V. SISTEMAS ESTRUCTURALES ACTIVOS
LA APARENTE complejidad estructural de M�xico es consecuencia de la geodin�mica global que ha afectado a las diversas provincias y subprovincias geol�gicas que constituyen el pa�s y sus mares aleda�os. Del Mioceno al Cuaternario, como ya se mencion� en el cap�tulo anterior, la asimilaci�n de la antigua dorsal del Pac�fico oriental bajo el continente gobern� el fracturamiento y fallamiento distensivo con orientaci�n noroeste-sureste, asociado al origen y evoluci�n del Golfo de California, y del Sistema Motagua-Polochic, en el noreste y el sur de M�xico, respectivamente.
Por otro lado, en las provincias del centro del pa�s, del Golfo de M�xico, del Caribe y del Istmo de Tehuantepec, se conjuntaron varios sistemas de esfuerzos tect�nicos distensivos, compresivos y de cizallamiento, cuyo resultado estructural es sumamente complejo, debido a que esos esfuerzos interactuaban simult�neamente al desplazarse la placa continental Norteamericana hacia el oeste-suroeste, el bloque Maya se deslizaba a lo largo del Sistema Motagua-Polochic, y la subducci�n de la Placa de Cocos difund�a en la corteza todo tipo de esfuerzos: compresivos, distensivos y de cizallamiento en su movimiento hacia el noreste.
Estos �ltimos esfuerzos aparentemente han sido los m�s importantes desde el Mioceno hasta el Cuaternario, sin menoscabo de aquellos que fueron localmente significativos y que generaron otros sistemas estructurales. La informaci�n geol�gica y geof�sica en el subsuelo y en afloramientos es vasta en descripciones sobre sistemas de fallas, fracturas y pliegues con una orientaci�n noreste-suroeste; sin embargo, su origen es controvertido, por lo que es necesario analizar simult�neamente los rasgos fisiogr�ficos y estructurales del continente y de las cuencas oce�nicas que lo circundan.
En este trabajo se delimitan varios sistemas estructurales distensivos y de cizallamiento que han sido detectados; se observa que no son accidentes tect�nicos locales cuando se integran regionalmente.
En la figura 22 se muestran los rasgos morfotect�nicos de la Rep�blica Mexicana y se destacan algunas estructuras mayores asociadas a los sistemas de fallas y fracturas con orientaci�n noreste-suroeste. La delimitaci�n de las alineaciones dista de ser sencilla debido a que existen copiosas bifurcaciones en los sistemas de fracturamiento conjugados. No obstante, es posible visualizar los sistemas cuando se relacionan conjuntamente con los cambios de flexi�n estructural, contactos estratigr�ficos y fisiogr�ficos, cauces fluviales mayores, distribuci�n de fuentes termales y de focos s�smicos, que as� lo indican.
Figura 22. Las flechas indican la direcci�n del movimiento de la placa oce�nica abajo del continente, del suroeste hacia el noreste, y en el esquema inferior se ilustra el deslizamiento del fondo oce�nico bajo el continente. Las l�neas discontinuas en el interior del continente indican algunos sistemas de fracturamientos regionales; las flechas, la direcci�n de los esfuerzos tect�nicos que dieron origen a la formaci�n de la Sierra Madre Occidental y a la de Chiapas.
Tales sistemas estructurales limitan a grandes bloques continentales (Figura 22) y entre ellos existen otros tambi�n regionales que cruzan el pa�s, no menos importantes.
El origen de esta fragmentaci�n del basamento continental tal vez sea el reflejo de los elementos estructurales de las placas oce�nicas que conforman a la de Cocos, y que han sido asimiladas por la placa continental. Las placas oce�nicas est�n divididas en un sistema de subplacas delimitadas entre s� por fallas de transformaci�n, que al ser traslapadas por el continente se desplazan individualmente y con diferente velocidad, rumbos y �ngulos de inclinaci�n en el subsuelo, lo cual depende tambi�n de varios factores: velocidad de desplazamiento regional y local, �ngulo de incidencia entre el continente y la placa oce�nica y configuraci�n basal del continente (rugosidad), entre otros.
Las subplacas oce�nicas en el subsuelo continental se detectan mediante la localizaci�n de la profundidad y distribuci�n de los focos s�smicos. Los l�mites de las mismas se manifiestan en la superficie como sistemas de fracturas y de fallas de tipo distensivo, generalmente asociadas con aparatos volc�nicos, o bien, mediante derrames �gneos de tipo fisural, fuentes hidrotermales y zonas mineralizadas. La uniformidad que se observa en la continuidad de las fallas de transformaci�n de las placas oce�nicas se enmascara en el continente debido a su complejidad estructural. Sin embargo, las alineaciones regionales en la superficie del continente son determinables, y est�n constituidas por sistemas de fracturas y de fallas que en su conjunto, presentan ciertas orientaciones preferenciales (Figura 21), susceptibles de ser determinadas.