I. "SIN COLESTEROL"

EN AñOS recientes han aparecido en los supermercados productos diversos de la industria alimentaria nacional y extranjera que llevan estas leyendas en sus etiquetas: "Sin colesterol" o Cholesterol Free (que viene a ser lo mismo, pero en inglés).

"Sin colesterol" se anuncian productos lácteos, margarinas, leche, yogurt; sustitutos del tocino producidos a base de proteína de soya; diversas marcas de pan de caja que, por cierto, nunca hasta ahora habían alardeado de no contener colesterol; mayonesas, maíz para hacer palomitas en horno de microondas, manteca de cacahuate, etc. Hoy se puede encontrar en los supermercados menús completos, congelados, preparados para la dieta típica de las personas con deficiencias cardiovasculares.

Algunos de los alimentos mencionados, como el pan de caja, se encuentran desde hace tiempo en el mercado y son generosamente consumidos por la población; pero la mayoría de los que hemos revisado son productos recientemente importados de EUA. Ante esta situación es natural que nos hagamos ciertas preguntas como: ¿con el alimento estamos importando una cocina nueva? Y si es así, ¿qué tendría que ver esa moda con nuestra realidad nacional? ¿No será que poner "sin colesterol" es un buen recurso mercadotécnico para que el consumidor compre el producto? Y, si lo es, ¿qué fundamentos pueden convencer a nuestra población de que consuma esa clase de alimentos?

Las normas comerciales de algunos países no permiten mencionar en las etiquetas de los alimentos procesados lo que éstos NO contienen; la lista de ingredientes que un producto puede dejar de contener es infinita. ¿Por qué es importante señalar que un alimento no contiene colesterol?

La verdad es que muchos productos que se anuncian "sin colesterol" no tienen por qué tenerlo, pues están compuestos de derivados vegetales que carecen de colesterol. Otros productos, como los lácteos, que generalmente contienen grasas animales, al ser descremados o al sustituirse la grasa animal por la vegetal, quedan libres de colesterol. Así, a lo que antes se conocía como "leche descremada" hoy prefiere llamársele "leche sin colesterol". Ambas cosas son ciertas, es descremada y no tiene colesterol, pero tal parece que al mencionar la palabra colesterol se recurriera al prestigio de lo científico para atraer a la mayoría de la gente. Así, con el aval de la ciencia, el consumidor se siente más seguro de adquirir, junto con las "palabras mágicas", un producto de buena calidad.

El productor simplifica, pues, con una etiqueta, la tarea del consumidor; quien, al seleccionar sus alimentos, debería leer detalladamente el contenido de las etiquetas de los alimentos que adquiere. El consumidor puede considerar como norma que si en las etiquetas no aparecen productos de origen animal es muy probable que el alimento escogido carezca de colesterol.

En esta obra se pretende ofrecer a los lectores un panorama sobre el colesterol para que así, bajo diferentes puntos de vista, conozcan lo más importante acerca de este compuesto químico, su papel en nuestra fisiología, así como los perjuicios que, por herencia o por circunstancias ambientales, puede ocasionarnos. Otro aspecto significativo de este libro es que se pretende dar respuesta a las preguntas de muchas personas con cantidades anormales de colesterol en sangre y que carecen de información acerca de cómo actuar al respecto. La inquietud del público en general sobre el colesterol es múltiple y variada. En este libro pretendemos responder a las diversas preguntas que las personas se hacen acerca de este compuesto, a nuestro juicio mercadotécnicamente sobreexplotado, ya que sólo un conocimiento fundado nos puede ayudar a predecir situaciones y a tomar las decisiones que resulten pertinentes.

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