XI. HISTORIA DE LA ORNITOLOGÍA MEXICANA





LAS aves han servido de modelo para desarrollar una serie de teorías generales acerca de la vida en la Tierra. Gran cantidad de personas han dedicado sus esfuerzos, y su vida, a comprender el funcionamiento de las aves dentro de los ecosistemas y sus particularidades como grupo altamente evolucionado. Conviene ahora, por lo tanto, dedicar unas páginas a recordar cómo ha sido el desarrollo de la ornitología en México, quiénes han sido sus representantes y qué se espera obtener en el futuro.

EL CONOCIMIENTO INDÍGENA

Curiosamente, la historia del estudio de las aves en México comienza desde la más remota antigñedad. El conocimiento de las aves en el México precortesiano estuvo estrechamente ligado a la historia y mitología de los diferentes pueblos indígenas que han habitado nuestro territorio. Para entender esto basta recordar la gran importancia de figuras mitológicas relacionadas con las aves, como Quetzalcóatl (o Kukulkán para los mayas) la serpiente emplumada. La investigadora mexicana Lourdes Navarijo ha estudiado con detenimiento el papel que las aves han tenido en la cultura material y en los símbolos religiosos de los pueblos indígenas antiguos y actuales, describiendo que para los mexicas, el mundo estaba dividido en cuatro secciones, cada una de las cuales estaba representada por un ave: el águila, el quetzal, el colibrí y la guacamaya.

Las leyendas y tradiciones de los aztecas con respecto a las aves que forman parte de la cultura actual de nuestro país, fueron tratadas por el finado maestro Rafael Martín del Campo a través de múltiples estudios de los códices y escritos precortesianos y de la época de la Conquista. Desde el mismo nombre del lugar mitológico de origen de los aztecas, Aztlán o "lugar de las garzas blancas" (que ahora se piensa se refiere a la isla de Mexcaltitlán, en Nayarit), se tuvo relación directa con las aves. El segundo acontecimiento relacionado con las aves tiene que ver con el momento en que los aztecas deciden migrar de su lugar de origen a una nueva tierra, guiados por un ave que les decía tihuí-tihuí ("vamos ya"); incluso se ha especulado que esa ave pertenecía a alguna de las especies conocidas del centro de México, el toquí (Pipilo fuscus) o el papamoscas (Contopus virens), debido a que ambas presentan un canto similar a la voz que se dice tenía el ave mitológica. Un tercer hecho de importancia se refiere a que la presencia de un águila posada en una nopalera que crecía sobre las rocas fue la señal que indicó a los peregrinos que habían llegado a su destino. En este último caso se piensa que el símbolo clave era la nopalera sobre las rocas, mientras que el águila fue agregada posteriormente como un símbolo del poderío guerrero de los aztecas. Huelga decir que este hecho se encuentra plasmado en el escudo nacional mexicano y que entre varios investigadores se ha discutido si el águila real (Aquila chrysaetos) o el gavilán de cola roja (Buteo jamaicensis) es el ave de presa que lo ilustra.

Además de los aspectos relacionados con la cultura y la religión, ya sea como simbolismos asociados a los dioses o la muerte, los aztecas poseían un conocimiento avanzado de su fauna y la utilidad de ésta, siendo las aves acuáticas, como patos y garzas, cazadas frecuentemente para alimento o utilizadas como tributo por parte de otros pueblos dominados por ellos. Las plumas de ciertas aves como el quetzal, la espátula y las chuparrosas fueron utilizadas, entre otras, para elaborar los penachos y capas de los emperadores y las personalidades militares y religiosas de los aztecas.

Los indígenas en general, poseían complicados sistemas de clasificación de la flora y la fauna que los rodeaba; entre los animales, las aves eran las mejor conocidas y la taxonomía tradicional, basada en principios generales de agrupamiento por morfología y utilidad, así como el reconocimiento y denominación de unidades, se conserva hasta la actualidad en muchos grupos étnicos. Existen algunos trabajos recientes acerca de cómo se construyen estos sistemas de clasificación tradicional de las aves, como los realizados con los tzeltales de Chiapas y con los amuzgos de Oaxaca y Guerrero.

La importancia de las aves en la cultura se refleja también en una gran cantidad de topónimos, o sea nombres de lugares, que se refieren a las aves. Baste citar como ejemplos muy famosos Tzintzuntzan (lugar de colibríes, en Michoacán), Cozumel (lugar de golondrinas, en Quintana Roo) y Sola (donde abundan las codornices, en Oaxaca).

LOS TIEMPOS DE LA COLONIA

Después de la conquista de México, los españoles se enfrentaron a un mundo nuevo que contenía una gran cantidad de especies de flora y fauna desconocidas, por lo cual muchas personalidades se dieron a la tarea de describir y comparar las aves que se encontraban en las tierras recién descubiertas. En las crónicas elaboradas por los estudiosos españoles, principalmente religiosos, como fray Bernardino de Sahagún, Juan de Torquemada, Gonzalo Fernández de Oviedo y Tomás López Medel, se observa una enorme sorpresa ante la variedad de aves que poblaban las nuevas tierras, algunas de las cuales parecían similares a las existentes en España, mientras que otras se presentaban como formas totalmente nuevas. Muchas de las descripciones que hicieron representan animales deformados en su morfología y sus hábitos.

De las obras producidas durante el siglo XVI, destaca la elaborada por Francisco Hernández, paramédico del rey de España, ilustre personaje que tuvo la comisión real de realizar investigaciones sobre los recursos naturales y la medicina en las nuevas tierras. Recorrió el país durante los años 1570 a 1577 realizando observaciones, recolectando material y escribiendo innumerables notas. Su obra versaba sobre la flora y fauna encontrada en la Nueva España, destacando la parte referente a las aves. Sin embargo, la mayor parte de esta obra se perdió durante un incendio en los archivos de El Escorial en 1641, y sólo fueron rescatados los capítulos botánicos, que fueron publicados posteriormente. Unas pocas de sus notas zoológicas fueron rescatadas y publicadas varios siglos más tarde por la Universidad Nacional Autónoma de México. El trabajo de Hernández ejerció gran influencia en los investigadores naturalistas posteriores como Alexander von Humboldt, y muchas de sus descripciones sirvieron de base para la descripción formal de algunas especies como los cuervos y los zopilotes, pues algunas son tan detalladas que se puede reconocer fácilmente la especie de la que se trata.

Durante los siglos XVII y XVIII, continuaron los trabajos de descripción de la flora y fauna nacionales, siendo los jesuitas los principales estudiosos de las ciencias naturales. Miguel Venegas realizó en 1757 una exploración intensiva en Baja California, recopilando gran cantidad de datos que incluían descripciones de muchas especies de aves que publicó en un libro intitulado Noticias de la California. Miguel del Barco, en 1773, efectuó una expedición a Baja California, recopilando también información acerca de la flora y fauna de la zona y corrigiendo el trabajo previo de Venegas. En sus Correcciones a la Noticia de Venegas, hace una descripción importante de la avifauna de la península.

Sin embargo, los esfuerzos de los estudiosos se centraron sobre todo en la descripción de las especies sin entrar a los pormenores de la clasificación, revolucionada en esa época por los trabajos del sueco Carlos Linneo. Los naturalistas que escribieron trabajos acerca de las aves de México en esta época, como Ferrer de Valdecebro, Francisco Javier Clavijero, José Antonio Alzate y Joaquín Velázquez de León, utilizaron la taxonomía tradicional en sus trabajos. Especialmente en las descripciones de aves que hace Clavijero en su Historia antigua de México, se subraya la importancia cinegética, alimenticia o de ornato.

La riqueza natural de la Nueva España era tal que los gobernantes españoles mantuvieron gran interés en la exploración de las nuevas tierras durante años posteriores. En especial destacan la Real Expedición Botánica a México, realizada de 1787 a 1803, y la gran expedición al Nuevo Mundo encabezada por Alejandro Malaspina y el naturalista Antonio Pineda de 1789 a 1794. De ambas expediciones se obtuvieron gran cantidad de ejemplares y nuevos datos sobre las aves de México, las cuales fueron enviadas a España para su estudio. Estas importantes colecciones desgraciadamente se han perdido y sólo quedan las extraordinarias ilustraciones realizadas por los artistas participantes.

LAS PRIMERAS SOCIEDADES DE CIENTÍFICOS EN MÉXICO

Durante la primera mitad del siglo XIX, la inestabilidad política del país detuvo en gran medida las investigaciones científicas. En Europa, sin embargo, las ideas de Buffon, Lamarck y Cuvier tenían considerable resonancia, y muchos naturalistas europeos visitaron México para realizar investigaciones sobre animales y plantas. En especial son importantes las expediciones científicas de Francia (Mission Scientifique au Mexique) durante la intervención francesa, que dio como resultado numerosos trabajos de naturalistas franceses y la formación de las primeras colecciones de aves mexicanas en el Museo de Historia Natural de París. La otra expedición de importancia es la del alemán Alexander von Humboldt.

Es hasta 1868 que se retoma un interés científico nacionalista por las ciencias naturales, formándose la Sociedad Mexicana de Historia Natural, paralelamente a otras sociedades científicas como la Comisión Geográfico Exploradora, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y otras. En la Sociedad de Historia Natural participan como miembros las personalidades más destacadas de las ciencias en México, como Juan Alzate y Ramírez, Mariano Mociño, Pablo de la Llave y Alfredo Dugès, entre otros, instituyéndose también la revista La Naturateza, órgano de difusión de la Sociedad y reservorio de la mayor parte de los trabajos producidos por mexicanos y extranjeros residentes en México durante el final del siglo XIX.

Rafael Montes de Oca, naturalista entregado al estudio de las aves, publicó en la revista La Naturaleza, en 1874, una serie de trabajos referentes a los colibríes o chupamirtos de México, ilustrados con las láminas que dibujó con el asesoramiento del pintor José María Velasco. La obra contiene varios aspectos de la historia natural y la sistemática de esas aves. En 1963 se recopilaron 51 de aquellas láminas y se publicaron a instancias de Carolina Amor de Fournier en el libro Colibríes y orquídeas de México.

Alzate y Ramírez publicó en los años de 1883 y 1884 algunos trabajos sobre la migración de las golondrinas y sobre los colibríes. Mientras que Pablo de la Llave contribuyó al conocimiento ornitológico mundial al elaborar la descripción del quetzal (Pharomachrus moccino) en 1871, cuyo ejemplar tipo se encontraba en el Museo Nacional de Historia Natural y se piensa que actualmente se encuentra en la colección ornitológica del Instituto de Biología de la UNAM.

Es Alfredo Dugès, científico francés avecindado en la ciudad de Guanajuato, quien dio gran impulso a la investigación zoológica en México. Dedicó gran parte de su vida al estudio de la herpetofauna mexicana y a formar una colección que, actualmente, con su nombre, se halla en la Universidad de Guanajuato. Sus contribuciones a la ornitología mexicana se encuentran en varios trabajos acerca de la biología de algunas especies de aves, sobre la migración de las golondrinas y sobre técnicas de recolección de aves, escritos entre los años de 1885 y 1901.

La Comisión Geográfico Exploradora de México, instituida por Porfirio Díaz y que laboró de 1879 a 1884, tenía como fin principal el reconocimiento del territorio nacional y sus recursos. El naturalista Fernando Ferrari Pérez participó en la exploración recolectando especímenes de animales, especialmente vertebrados, que fueron enviados en barco a Estados Unidos para ser estudiados y exhibidos en la feria de Nueva Orleans. Lamentablemente, el barco se incendió en La Habana y las colecciones se perdieron. Posteriormente fueron hechas otras exploraciones breves para obtener material, el cual sirvió de base para la descripción de varias especies nuevas de aves hechas por Robert Ridgway. Sobra decir que, hasta el momento, las colecciones de aves mexicanas se encontraban en el extranjero.

EL SIGLO XX

La ornitología mexicana del siglo XX, especialmente de sus primeros 30 años, fue impulsada por los trabajos de recolectores e investigadores extranjeros, la mayoría estadounidenses, que realizaron numerosos estudios de taxonomía y distribución de las aves de México.

A finales del siglo XIX se llevó a cabo una exploración de la fauna y flora de México y América Central por parte de los investigadores británicos Osbert Salvin y F. Ducane Godman. De estas expediciones, y de la compra de colecciones científicas propiedad de particulares, surgió una obra medular sobre las aves de México, los cuatro volúmenes de la Biología Centrali-Americana. (Taylor and Francis, Londres.) Este trabajo fue resumido y traducido al español por Alfonso L. Herrera en años posteriores.

Hubo otra expedición entre los años 1892-1906 a cargo de los estadunidenses Edward Nelson y Edward Goldman, llamada "Biological Survey". Ambos recorrieron gran parte del país recolectando animales y plantas, estudiando sus hábitat y su distribución, formando así las importantes colecciones del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos.

Otros científicos escribieron obras importantes a principios del siglo XX, que aún son consultadas por contener información valiosísima acerca de la distribución de las aves mexicanas, tales son la obra de Robert Ridway y Herbert Friedmann (1901-1950) sobre las aves de Norte y Mesoamérica, así como trabajos varios de Edward Nelson, Alexander Wetmore, Ludlow Griscom, A. J. van Rossem, Outram Bangs, Harry Oberholser, Alden Miller y Joseph Grinnell, entre otros. Posteriormente, el interés por cubrir los aspectos de la biología general de las especies, su sistemática, paleontología y ecología se observa, entre otros, en los trabajos de Helmut Wagner, Robert Storer, Peter Grant, Pierce Brodkorb, Hildegarde Howard, Peter Grant, Robert T. Moore, Frank A. Pitelka, Richard Banks, John Aldrich y, muy destacados por su labor en el conocimiento de las aves mexicanas, Allan R. Phillips y Robert W. Dickerman. También se han escrito obras de divulgación más generales, dirigidas principalmente a los aficionados observadores de aves, como las guías de campo de Emmet Blake, Irby Davis, Ernest Edwards y Roger Tory Peterson.

Como resultado de las frecuentes investigaciones de los extranjeros en México, y de la actividad de recolectores profesionales como Willmot W. Brown, Mario del Toro Avilés y Chester C. Lamb, se han formado enormes colecciones de aves mexicanas, que en su mayor proporción se encuentran depositadas en museos extranjeros, lo que ha impedido, en gran medida, el desarrollo de muchos campos de la ornitología por parte de los investigadores mexicanos. Asimismo, la literatura ornitológica referente a México se encuentra en su gran mayoría en revistas y libros extranjeros, muchas veces de difícil acceso.

Los ornitólogos mexicanos destacados de los primeros 60 años de este siglo son muy pocos, la producción científica nacional se centra en las importantes contribuciones de Alfonso L. Herrera, el finado maestro Rafael Martín del Campo, Miguel Álvarez del Toro y el doctor Enrique Beltrán.

Alfonso L. Herrera, hijo de otro ilustre científico mexicano, es la figura dominante de la biología en México durante los últimos años del siglo XIX y la primera y segunda décadas del siglo XX. Figura primerísima en muchos campos de la biología, Herrera dedicó varios trabajos al estudio de la biología y la conservación de las aves mexicanas. Su contribución más importante la constituye su obra Ornitología mexicana, aparecida en la revista La Naturaleza entre los años de 1898 y 1914, quedando inconclusa desgraciadamente. Esta obra es una recopilación de datos basados en la Biología Centrali-Americana, sobre la distribución y la biología de muchas especies de México, es, además, una enorme contribución compuesta por datos originales sobre su conducta, hábitos y hábitat. Su trabajo de investigación sobre la fauna mexicana lo llevó también a crear instituciones como el Zoológico de Chapultepec y la estabilización del Museo Nacional.

El finado maestro Rafael Martín del Campo, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, dedicó su vida al estudio de los vertebrados mexicanos, principalmente reptiles, anfibios y aves. Entre sus contribuciones más importantes están el rescate del conocimiento indígena de la fauna, como en su obra Aves en la historia antigua de México y otros muchos trabajos relacionados; también contribuyó grandemente al conocimiento de ornitofaunas regionales como la de los estados de Guerrero, Hidalgo y Nuevo León.

La contribución continua de Miguel Álvarez del Toro a la zoología mexicana es evidente y demuestra el interés de un individuo por el conocimiento y conservación de los recursos del país. Con sus esfuerzos enfocados básicamente al estado de Chiapas, Álvarez del Toro ha redactado una gran cantidad de trabajos, publicados en revistas nacionales e internacionales, acerca de la biología y distribución de las aves chiapanecas, siendo una de sus obras más notables la monografía Las aves de Chiapas. Es también la figura principal en la formación del Zoológico de Tuxtla Gutiérrez, el cual lleva su nombre.

Enrique Beltrán (finado), destacado biólogo mexicano y presidente del Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables (IMERNAR), realizó algunos trabajos acerca de los parásitos de las aves silvestres en México, además de ser por varios años el presidente de la Sección Mexicana del Consejo Internacional para la Preservación de las Aves Silvestres (CIPA).

Allan R. Phillips, investigador estadounidense, ha realizado numerosos estudios de aves mexicanas durante años de intensa labor en todo el país Reside en México desde hace varios años y ha formado una enorme colección de aves mexicanas, que se encuentra, en su mayor parte, en el Museo de Historia Natural de Delaware, el Museo Nacional de Canadá, en el Instituto de Biología de la UNAM y en su colección particular. El doctor Phillips continúa su vida científica activa y ha publicado recientemente obras de recopilación taxonómica de las aves mexicanas.

LAS CONTRIBUCIONES RECIENTES DE LOS MEXICANOS

A finales de la década de los años 70 y principios de la de los 80, se ha notado interés creciente por los estudios ornitológicos en México. Este esfuerzo ha sido desencadenado en parte gracias a los resultados de la educación ambiental y el interés en la conservación de los recursos naturales, reflejado en un aumento significativo de los estudiantes de biología en las universidades del país. Cada vez son más los grupos de trabajo enfocados al estudio de las aves en diferentes aspectos, principalmente los referentes a estudios faunísticos en diferentes zonas del país, con el objeto de complementar el inventario nacional de la avifauna y formar colecciones y bases de datos de referencia para el desarrollo de otros estudios relacionados con la biogeografía, la taxonomía, la conservación y la ecología. Otros grupos han enfocado sus esfuerzos al estudio de diversos aspectos de la ecología de las aves, relaciones planta-ave, dinámica de poblaciones, alimentación y estudio de las comunidades aviarias; por otro lado, existen también grupos interesados en la conservación de las aves en general, y de especies endémicas amenazadas o en peligro de extinción, así como de los hábitat en los que se encuentran. Muchos esfuerzos son dedicados también al estudio de las especies migratorias y los hábitat que ocupan en México durante el invierno. Otros aspectos cubiertos por la ornitología mexicana son el mantenimiento de aves en cautiverio, la conducta, la parasitología, la avifauna asociada a sistemas productivos, la etnornitología y la ornitología cinegética (Cuadro XI.1).

Cuadro XI.1 Lista de algunas de las organizaciones nacionales activas en ornitología.



Universidades
Institutos, asociaciones y otros

Universidad Nacional Autónoma de México (México D:F) Instituto de Biología, Facultad de Ciencias, ENEP-IZTACALA y Centro de ecología Instituto de Ecología A.C (México D.F.) Instituto de Historia Natural de Chiapas (Tuxtla Gutierrez, Chiapas)
Instituto Politécnico Nacional (México D.F.) Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, Laboratorio de Cordados Intituto de Investigación sobre Zonas desérticas (San Luis Potosí)
Universidad Autónoma Metropolitana (México D.F.) Departamento de Biología   Zoológico Miguel älvarez del Toro, ZOOMAT (Tuxtla Gutierrez, Chiapas)
Universidad Autónoma de Chapingo (Chapingo, Estado de México) Centro de Investigaciones Biológicas de Baja California Sur (La paz, Baja California Sur)
Universidad Autónoma de Baja California Sur (La paz, Baja California Sur) Centro de Estudios Ecológicos de Acapulco (Acapulco, Guerrero)  
Universidad Autónoma de Guadalajara (Guadalajara, Jalisco) Escuela de Biología   Centro de Investigaciones de Quintana Roo (Chetumal, Quintana Roo)
Universidad Autónoma de Morelos (Cuernavaca, Morelos) Departamentos de Biología     Sociedad Mexicana de Ornitología
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (Morelia, Michoacán) Escuela de Biología Sección Mexicana del Consejo Internacional para la preservación de las aves, CIPAMEX  
Universidad Nacional Autónoma de Nuevo León (Monterrey, Nuevo León) Facultad de Ciencias BIológicas Ducks Unlimited de México, DUMAC
Universidad de Guadalajara (Guadalejara Jalisco) Laboratorio Natural Las Joyas y facultad de Ciencias Biológicas Ascociación Mexicana ProConservación de la Naturaleza, PRONATURA  
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (Villahermosa, Tabasco) Club Amigos de Sian Ka´an (Cancún, Quintana Roo)
Universidad Veracruzana (Jalapa, veracruz) San Miguel de Allende Audubon Society (San Miguel de Allende, Guanajuato)

Se han escrito hasta la fecha más de 3 500 trabajos referentes a aves de México, entre libros, monografías, artículos en revistas científicas y de divulgación, lo que lo convierte en uno de los países latinoamericanos más estudiados en cuanto a su avifauna.

La mayoría de los trabajos aparecieron en revistas internacionales de alta circulación, como The Condor, The Auk, Wilson Bulletin, Proceedings of the Biological Society of Washington, Proceedings of the United States National Museum, Fieldiana Zoology, American Birds, Southwestern Naturalist, Journal Fur Ornuhologie, Oiseau, y otras. Entre las revistas mexicanas en las que se encuentran trabajos ornitológicos destacan La Naturaleza, la Revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, los Anales del Instituto de Biología de la UNAM, el Centzontle (revista de la Sociedad Mexicana de Ornitología), el Acta Zoológica Mexicana, las publicaciones especiales del INIREB, la Revista Biótica, y publicaciones especiales de varias instituciones.

LAS COLECCIONES ORNITOLÓGICAS

Las colecciones científicas sirven de base para el desarrollo de gran cantidad de investigaciones sobre todos los aspectos de la biología de las aves. En ellas se encuentran depositados los ejemplares preparados, producto del trabajo de muchos investigadores, como nidos, huevos, tejidos, parásitos, fotografías y grabaciones de cantos, además de la bibliografía especializada. Es en los museos, los lugares donde se alojan las colecciones, en donde la mayor parte del conocimiento básico en ornitología se origina.

Las colecciones ornitológicas en México han tenido un gran desarrollo en los últimos diez años, incrementándose su número y su representación geográfica de manera importante. Además de los ejemplares, algunas colecciones cuentan ya con gran parte de la bibliografía antigua y actual sobre las aves mexicanas, lo que las convierte en centros de información valiosísimos para los investigadores, los estudiantes y el público en general. Las principales colecciones de aves en México son las del Instituto de Biología de la UNAM —la cual recientemente incorporó el acervo de la Dirección de Fauna Silvestre— que contiene la mayor parte de las colecciones del antiguo Museo Nacional; la del Museo de Zoología Alfonso L. Herrera de la Facultad de Ciencias de la UNAM; Museo de Historia Natural de la ciudad de México, que tiene solamente colecciones de exhibición; la de la Universidad Autónoma de Nuevo León; la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; el Instituto de Historia Natural de Chiapas; el Instituto Politécnico Nacional; la Universidad Autónoma de Morelos. Muchas de éstas tienen valiosas colecciones regionales, y algunas representación nacional.

Pero como se mencionó anteriormente, las mayores colecciones de aves mexicanas, que incluyen casi todos los ejemplares tipo, se encuentran en el extranjero. Los principales museos que las contienen son: British Museum of Natural History (Londres); Muséum National d'Histoire Naturelle (París); American Museum of Natural History (Nueva York); United States National Museum (Washington, D.C.); Museum of Vertebrate Zoology (Berkeley, California); Field Museum of Natural History (Chicago); Museum of Comparative Zoology (Harvard); Western Foundation of Vertebrate Zoology (Los Ángeles); Texas Cooperative Wildlife Collections (Texas); San Diego Museum of Natural History (San Diego, California); Occidental College (Los Ángeles); Los Angeles County Museum (Los Ángeles); así como los museos de las universidades de California, Cornell, Florida, Kansas, Louisiana, Michigan, Minnesota y Yale.

El desarrollo de la ornitología mexicana en el futuro es prometedor, debido al creciente número de grupos de trabajo y al interés general por la protección y estudio de la avifauna. Aunado a esto, varios estudiantes mexicanos realizan estudios de especialización y posgrado en México y en el extranjero, de modo que en poco tiempo la ornitología en México llevará un ritmo constante y actualizado.

[FNT 74]


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