V. OTROS FACTORES DE RIESGO
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DEMÁS
de la concentración elevada de colesterol en la sangre, que es el factor de riesgo más determinante, existen otros factores que influyen en el origen de la enfermedad coronaria y particularmente en el desarrollo del infarto de miocardio.A lo largo de las décadas de los cincuenta y los sesenta se llevó a cabo en Estados Unidos un famoso estudio epidemiológico conocido como el estudio de Framingham.
Framingham es el nombre de una ciudad de Nueva Inglaterra donde se realizó la investigación. En ésta se observó el desarrollo de la ateroesclerosis en 5 000 voluntarios a lo largo de 20 años. Se llegó a la conclusión de que los factores que más favorecían el desarrollo de la enfermedad eran: el colesterol elevado, la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad y el tabaquismo.
En esa misma época otros estudios epidemiológicos demostraron que la dieta era un factor determinante en el desarrollo de la enfermedad coronaria. Se observó que las poblaciones que consumían triacilglicéridos (grasas) de origen vegetal corrían menos riesgo de padecer ateroesclerosis que las que consumían grasas animales. Y es que los aceites vegetales contienen más ácidos grasos mono y polinsaturados que las grasas animales, en las que predominan los ácidos grasos saturados.
Los ácidos grasos saturados están compuestos por átomos de carbono unidos por ligaduras sencillas; en los ácidos grasos mono y polinsaturados los átomos de carbono pueden estar unidos por ligaduras dobles, una o varias, respectivamente.
En un estudio que se llamó De los siete países (Finlandia, Grecia, Holanda, Italia, Japón, Estados Unidos y Yugoslavia) se observó que los habitantes de Creta, que seguían una dieta tan rica en grasas como la de los finlandeses, no presentaban colesterol elevado y que su mortalidad coronaria era muy baja, lo cual no sucedía con los finlandeses. La única diferencia entre las poblaciones de Creta y Finlandia consistía en el tipo de grasas que contenían sus dietas; mientras que los finlandeses consumían gran cantidad de ácidos grasos saturados en quesos, mantequilla, leche, huevos y carne, los cretenses consumían aceite de oliva en abundancia, rico en ácidos grasos monoinsaturados.
Estudios recientes han demostrado que el consumo de ácidos grasos monoinsaturados ayuda a prevenir el infarto cardiaco con mayor eficacia que los polinsaturados, ya que aunque éstos disminuyen la concentración de colesterol de LDL en sangre, también hacen que baje la del colesterol de HDL, o colesterol benéfico, lo cual no ocurre con los ácidos grasos monoinsaturados, pues éstos bajan el colesterol de LDL sin disminuir el colesterol de HDL.
CUADRO 2. Tipo preponderante de ácidos grasos en algunos alimentos.
ÁCIDOS GRASOS SATURADOS (contenido: más de 50% del peso del alimento) Coco (aceite y pulpa) Manteca de cerdo Manteca de cacao (chocolate blanco) Mantequilla Contenido entre 10 y 50% del peso del alimentoCarne gorda de res Jamón grasoso Carnitas Mayonesa Crema Queso amarilloChicharrón Queso ChihuahuaChocolate Queso OaxacaChorizo TocinoContenido: menos del 10% del peso del alimento Carne magra (cerdo, res, ternera) Corazón Leche entera de vaca Queso fresco Requesón
ÁCIDOS GRASOS MONOINSATURADOS (contenido: más de 50% del peso del alimento) Aceite de ajonjolí CacahuateAceite de oliva MargarinaAlmendra NuezAvellana PistacheContenido: entre 10 y 50% del peso del alimento Aguacate Carne gorda de cerdo Pavo Yema de huevo Contenido: menos de 10% del peso total del alimento Huevo entero Pollo Vísceras
ÁCIDOS GRASOS POLINSATURADOS Contenido: más de 50% del peso del alimento Aceite de cártamo Aceite de girasol Aceite de hígado de bacalao Aceite de maíz Aceite de soya Nuez de castillaContenido: entre 10 y 50% del peso del alimento Atún enlatado Sardina en aceite Contenido: menos de 10% del peso del alimento Arroz Pescado (huachinango, mero, Avena mojarra, sierra, robalo, Frijol trucha) Frutas (todas) Pulpo Garbanzo Soya Haba Tortilla Lenteja Trigo Maíz Verduras (todas) Ostión
FUENTE: Bourges, H., "Alto a la ateroesclerosis", Cuadernos de nutrición, vol. 13, núm. 6, 1990.
Los tres principales factores de riesgo, en orden de importancia, son: el colesterol elevado, el tabaquismo y la hipertensión arterial. Otros determinantes de la ateroesclerosis son la pertenencia al sexo masculino, la edad, la diabetes, la obesidad, la vida sedentaria, el estrés y la predisposición familiar a la ateroesclerosis prematura.
El hábito de fumar cigarrillos se asocia cada vez más con el infarto de miocardio, por lo cual las autoridades sanitarias han tomado disposiciones para tratar de disminuir la frecuencia de ese hábito y proteger a aquellas personas que no fuman; así, han asignado áreas para fumadores y para no fumadores en los locales públicos y en general en recintos cerrados o mal ventilados.
En una investigación que abarcó a 8 282 hombres de 40 a 64 años de edad se vio que la probabilidad de tener un primer accidente coronario era mayor en el grupo de fumadores que en el de no fumadores. Las personas que fuman más de una cajetilla diaria tienen 2.5 veces más probabilidad de enfermar que las que no fuman.
A pesar de que los estudios epidemiológicos sobre el hábito de fumar son concluyentes acerca de la relación entre el uso del cigarro y la enfermedad coronaria, no se sabe cuál o cuáles son exactamente los agentes nocivos directos ni cómo actúan.
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El estudio de Framingham permitió demostrar que existe una relación directa entre la hipertensión arterial y el desarrollo de la enfermedad coronaria. También otros estudios han concluido que las concentraciones de colesterol en el suero y la hipertensión están estrechamente ligadas como factores de riesgo de enfermedad coronaria.
Se cree que la presión arterial elevada contribuye a lesionar la pared interna de la arteria, con lo cual, debajo de ésta, se facilita la formación de depósitos de colesterol y, posteriormente, de ateromas.
Se ha demostrado además que las plaquetas y los glóbulos blancos de las personas hipertensas contienen mayor cantidad de calcio que los de las personas normales. Esto propicia la acumulación de calcio en las células musculares lisas de la pared arterial y contribuye a su vez a la formación de ateromas.
El valor promedio deseable de presión diastólica la baja, para adultos de más de 30 años es de 80 milímetros de mercurio.
CONCENTRACIÓN DE TRIACILGLICÉRIDOS EN LA SANGRE
La elevada concentración de triacilglicéridos en el suero sanguíneo es otro factor de riesgo, pues disminuye la concentración de lipoproteínas de alta densidad, con lo cual el colesterol tiene menos probabilidad de ser transportado hacia el hígado y posteriormente ser excretado.
El sobrepeso es otro de los factores relacionados con problemas cardiovasculares. Generalmente, la obesidad se produce cuando la persona incorpora a su organismo, a través de alimentos, más energía de la que gasta. Los alimentos que proporcionan mucha energía por unidad de peso son las grasas y después los carbohidratos. El exceso, tanto de unas como de otros, es almacenado por el organismo en forma de grasa.
Es importante señalar aquí que no hay alimentos que engorden o alimentos que no engorden. Lo que sucede es que unos aportan más energía que otros. Así, el sobrepeso dependerá de la cantidad que se consuma tanto de unos como de otros y del equilibrio que se establezca entre ingestión y gasto.
Observaciones recientes sugieren que el obeso de tipo panzón (con abdomen muy desarrollado) es más propenso al infarto que el obeso de tipo trompo (que acumula el sobrepeso en la cintura y en las caderas). Aunque aún no se conocen con seguridad las causas de esta diferencia, se podría pensar que la acumulación del sobrepeso en las caderas tiene que ver con la proporción de hormonas femeninas en el individuo, las cuales, como ya vimos, protegen contra los ataques cardiacos.
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Figura 3. ¿Que tipo de obeso soy?
Pertenecer al sexo masculino es un factor de riesgo. Las tasas de enfermedad coronaria son de tres a cuatro veces más altas en los hombres que en las mujeres en la etapa de su vida que va de los 25 a los 45 años, y dos veces mas elevada en edades más avanzadas. Aparentemente, en su etapa reproductora la mujer goza de cierta protección atribuible a las hormonas femeninas que produce. Como se recordará, existe una relación química estrecha entre las hormonas femeninas y el colesterol; tal vez la fabricación de dichas hormonas haga que el organismo desvíe la producción de colesterol.
Aunque los estudios epidemiológicos demuestran que el riesgo de enfermedad coronaria aumenta con la edad, lo cierto es que la incidencia de infartos entre individuos jóvenes (30 o 35 años) ha ido aumentando en los últimos tiempos. Esto se puede atribuir, desde luego, a factores genéticos, pero es muy probable que el género de vida y los patrones occidentales de alimentación hayan contribuido en mayor medida.
Existe una correlación entre edad e índices altos de colesterol y es fundamental valorar estos datos para precisar la magnitud del riesgo en cada individuo.
La edad es un factor cuya influencia realmente no se conoce del todo; por ejemplo se sabe entre la población estadounidense los niveles de todos los lípidos y las lipoproteínas aumentan con la edad. En lo que respecta a otros factores de riesgo, lo que se considera anormal para personas de 20 años no lo es necesariamente para personas de 50, por ejemplo.
Las personas diabéticas están en riesgo de padecer enfermedades coronarias con mayor frecuencia, aunque su enfermedad esté controlada.
Ciertos medicamentos que bajan la glucosa en la sangre también elevan el colesterol, lo cual propicia la formación de ateromas.
La vida sedentaria es otro factor de riesgo. La mayoría de la población en las ciudades lleva una vida sedentaria. Las distancias que hay que recorrer obligan a emplear algún medio de transporte en vez de caminar. En la ciudad las ocupaciones no requieren gran actividad física, los espectáculos y la televisión son entretenimientos habituales que excluyen al ejercicio, lo cual hace que la gente gaste menos energía física. Digamos que en el ambiente urbano el gasto de energía física humana está en proporción inversa al gasto de energía eléctrica.
Por otra parte, cuando no se hace ejercicio el propio organismo va reduciendo su capacidad de hacer trabajo físico. Por eso es recomendable esforzarse diariamente por mejorar la condición física mediante el ejercicio.
Un estudio realizado entre estudiantes de la Universidad de Harvard a lo largo de diez años demostró que cuando los alumnos realizaban algún ejercicio físico en forma sistemática, aunque fuera moderado, el riesgo de sufrir un primer ataque de enfermedad coronaria disminuía en 50 por ciento.
La falta de ejercicio propicia la circulación sanguínea lenta y deficiente, lo cual favorece la permanencia prolongada del colesterol en determinadas zonas y contribuye a la formación de ateromas. Parece que además el ejercicio aumenta la proporción de lipoproteínas de alta densidad en la sangre; como se recordará, éstas acarrean el colesterol desde la periferia hacia el hígado para que sea excretado y evitan que se deposite en las arterias.
CUADRO 3. Situación de riesgo de enfermedad coronaria por factores diferentes al colesterol de LDL
Se considera que la persona (cualquiera que sea su sexo) está en situación de riesgo elevado si se encuentra en una de las situaciones siguientes a) Padece enfermedad coronaria declarada: Presenta características clínicas y resultados de laboratorio objetivos que indican una situación de infarto de miocardio o angina de pecho. b) Presenta dos de los siguientes factores de riesgo de enfermedad coronaria: ñ Pertenece al sexo masculino.* ñ En la familia ha habido enfermedad coronaria prematura (infarto de miocardio o muerte de padres o hermanos antes de los 55 años de edad). ñ Es fumador (fuma más de 10 cigarrillos por día). ñ Padece hipertensión. ñ Presenta concentraciones bajas de colesterol de HDL (por debajo de 35 mg/dl en mediciones sucesivas). ñ Padece diabetes mellitus. ñ Tiene una historia clínica de enfermedad vascular periférica oclusiva o cerebrovascular. ñ Padece obesidad excesiva (igual o superior a un 30% de sobrepeso en relación con su peso ideal).
* Se considera que pertenecer al sexo masculino es un factor de riesgo porque las tasas de enfermedad coronaria son de tres a cuatro veces más elevadas en hombres que en mujeres entre los 25 y los 45 años de vida, y dos veces más elevadas en edades más avanzadas. Por lo tanto se considera que un hombre que posea además otro factor de riesgo de enfermedad coronaria se encuentra en situación de alto riesgo, mientras que una mujer estaría en esta situación sólo si tuviera otros dos factores de riesgo. FUENTE: Report of the Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Cholesterol in Adults", Arch. Intern. Med., 1988.
Además, una actividad física deficiente aumenta el riesgo de obesidad, que es, a su vez, importante factor de riesgo para la enfermedad coronaria.
Otro de los factores de riesgo que hay que tomar en cuenta en la génesis de la enfermedad coronaria es el tipo de personalidad. Las personas que se cargan de responsabilidades, son obsesivas en el cumplimiento de normas, son perfeccionistas, competitivas y agresivas y se ven sometidas a tensiones y urgencias constantes sufren infarto con mayor frecuencia que las demás. Lamentablemente, en el medio laboral actual éstas son las características de personalidad que más demandan los empleadores.
Se desconoce con precisión cuáles son los mecanismos químico-biológicos que intervienen en estas situaciones, pero las estadísticas apoyan dicha evidencia. La emoción y el estrés pueden modificar las concentraciones de lípidos en el plasma; es importante tener esto en cuenta y evaluar la posibilidad de tomar un medicamento que baje la concentración de lípidos o de una dieta especial.
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