficie vidriada no cocida; el otro es la decoraci�n aplicada sobre una superficie vidriada ya cocida, fundi�ndola a baja temperatura.

La decoraci�n sobre una superficie vidriada no cocida es conocida como may�lica, y es un tipo de pintura de vidriado sobre vidriado. El nombre de may�lica viene de Mallorca, porque tal parece que de esta isla sali� la idea. La cer�mica se cubre primero con un vidriado de fondo, blanco o de color claro y opaco, para formar la base de la decoraci�n. Sobre este recubrimiento se aplica la decoraci�n con vidriados coloreados. Cuando se cuece la pieza, la ornamentaci�n se funde y se fusiona con el vidriado del fondo. Las decoraciones de may�lica tienen una apariencia multicolor y sus bordes son suaves y borrosos, como resultado de la tendencia de los dos vidriados a correr juntos ligeramente. Un vidriado de fondo adecuado para la may�lica es aquel que es opaco y que no corre o fluye mucho durante la cocci�n. El �xido de esta�o es el opacificante preferido.

La dificultad en la decoraci�n de may�lica es que el fondo de vidriado es extremadamente seco y absorbente. Para corregir esto al vidriado del fondo se le agrega az�car o melaza, sustancias que durante el secado forman una ligera costra en la superficie que facilita la aplicaci�n. Los vidriados pueden aplicarse libremente unos sobre otros o superponerse; existen infinidad de t�cnicas de aplicaci�n. Una variante interesante es rayar a trav�s del vidriado con un alfiler; cuando se cuecen estas rayas se transforman en l�neas delgadas del color de la pasta en el vidriado.

La cer�mica de may�lica debe ser cocida cuidadosamente para evitar que los vidriados corran demasiado y emborronen la decoraci�n. La retracci�n, el corrimiento y la separaci�n de los colores son las dificultades m�s comunes, pero se superan seleccionando adecuadamente los vidriados y controlando su aplicaci�n y cocci�n.

En el otro tipo de decoraci�n sobre vidriado los esmaltes se aplican a una superficie vidriada cocida y terminada, y se funden haci�ndolos que se adhieran en una cocci�n separada. Son vidriados coloreados que al fundirse se pegan a la superficie del vidriado sobre la cer�mica. Se aplican normalmente sobre la cer�mica blanca, fondo que sirve para dar brillantez al color. Los sobrevidriados se cuecen a una temperatura muy baja para asegurar que la cer�mica, que ya est� cocida a una temperatura m�s alta, no resulte afectada cuando la decoraci�n se cueza sobre ella.

Una de las facetas m�s fascinantes del vidriado de la cer�mica es que los colores pueden aparecer en diferentes niveles. Esto le confiere un aspecto muy particular, distinto a lo que hace la pintura, generando una magia de sensaciones visuales dificil de imitar.

LOS DEFECTOS EN EL VIDRIADO

Las razones por las que se producen los defectos son conocidas y es posible controlarlas. El agrietamiento capilar, defecto com�n, es el desarrollo de una fina red de grietas en el vidriado acabado. Pueden aparecer cuando se saca la cer�mica del horno o tiempo despu�s, pero siempre debido a tensiones que se provocan porque el vidriado es peque�o para la zona sobre la que est� extendido. Durante la cocci�n el vidriado fundido y la cer�mica se acoplan perfectamente, pero cuando se enfr�an, la pasta de arcilla se contrae menos que la capa de vidriado, y �ste "le queda chico" a la arcilla y se tensa. El agrietamiento es inducido por el choque t�rmico que se presenta cuando una pieza se saca del horno cuando a�n est� demasiado caliente. El estallido es el inverso del agrietamiento; se produce cuando la arcilla se contrae m�s que el vidriado, lo cual hace que se separen, porque ahora el vidriado "le queda grande" a la arcilla. Ambos defectos se corrigen aumentando o disminuyendo los �xidos que m�s se dilatan.

Si se aplica el vidriado sobre cer�mica sucia no se logra que se adhiera correctamente, y se separa durante la fusi�n, dejando a la vista puntos de arcilla desnudos. Este desperfecto se conoce como refracci�n y es f�cilmente corregible.

El picado es, sin duda alguna, el defecto m�s molesto y dif�cil de remediar. Al salir del horno las piezas que presentan este defecto est�n cubiertas de diminutos hoyos o picaduras, parecidos a cr�teres volc�nicos en miniatura. Estos se producen por la presencia de bolsas de aire o peque�as burbujas en la superficie de la cer�mica, que pueden flotar a trav�s del vidriado fundido durante la cocci�n, dejando una peque�a rotura en la superficie. Tambi�n puede ampollarse cuando se aplica un vidriado demasiado grueso.

Una pieza infracocida (cocida de menos), causa una superficie rugosa, rayable y, a veces, desagradablemente �spera. Por lo contrario, una cer�mica sobrecocida (cocida de m�s) es brillante, pero el vidriado puede correrse, adelgaz�ndose demasiado. En ambos casos los colores cambian de manera notable. Los accidentes en el horno pueden generar piezas pegadas unas con otras o mezclas de colores, por mencionar s�lo algunos ejemplos.

El ceramista generalmente mantiene abierta la creatividad y la imaginaci�n y utiliza los defectos de una cer�mica y las virtudes de otra para dar car�cter y belleza a las piezas.

EL VIDRIADO EN M�XICO

El historiador Salvador Toscano considera a la cer�mica encontrada en Teotihuacan como una de las manifestaciones art�sticas m�s espl�ndidas de la alfarer�a precolombina, ya que desde entonces se realizaban trabajos de vidriado sobre cer�mica, sin ninguna t�cnica especial, pues el artista se dejaba guiar s�lo por su gran intuici�n. Los teotihuacanos elaboraron una producci�n utilitaria y ceremonial cuya evoluci�n estil�stica ha permitido a los arque�logos seguir el desenvolvimiento art�stico e hist�rico a trav�s de ocho siglos de vida. En las fases m�s brillantes de esta civilizaci�n se cre� una amplia gama de formas cer�micas de gran belleza, desde sobrias vasijas de fondo plano hasta tr�podes de pies almenados; desde piezas con figuras y colores hasta vasos con el rostro de Tl�loc; incluso elaboraron elegantes recipientes con un esbelto cuello que remataba arriba en una boca extendida, a los que se les da el nombre de floreros. Alrededor del siglo VIII comenzaron a usarse los moldes para hacer las figuras, para entonces ya ricamente vidriadas.

La cer�mica producida en el periodo colonial refleja el diverso legado cultural de esa �poca a trav�s de los motivos heredados de oriente, del renacimiento italiano, los moros, Espa�a y el Nuevo Mundo. En algunos casos la influencia es directa, con obvios pr�stamos de modelos importados; en otros es indirecta, filtrada a trav�s de la cer�mica espa�ola. La imitaci�n, sin embargo, nunca es servil y siempre rebasa una vigorosa complejidad, particularmente durante los siglos XVII y XVIII, cuando surge el desinhibido exceso del estilo barroco mexicano. Elementos tomados de varias fuentes se combinan a voluntad en la cer�mica mexicana, y muchas veces las composiciones destilan un sentido de libertad y extravagancia.

El t�rmino may�lico se aplica generalmente a todo tipo de vidriado estan�fero, loza de baja temperatura de origen mediterr�neo, espa�ol o mexicano. La adici�n de �xido de esta�o al esmalte con plomo, que produce la superficie opaca de la may�lica, tiene su origen en tiempos remotos en la regi�n oriental del Mediterr�neo, y se utiliz� en Espa�a a principios del siglo XIII. Una cer�mica similar se conoce como alfarer�a de Faenza, en Francia, o cer�mica de Delft, en el norte de Europa. En Espa�a y en M�xico es frecuente que a la may�lica se le llame cer�mica de Talavera, por el centro alfarero espa�ol de la ciudad de Talavera de la Reina.

La may�lica, con audaces dise�os geom�tricos o patrones de espirales, ejecutados con simple pintura o como sobrevidriados de brillo met�lico, se desarroll� al este y al sur de Espa�a durante los siglos de la dominaci�n �rabe. Despu�s de la reconquista de Espa�a en 1492, la producci�n de la cer�mica hispanomorisca comenz� a decaer. Al mismo tiempo, la influencia de la cer�mica renacentista lleg� a Espa�a y prosper� en la may�lica de Talavera de la Reina.

Cuando los espa�oles conquistaron M�xico a principios del siglo XVI, encontraron una floreciente industria alfarera. Sin embargo, para los ind�genas mexicanos eran desconocidos el torno de alfarero y el vidriado. Los inicios de la industria may�lica en M�xico siguen siendo dudosos, pero la mayor�a de los eruditos est� de acuerdo en que a finales del siglo XVI este oficio estaba bien establecido en Puebla y, probablemente, en la ciudad de M�xico. Para 1653 exist�a en Puebla un gremio de alfareros. Las excavaciones arqueol�gicas indican que la cer�mica italiana y la espa�ola de estilo hispanomorisco se exportaron a M�xico durante el siglo XVI e inspiraron a los artesanos mexicanos ceramistas.

Los �mpetus art�sticos de Italia y Espa�a cedieron el paso a fines del siglo XVI a la influencia de la porcelana china azul y blanco. Desde 1565 hasta 1815 los galeones del rey de Espa�a, cargados con mercanc�as de Oriente arribaban a�o con a�o al puerto de Acapulco. La carga se desembarcaba y se transportaba en una recua de mulas a la ciudad de M�xico, o por Puebla hasta Veracruz, y ah� se embarcaba en las naves con rumbo a Espa�a. Es posible que M�xico haya tenido una mayor afluencia, y en consecuencia influencia, de porcelana oriental de la que tuvo Espa�a. Muchos objetos de Oriente se quedaron en M�xico. Varios hallazgos arqueol�gicos demuestran que la porcelana china azul y blanco estaba generalizada en el pa�s. Las piezas de porcelana china sirvieron de inspiraci�n a artesanos de may�lica, tanto mexicanos como europeos. La cer�mica de estilo oriental importada de Espa�a fortaleci� probablemente el desarrollo de la cer�mica mexicana. La cer�mica hecha en M�xico fue apreciada localmente en aquel entonces, como puede constatarse en citas del periodo colonial. Al referirse a la de Puebla a finales del siglo XVII fray Agust�n de Vetancourt declar�, en tono chovinista, que la alfarer�a vidriada era m�s hermosa que la de Talavera (Espa�a) y que pod�a competir con la de China en su finura.

Las locer�as de Puebla de los Ángeles, donde se fabricaba la loza de cer�mica conocida como talavera de Puebla, se deben haber visto muy afectadas por la competencia tapat�a. Aunque ambos productos eran parecidos, t�cnicamente existen marcadas diferencias. Los alfareros de Guadalajara emplean un barro rojizo cubierto con un engobe rojo y horneado por medio de un quemado simple. Los de Puebla trabajan con un barro muy refinado y aplican entre la primera y la segunda quema un vidriado que contiene esta�o, plomo, arena, sal y agua. Como resultado, las piezas de Guadalajara presentan una superficie porosa que permite respirar al barro, en tanto que la loza de Puebla tiene una superficie vidriada, blanca, brillante e impermeable. Parece que los ceramistas de Guadalajara empleaban un barro arom�tico pues, seg�n ciertos informes de la �poca, los jarrones se usaban para perfumar y humedecer el aire. Estos jarrones conservan algunos aspectos t�cnicos y formales de las culturas prehisp�nicas, como el engobe y la forma de calabaza, mientras que la loza de Puebla agreg� a su riqueza de formas el azulejo vidriado que se emplea en la arquitectura civil y religiosa para decorar interiores y como revestimiento de c�pulas y fachadas.

S�lo han sobrevivido unos cuantos ejemplos de may�lica mexicana decorada exclusivamente con dise�os en negro y sobre un fondo blanquecino. Todos datan del siglo XVII. En la cer�mica mexicana el barro var�a en color del blanco al ladrillo. Al quemarse la pintura pasa del color negro del manganeso al caf� oscuro en algunas partes, y como no se adhiere bien a la superficie, deja peque�as burbujas en el dise�o. Mientras que en Espa�a la ornamentaci�n se aplicaba sobre un vidriado previamente quemado y despu�s se volv�a a hornear la pieza, en M�xico los dise�os se pintaban sobre una superficie vidriada sin sancochar y la cochura se hac�a despu�s.

A finales del siglo XVI se desarroll� en Espa�a un estilo que adapt� modelos de encajes de moda de las prendas de vestir en los dise�os de alfarer�a. La delicadeza del encaje era imitada por los ceramistas trazando l�neas muy delgadas con peque�os puntos colocados en las intersecciones, que figuraban los nudos del tejido verdadero. En el siglo XVII los artesanos mexicanos fusionaron los dibujos de encajes de la alfarer�a renacentista espa�ola con dise�os abstractos de espirales, propios de la cer�mica hispanomorisca, y crearon un estilo conocido como polícromo de Puebla. Los patrones de encaje de bolillo fueron separados en secciones y enmarcados con anchas l�neas divisorias de color azul. La tendencia a utilizar trazos fuertes para definir formas fue caracter�stica tambi�n de la pintura prehisp�nica de M�xico.

El color azul empleado en la locer�a es un tipo de �xido de cobalto, que se emple� como pigmento en el Medio Oriente desde el Neol�tico. En la cer�mica mexicana el �xido de cobalto se concentra hasta formar un pigmento espeso y oscuro que se aplica con pinceladas gruesas, lo que produce un dibujo realzado en azul sobre un fondo blanco. Cuando el pigmento se funde durante la cochura �nica practicada en M�xico, aparecen en la decoraci�n �reas huecas o hundidas. El efecto de superficie ondulada que resulta es una caracter�stica distintiva de la may�lica mexicana. Los ramilletes florales de enorme tama�o son comunes en la loza de Talavera espa�ola, pero el uso aleatorio de los mismos para llenar cualquier espacio vac�o en la composici�n es una exageraci�n caracter�stica de la cer�mica mexicana.

La cer�mica de Talavera se hac�a muchas veces por encargo para uso dom�stico o ceremonial. Se produc�an formas cl�sicas de alfarer�a con cartelas en blanco que posteriormente se cubr�an con emblemas de �rdenes religiosas o escudos de armas de determinada familia. Muchas vasijas fueron marcadas con inscripciones que defin�an la funci�n particular de la pieza o los datos del propietario.

Los jarrones con tapa, con una luminosidad y variedad de azules claros y oscuros, que elaboraron los artistas chinos, frecuentemente fueron ignorados por los artesanos mexicanos, que prefer�an un color m�s saturado. El grueso trazo de pintura azul se hunde a veces en el vidriado y crea un efecto ondulante, debido a los reflejos de la luz sobre la superficie.

El neoclasicismo fue introducido en M�xico a finales del siglo XVIII y enseguida fue notoria su influencia en la producci�n cer�mica. A medida que la cer�mica pol�croma comenz� a eclipsar la alfarer�a basada en el azul y blanco, los motivos y las combinaciones neocl�sicas de color aparecieron en la loza may�lica.

El vidriado en cer�mica fue la primera t�cnica con que se comenz� a elaborar piezas art�sticas de este material, y tambi�n representa una moderna expresi�n del arte contempor�neo. Ha estado presente desde el principio en la historia del vidrio en el arte, y forma parte esencial de las artesan�as mexicanas.

M�xico ha sido y es una frontera entre pueblos y civilizaciones. Antes de la Colonia se encontraba entre la civilizaci�n mesoamericana y las tribus n�madas; en la �poca moderna, entre las dos civizaciones europeas que se han establecido y desarrollado en el continente: la angloamericana y la latinoamericana. Pero las fronteras tambi�n son puentes, y una de las funciones hist�ricas de nuestro pa�s ha sido la de ser un puente entre el mundo de habla inglesa y el mundo de habla espa�ola y portuguesa. Esto se ve reflejado en todo el quehacer de M�xico.

Cada escultura y cada pintura, cada poema y cada canci�n, son una forma animada por la voluntad de resistir al tiempo y sus erosiones. El vidrio se ha utilizado casi desde siempre y es el vivo ejemplo de lo que es capaz de hacer el hombre con su intelecto. La obra de arte o el utensilio, el arte o la artesan�a, la ciencia o las humanidades, la investigaci�n o la divulgaci�n, la ciencia desde M�xico o desde cualquier otro sitio, todo es importante, pero lo trascendental es la humanidad misma, y como parte de ella, cualquiera de sus manifestaciones. La capacidad de maravillarnos cuando somos ni�os y que perdemos en alg�n momento, para despu�s, quiz�s, recuperarla; la sensaci�n que nos produce leer un poema o ver un cuadro impresionista; la disposici�n para llorar de emoci�n o de tristeza, para amar o para odiar; la riqueza imaginativa que nos permite ser como somos y nos da la inteligencia para disfrutar la vida en todas sus facetas; la ciencia para la supervivencia; el af�n de justicia; la sonrisa de un ni�o; el tiempo que nos hace y que nos deshace. Esto es lo imprescindible, lo m�s valioso, por lo que vale la pena seguir, y con lo que hemos querido terminar este libro.

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