I. INTRODUCCI�N

LAS PALABRAS "COMUNICACI�N" E "INFORMACI�N" pertenecen al lenguaje cotidiano; se usan y se conoce su significado en forma intuitiva, nadie subestima su importancia, pero pocas personas podr�an definirlas en forma precisa.

Desde el punto de vista etimol�gico, la palabra "comunicaci�n" proviene de la ra�z latina communicare, es decir, "hacer com�n" algo. Por otra parte, "informaci�n" tiene su origen en las palabras in y formare, es decir, "instruir hacia adentro". A partir de estas dos palabras, y debido a la importancia que en �pocas recientes han cobrado, se ha generado una enorme cantidad de variantes, cada una con un significado muy preciso, aplicable a ciertos tipos de situaciones. Por ejemplo, "telecomunicaciones" significa comunicar a distancia, "inform�tica" (que proviene de "informaci�n", auto y m�tica) supone el procesamiento autom�tico de la informaci�n; "telem�tica " es la conjunci�n de "telecomunicaciones" e "inform�tica", e implica la transmisi�n y el procesamiento autom�tico de la informaci�n.

En una de las obras de mayor repercusi�n sobre las telecomunicaciones modernas, A Mathematical Theory of Communication, de C. E. Shannon y W. Weaver, editada por la University of Illinois Press, en 1949, se define el concepto de comunicaci�n de una manera muy sencilla: "comunicaci�n son todos aquellos procedimientos por medio de los cuales una mente afecta a otra". Esto incluye voz, texto impreso o escrito, m�sica, artes, teatro y danza. En la misma obra se ampl�a la idea anterior para incluir la posibilidad de comunicaci�n entre maquinas: "comunicaci�n son todos aquellos procedimientos por medio de los cuales un mecanismo afecta la operaci�n de otro", y se menciona expl�citamente, como ejemplo, el control de aviones.

Pero volviendo a las dos palabras originales (informaci�n y comunicaci�n), es necesario mencionar que ambas tienen una gran cantidad de acepciones, y sus significados pueden ser sorprendentemente distintos, como veremos a continuaci�n.

La informaci�n es coleccionable, almacenable o reproducible. Se utiliza para tomar decisiones, conduce tambi�n a conclusiones acertadas o equivocadas, puesto que puede ser interpretada de diversas formas por distintos individuos, dependiendo de muchos factores subjetivos y del contexto en que se encuentre la persona que la recibe e interpreta. As� como es posible comunicar una noticia, tambi�n se comunican los estados de �nimo, opiniones o conocimientos. Citamos un caso a manera de ejemplo: el 19 de junio de 1815, en la Bolsa de Valores de Londres, un mensajero proveniente de Ostend, B�lgica, entreg� en secreto una noticia a Nathan Rothschild. De inmediato, Rothschild vendi� todas sus acciones. Los observadores, enterados de que Rothschild ten�a fuentes confiables de informaci�n, lo imitaron porque supusieron que ello se deb�a a una victoria napole�nica en Waterloo, lo cual pondr�a en serios problemas a la prosperidad brit�nica y su hegemon�a sobre Europa. Hacia el mediod�a, en un mercado de valores totalmente deprimido, Rothschild compr� nuevamente todos los valores que �l y todos los que lo imitaron hab�an vendido, a s�lo una fracci�n del precio de las ventas originales. Horas m�s tarde lleg� la noticia de la victoria de Wellington, con lo cual los valores no s�lo recuperaron su precio de la ma�ana, sino que, al estar en manos de una sola persona, �ste aument�... y con ello Rothschild gan� una fortuna, en pocas horas, por tener y manejar adecuadamente informaci�n que nadie m�s pose�a. 1 [Nota 1]

Todo lo relacionado con las comunicaciones —es decir, las t�cnicas, la ciencia, la tecnolog�a— se ha visto fuertemente impulsado por las necesidades militares de cada �poca. Una infinidad de hechos hist�ricos documentan el derrumbe de personajes, la derrota de ej�rcitos y la p�rdida de enormes fortunas, porque alguna de las partes en pugna contaba con informaci�n estrat�gica que las otras partes no pose�an.

La mayor influencia sobre las comunicaciones la tuvo la segunda Guerra Mundial: en esa �poca la humanidad ya se encontraba en la frontera de la revoluci�n tecnol�gica, misma que las actuales generaciones hemos tenido la oportunidad de presenciar desde hace algunos a�os. Muchos de los sucesos que condujeron a la conclusi�n de la guerra, con el resultado que todos conocemos, estuvieron relacionados con la disponibilidad de informaci�n oportuna o con la intercepci�n ingeniosa de informaci�n del enemigo. Los requerimientos de comunicaciones instant�neas, seguras y privadas de esa �poca fueron determinantes para que las comunicaciones sean lo que son hoy en d�a. Recientemente, un almirante retirado de la Real Armada Brit�nica describi� c�mo su conocimiento de los c�digos con que se enviaban �rdenes a los submarinos alemanes le permiti� conducir convoyes de los Aliados alrededor de buques enemigos, y c�mo esto condujo finalmente a una victoria en el Atl�ntico. Este tipo de espionaje militar tambi�n dio a los Aliados las primeras pistas sobre las armas alemanas basadas en bombas V, por lo cual se decidi� el bombardeo del centro de desarrollo estrat�gico alem�n en Peenem�nde. 2 [Nota 2]Tambi�n se sabe que, en los �ltimos d�as de la guerra, Churchill y Roosevelt se comunicaban telef�nicamente s�lo si exist�a la seguridad de que nadie los escuchaba o de que si alguien lo hac�a, no los entender�a; esto se resolvi� con el siguiente esquema: despu�s de establecer una perfecta sincronizaci�n entre los equipos de ambos l�deres, se usaban dos copias id�nticas de grabaciones de ruido. Entonces, en las habitaciones donde iban a realizarse las conversaciones se activaba el inicio de las grabaciones id�nticas, con la mayor precisi�n de tiempo posible, (por ejemplo a las 00:00 horas GMT). Con esa ruidosa "m�sica de fondo" transmit�an su conversaci�n: mientras uno de ellos sumaba el ruido a su voz antes de la transmisi�n, el otro lo restaba de lo que recib�a (o sea, de la suma de voz y ruido); con esta �ltima operaci�n quedaba s�lo la voz en el receptor. Cualquier intercepci�n de las transmisiones s�lo hubiera sido capaz de reproducir el ruido, totalmente ininteligible, debido a que su volumen era mucho mayor que el de la voz.

Se sabe de muchos esc�ndalos financieros en los cuales las personas que poseen informaci�n confidencial antes que otras, la usan a su favor, y ganan grandes capitales (este uso personal de informaci�n confidencial es ilegal en muchos pa�ses).

En estos d�as es dif�cil pensar que alguien niegue conscientemente que la informaci�n tiene un valor; la informaci�n ha ido ganando importancia conforme la gente que toma decisiones est� convencida de que �sta se puede asociar a un valor real, frecuentemente ligado a un valor material o econ�mico. Esto es distinto de lo que ocurr�a en otras �pocas, en que predominaban otros bienes y servicios, que ten�an mayor valor econ�mico. A las �pocas de grandes cambios en la historia de la humanidad, se les han asignado nombres especiales: el Renacimiento, la Ilustraci�n, Revoluci�n industrial... En nuestros d�as, �ltima d�cada del siglo XX, es de tal importancia poseer, administrar y transmitir informaci�n, que toda la humanidad se ve y se seguir� viendo afectada, influida y posiblemente dominada por quienes tienen, administran y transmiten este recurso, raz�n por la cual a esta �poca se le han impuesto los calificativos de sociedad de la informaci�n o de Revoluci�n electr�nica, �ste �ltimo debido a la facilidad con que se procesa y transmite la informaci�n por medio de los sistemas modernos basados en dispositivos electr�nicos.

Uno de los aspectos m�s abstractos e importantes de la informaci�n es que su valor puede disminuir a lo largo del tiempo. Es decir, en un momento determinado a alguien le puede interesar contar con cierta informaci�n, pero ese inter�s puede decrecer o incluso desaparecer alg�n tiempo despu�s. Por otra parte, es necesario que la informaci�n sea de inter�s para el individuo que la adquiere o recibe, quien, adem�s, no debe conocer a priori su contenido; en caso contrario, dicha informaci�n le resultar� irrelevante. Es evidente que este estado de incertidumbre no necesariamente tiene que ser consciente ni voluntario.

La informaci�n se origina en una fuente y se hace llegar a su destinatario por medio de un mensaje a trav�s de un canal de comunicaci�n; el destinatario generalmente se encuentra en un punto geogr�fico distante, o por lo menos, separado de la fuente. La distancia entre fuente y destinatario puede variar desde pocos cent�metros (al hablar frente a frente a un volumen normal) hasta cientos y aun miles de kil�metros (como es el caso de transmisiones telef�nicas intercontinentales o de transmisiones desde y hacia naves espaciales).

Esto constituye precisamente el problema central de las telecomunicaciones, ya que al haber una fuente que genera informaci�n en un punto y un destinatario en otro punto geogr�fico distante del primero, se trata de saber cu�l es la mejor manera de hacer llegar al destinatario la informaci�n generada por la fuente, de manera r�pida (por la dependencia temporal de la importancia de la informaci�n), segura (para garantizar que la informaci�n no caiga en manos de alguien que haga mal uso de ella, o a quien simplemente no estaba destinada), y veraz (para garantizar que en el proceso de transmisi�n no se alter� el contenido de la informaci�n). En nuestros d�as, influidos fuertemente por aspectos de tipo econ�mico, intervienen adem�s otros factores, tales como el costo de hacer llegar la informaci�n de la fuente a su destino. Si el factor costos no fuera determinante, con seguridad conversar�amos telef�nicamente con amistades o parientes en otros pa�ses sin importar la duraci�n de las llamadas.

El problema central de las telecomunicaciones tambi�n fue definido con claridad por Shannon, nuevamente con una sencillez asombrosa, quien estableci� que un sistema de comunicaciones consiste en cinco componentes:

1) una fuente de informaci�n, 2) un transmisor de informaci�n cuya funci�n consiste en depositar la informaci�n proveniente de la fuente en un canal de comunicaciones, 3) un canal de comunicaciones, a trav�s del cual se hace llegar la informaci�n de la fuente al destino, 4) un receptor que realiza las funciones inversas del transmisor, es decir, extrae la informaci�n del canal y la entrega al destinatario, y 5) un destinatario (v�ase la figura I.1).

Un mensaje se usa para hacer llegar informaci�n de fuente a destino, y no es lo mismo un mensaje que la informaci�n que �ste contiene. Consid�rese el siguiente ejemplo: Una persona (A) desea enviar cierta cantidad de dinero por medio de un giro telegr�fico a otra persona (B). En este caso, A es la fuente, B el destinatario. La informaci�n es aquello necesario para conocer la cantidad de dinero y para originar la entrega del mismo a B, y el mensaje es el conjunto de palabras o s�mbolos telegr�ficos necesarios para que B conozca la intenci�n de A y para que B pueda disponer del dinero que A le env�a.

 

Figura I.1 Componentes de un sistema de comunicaciones.

Desde los or�genes de la humanidad, la forma natural en que la informaci�n se transmite entre personas es a trav�s del lenguaje oral. (En la actualidad, tambi�n existe la necesidad de transmitir informaci�n entre m�quinas.) Debido a la naturaleza ef�mera de los mensajes orales (hay que recordar el dicho popular de que "las palabras se las lleva el viento"), siempre existi� el deseo y la necesidad de hacer que el contenido de informaci�n sea invariante en el transcurso del tiempo. Ello dio origen a los mensajes escritos, los cuales han evolucionado desde las pinturas rupestres, la escritura cuneiforme, los pictogramas, los jeroglifos y el lenguaje fon�tico de los fenicios en el siglo XI a. C., hasta los distintos conjuntos de s�mbolos con que hoy se cuenta. Los precursores de las memorias electr�nicas, magn�ticas u �pticas de hoy son precisamente el papel y los muros de las cavernas. A lo largo del proceso, para pasar de los mensajes escritos a los s�mbolos codificados, el hombre invent� y perfeccion� sistemas que son frecuentemente utilizados en la actualidad, tales como la imprenta y la fotograf�a.

Desde la Antig�edad se reconoc�a la necesidad de transmitir informaci�n a distancia. Desde entonces, las soluciones a este problema han estado �ntimamente relacionadas con el desarrollo cultural, social y pol�tico de la humanidad. Para transmitir informaci�n entre dos puntos, primero debe ser "envasada" en un "contenedor", que posteriormente se enviar� a trav�s de un canal; dicho proceso es tan abstracto como el de la misma informaci�n, pero se explica con la ayuda de algunos ejemplos: si la informaci�n consiste en ideas, decisiones o estados de �nimo, las maneras de enviarla a distancia por medio de palabras, texto impreso, im�genes, ondas ac�sticas, ondas electromagn�ticas o se�ales intermitentes de humo —por mencionar s�lo algunas—, y los canales de comunicaci�n para cada uno de ellos son respectivamente el aire, el correo, un cable de televisi�n, el aire y la atm�sfera en los dos �ltimos casos. De esto se ve que el medio o canal a trav�s del cual se transmite la informaci�n es un elemento que impone restricciones sobre los "contenedores" de la informaci�n: una onda ac�stica s�lo puede ser transmitida por un canal que conduzca ondas ac�sticas y una el�ctrica, por un medio conductor de se�ales el�ctricas. Afortunadamente, hoy en d�a, con ayuda de la tecnolog�a, es posible solucionar estas limitaciones y convertir se�ales de un tipo a otro: el precursor de esto es el micr�fono, por medio del cual se convierte una se�al ac�stica en una se�al el�ctrica.

El mensaje fue creado por el hombre para comunicarse, es decir, para hacer com�n algo que en este caso espec�fico es la informaci�n. Esto es una muestra palpable del ingenio humano: la creaci�n de un mensaje forzosamente implica la necesidad de codificar la informaci�n para que sea susceptible de ser enviada o transmitida; no ser�a posible transmitir una idea si no se utilizara el lenguaje oral, el corporal, el escrito, o alg�n otro; estos lenguajes son precisamente las versiones codificadas de la informaci�n. Es posible explicar las funciones del codificador de la siguiente manera: as� como no se puede enviar una carta (es decir, un sobre de papel que contiene otros papeles en su interior, cuyos s�mbolos o texto contienen la informaci�n que se desea transmitir) a trav�s de un canal telef�nico o de la atm�sfera (esto �ltimo s�lo es posible si se lanza el sobre como proyectil y su alcance es de unos cuantos metros), tampoco es posible enviar se�ales de humo utilizando para ello un sobre de papel. Por tanto, es indispensable adaptar el mensaje que contiene la informaci�n al canal por el que ser� transmitido. Esta es precisamente la funci�n de un codificador. Para que se complete el proceso de comunicaci�n, se requiere que tanto el que origina el mensaje como el que lo recibe conozcan la forma en que fue codificada la informaci�n (esto es, el c�digo que fue empleado); en otras palabras, para que dos personas se comuniquen por la v�a oral, es indispensable que ambas hablen el mismo idioma, y para que dos personas se comuniquen por v�a telef�nica, se requiere que, adem�s de hablar el mismo idioma, ambas tengan a su disposici�n un aparato telef�nico y que ambos aparatos est�n unidos por medio de conductores de se�ales (v�ase figura I.2.).

 

Figura I. 2 Sistema de comunicaci�n con codificadores.

El hombre, al querer cubrir distancias cada vez mayores, empez� a utilizar sistemas cada vez m�s complejos, conforme se lo permit�an los avances cient�ficos y tecnol�gicos. Como consecuencia, tambi�n comenz� a usar sistemas de codificaci�n tan abstractos como la escritura misma: s�mbolos basados en se�ales intermitentes de humo, o en diversas combinaciones de se�ales de fuego generadas por medio de antorchas. �stos fueron los precursores de la codificaci�n de la informaci�n. El historiador griego Polibio (204-122 a. C.) 3 [Nota 3] relata que la manera en que se codificaban las 24 letras del alfabeto griego era colocando cada una de ellas en una ret�cula cuadrada de 5 x 5 unidades: por ejemplo, el c�digo de la letra "alfa", colocada en el primer espacio, era "primer rengl�n, primera columna". Se puede afirmar que tambi�n fue Polibio quien dise�� el primer sistema digital de comunicaciones s�ncronas. En este caso, se trabajaba en la misma l�nea visual, de una isla a otra, con dos recipientes cil�ndricos de igual tama�o llenos de agua. Ambos ten�an un peque�o orificio por donde sal�a un chorro de agua. Dentro de los recipientes se contaba con una regla que ten�a un conjunto de s�mbolos convencionales: necesito refuerzos, necesito alimento, manden barcos, etc. Por medio de una antorcha se se�alizaba (se informaba) de una isla a otra el instante en que deb�a ser abierto el orificio, y por medio de otra antorcha se se�alizaba el instante en que deb�a ser cerrado. El mensaje transmitido era precisamente aquel que se encontraba a la altura del agua en el momento de cerrar los orificios. Por supuesto que la sincron�a era un factor extremadamente cr�tico; si �sta fallaba pod�an recibir, por ejemplo, refuerzos de caballer�a cuando lo que en realidad necesitaban eran alimentos (v�ase la figura I.3.).

 

Figura I.3 Codificador de Polibio.

La documentaci�n que existe acerca del desarrollo de la transmisi�n de informaci�n, es decir, de las telecomunicaciones, principalmente en sus or�genes, es m�s escasa que aquella referente a la evoluci�n de los lenguajes escritos; de hecho, la primera existe gracias a los segundos.

Es probable que entre los primeros sistemas de los cuales se vali� el hombre para transmitir informaci�n a distancia fue el de los mensajeros humanos. Sin embargo, cuando la distancia era mayor que la que pod�a recorrer un mensajero (ya sea caminando o cabalgando) en el tiempo requerido para que el destinatario no perdiera inter�s en la informaci�n o para que �sta no llegara demasiado tarde, surgi� el sistema denominado de "relevos". Esta nueva evidencia del ingenio humano est� documentada en fuentes hist�ricas sobre las comunicaciones en el Imperio romano: ah� se menciona la existencia de "mutaciones" y "mansiones", o sea, estaciones para cambio de cabalgadura y para descansar, respectivamente (estos conceptos son precursores de los hoteles y moteles ubicados en las carreteras de hoy).

Un mensajero que en aquella �poca ten�a que recorrer largas distancias estaba tambi�n forzado a salvar todas las asperezas topogr�ficas propias de la regi�n. El hombre se percat�, entonces, del hecho de que las se�ales �pticas pod�an recorrer mayores distancias y m�s r�pidamente que las se�ales de tipo ac�stico. Es decir, una persona puede alcanzar a ver algo que ocurre a una distancia mayor que aquella que puede ser cubierta por medio de sonidos o, en el caso extremo, de gritos. Esta "nueva tecnolog�a" pod�a, adem�s, f�cilmente salvar obst�culos, como barrancos, cerros, r�os o lagos.

Esquilo (525-456 a. C.), en su tragedia Agamen�n, relata c�mo alrededor del a�o 1000 a. C. ya se utilizaba este sistema en combinaci�n con el de los relevos: se estableci� un sistema de comunicaci�n �ptica entre Troya y Argos, que contaba con estaciones repetidoras, y lograba cubrir en una noche una distancia de m�s de 500 km (en mar y tierra). Por medio de este sistema la reina Clitemnestra recibi� en Mikenos la noticia acerca de la ca�da de Troya; para ella esto significaba el inminente regreso de su esposo. Cabe mencionar que en esa �poca, debido a que las se�ales �pticas se generaban por medio de antorchas, eran m�s efectivas las transmisiones durante la noche que durante el d�a.

En nuestros d�as persiste el sistema de las repetidoras; la funci�n de un sat�lite de comunicaciones "estacionado" a 35 000 km de distancia de la Tierra es la misma que la de un guerrero griego en la cima del monte Atos (el m�s alto entre Troya y Mikenos), a una altura de 2 033 metros sobre el nivel del mar: recibir informaci�n de un punto y retransmitirla a otro, sin introducir ninguna modificaci�n.

Describir la forma en que las comunicaciones han evolucionado desde aquellas �pocas hasta nuestros d�as ser�a equivalente a hacer un relato hist�rico de la humanidad misma. As�, pues, partiendo del hecho de que siempre ha existido la necesidad o simplemente el deseo de transmitir informaci�n a distancia en forma r�pida y confiable, a continuaci�n exponemos la evoluci�n de esta rama del conocimiento, explicando tambi�n el funcionamiento de algunos sistemas usados en la actualidad.

A pesar de que en el pasado remoto fueron ideados los precursores de las telecomunicaciones modernas, cuando al principio peque�os grupos de individuos y despu�s pa�ses enteros construyeron sus propias infraestructuras para satisfacer la necesidad de transmitir informaci�n a distancia, los fundamentos t�cnicos del �rea datan del pasado y el presente siglo. Una excepci�n es el correo, que se inici� hace ya algunos siglos y en el cual los principios b�sicos a�n perduran: la informaci�n que se ha de transmitir se codifica en palabras, que a su vez son plasmadas en papel (o sus predecesores); se utilizaba posteriormente algo similar a lo que ahora se conoce como un "sobre", el cual era depositado en un buz�n (o su equivalente). Todos los sobres depositados en los buzones eran recolectados y transportados a una oficina central en donde se seleccionaba la ruta que hab�a de seguir cada sobre; para llegar a su destino se pasaba por una etapa de transporte que inclu�a todos los recursos disponibles en cada �poca, hasta que finalmente se entregaba al destinatario. Durante un largo periodo en la historia de la humanidad, �sta fue la �nica forma de comunicaci�n a distancia, desde luego adapt�ndose a las posibilidades que iban ofreciendo los nuevos adelantos tecnol�gicos: en lo que se refiere al transporte, del caballo se pas� a los barcos y los ferrocarriles, despu�s a los autom�viles y por �ltimo a los aviones.

Fue necesario el descubrimiento de muchos fen�menos elementales de la f�sica, tales como la electricidad y el magnetismo, para que surgieran competidores para el sistema postal; esto ocurri� gracias a los trabajos pioneros de los f�sicos 4 [Nota 4] A. Volta (1745-1827); G. S. Ohm (1787-1854); J. C. Maxwell (1831-1879); A. M. Amp�re (1775-1836); J. Henry (1797-1878); M. Faraday (1791-1867); H. C. Oersted (1777-1851); C. Wheatstone (1802-1875); K. F. Gauss (1777-1855). Sus trabajos fueron aplicados exitosamente a los primeros sistemas de telecomunicaciones por H. Baudot (1845-1903); C. Chappe (1767-1805, quien fue el primero en utilizar la palabra "tel�grafo" para identificar el sistema que usaba para enviar mensajes a su hermano mientras estaba en la escuela); S. Morse (1791-1872); G. Marconi (1874-1937); A. G. Bell (1847-1922) y H. Hertz (1857-1894). Despu�s del tel�grafo �ptico se origin� el tel�grafo el�ctrico en su versi�n al�mbrica (1844), la cual evolucion� a su versi�n inal�mbrica (1874). Posteriormente, en 1876, hace casi 125 a�os, surgi� el sistema telef�nico. El tel�fono primero sorprendi�, luego provoc� temor (Lenin: para la contrarrevoluci�n no hay instrumento m�s adecuado que un tel�fono). Para los usuarios, salvo en aspectos de cobertura y conectividad, sigue siendo "casi" lo mismo que hace 125 a�os, es decir, una caja negra (o ahora de colores) con un micr�fono y un auricular. El tel�fono se fue convirtiendo en el sistema predominante, debido a que exist�a un abismo enorme en sus caracter�sticas con respecto al sistema postal e incluso al telegr�fico, gracias a su velocidad, su confiabilidad, su bidireccionalidad y su privac�a. Tan s�lo 35 a�os despu�s de su introducci�n (o sea, alrededor del a�o 1910) ya exist�an en los Estados Unidos de Am�rica cerca de unos 7 millones de tel�fonos (como referencia, a fines de 1992, en M�xico exist�an poco menos de 7 millones de l�neas telef�nicas).

La mayor�a de los usuarios del servicio telef�nico no podr�an imaginar lo que ser�an sus vidas sin el tel�fono. Est� basado, sin lugar a dudas, en la computadora m�s compleja, m�s grande, m�s distribuida de todo el mundo. Casi de manera instant�nea se pueden comunicar dos personas desde un punto a otro del planeta de manera autom�tica, con tan s�lo oprimir unos pocos botones o girando el peque�o disco de pl�stico del aparato telef�nico. La conexi�n, selecci�n de rutas y circuitos, la se�alizaci�n, la facturaci�n, ocurren casi sin intervenci�n humana en el proceso.

Durante estos 125 a�os de vida del tel�fono, se han desarrollado de manera paralela otras tecnolog�as complementarias y, por a�adidura, acontecimientos muy importantes promovieron a�n m�s el acelerado desarrollo del �rea. Ya desde la primera Guerra Mundial se reconoci� plenamente el valor estrat�gico de la transmisi�n de informaci�n, y se le dio adem�s algunos elementos que hasta esos momentos no hab�an sido considerados importantes: no era suficiente que llegara la informaci�n a su destino, sino que deb�a llegar de manera confiable y segura, sin la posibilidad de ser interceptada o escuchada por otras personas, a pesar de la presencia inevitable del ruido en los canales de comunicaciones. Estos problemas constituyen los temas centrales de la teor�a de la informaci�n, producto de la mente genial de C. E. Shannon.

Aunque en este momento hay numerosas opciones para resolver el problema central de las telecomunicaciones, los tres servicios originales (tel�fono, tel�grafo, correos) a�n subsisten y, en mayor o menor medida, siguen teniendo una importancia considerable dentro de las comunicaciones modernas para algunas aplicaciones especiales; no obstante, existe la posibilidad de que esta afirmaci�n no pueda ser sostenida dentro de algunas d�cadas.

En estas fechas estamos presenciando una carrera tecnol�gica en la cual es frecuente ver nuevos sistemas y servicios que hasta hace unos a�os eran inimaginables. Ello ha sido originado por un sinn�mero de descubrimientos cient�ficos y tecnol�gicos sobresalientes dentro de las comunicaciones, que han dado forma a lo que hoy son las telecomunicaciones modernas.

Los servicios y sistemas basados en tecnolog�as modernas que actualmente tiene a su disposici�n la humanidad cubren una amplia gama que va desde la telefon�a hasta la transmisi�n de datos por medio de redes donde las computadoras establecen "di�logos" entre s�, pasando por todos los sistemas de comunicaci�n con que gran parte del mundo se enfrenta todos los d�as (seguramente sin percatarse de su complejidad), tales como todas las modalidades de la radiodifusi�n, entre las que se encuentran la radio y la televisi�n, as� como todas las variantes de la telefon�a (desde la tradicional hasta la radiotelefon�a celular).

Dentro del contexto de la ciencia, la tecnolog�a y la ingenier�a, es posible afirmar que la riqueza y la belleza de las telecomunicaciones radican en el hecho de que en ella convergen y encuentran un equilibrio la ciencia pura, la ciencia aplicada, la ingenier�a y la tecnolog�a. La presencia de la ciencia se puede identificar desde los origenes de las telecomunicaciones en los trabajos de los cient�ficos que dieron vida a esta disciplina hasta los trabajos fundamentales de Wiener y Shannon. Por otra parte, la tecnolog�a y la ingenier�a se hacen presentes en el momento de convertir dichos conocimientos cient�ficos en satisfactores de necesidades humanas.

Las dos �reas que en el pasado han influido, pero que recientemente tienden a converger y a confundirse con las telecomunicaciones, son la electr�nica y la computaci�n.

La electr�nica es piedra angular de las telecomunicaciones, ya que los sistemas modernos est�n construidos con componentes electr�nicas. Los pioneros de este campo son indudablemente Shockley y Bartee, quienes inventaron la pieza fundamental de la electr�nica: el transistor. A ellos se les podr�a calificar como cient�ficos o ingenieros. El transistor, a la postre, se convertir�a en la piedra angular del procesamiento y la transmisi�n de la informaci�n. Este peque�o dispositivo dio tambi�n vida a los circuitos integrados, cuya importancia es incuestionable; en la actualidad existen y se usan circuitos integrados, o sea, pastillas de silicio de unos cuantos mil�metros cuadrados, que contienen millones de transistores, que, a su vez, en conjunto, realizan millones de operaciones aritm�ticas o l�gicas por segundo.

Por otra parte, a partir de la d�cada de los a�os treinta, surge la chispa genial de A. M. Turing (1912-1954), quien, apoyado en trabajos previos de H. Hollerith (1860-1923) y C. Babbage (1792-1871), dio vida a los conceptos que conforman ahora la ciencia y la ingenier�a de la computaci�n. En los a�os cuarenta, producto de los trabajos de J. P. Eckert (1919-), J. W. Mauchly (1907-1980) y J. G. Brainerd, se abrieron a la humanidad las puertas del mundo de la computaci�n: en 1943 se construy� la primera computadora, denominada ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Calculator). En la �ltima d�cada de este siglo se puede apreciar la trascendencia de ese desarrollo: es dif�cil concebir o imaginar un sistema medianamente complejo (es decir, que tenga que realizar muchas operaciones matem�ticas con cierto grado de automatizaci�n) que no tenga circuitos electr�nicos, entre los cuales, seguramente, se encuentran microprocesadores. Estos �ltimos son los descendientes de la primera computadora ENIAC.

La complementaci�n mutua de diferentes tecnolog�as y el desarrollo paralelo y concurrente de muchas de ellas han dado a las telecomunicaciones un grado de avance que hace apenas dos d�cadas y media era totalmente insospechable. Se cuenta en estos d�as con una infraestructura de telecomunicaciones con cobertura global, que ofrece una enorme variedad de sistemas interconectados, y que pone a disposici�n de los usuarios la m�s incre�ble diversidad de servicios de telecomunicaciones. Enumerarlos y saber c�mo funcionan constituye todo un reto: desde el servicio b�sico de telefon�a con todas sus modalidades y variaciones —como sus versiones local, de larga distancia, rural—, pasando por los distintos esquemas de radiotelefon�a —como la m�vil y la port�til—, hasta llegar al videotexto, las redes privadas y p�blicas de transmisi�n de datos, as� como las redes digitales con servicios integrados, la radiodifusi�n, la televisi�n —con sus versiones v�a cable, de alta resoluci�n—, servicios de valor agregado como el teletexto, el fax, la radiodeterminaci�n, la localizaci�n de personas, de veh�culos y de flotillas de veh�culos en movimiento, y casi todos los servicios que se prestan con las redes modernas de telecomunicaciones (casi todas las palabras que inician con el prefijo tele: telemedicina, telebancos, telecompras, televotaciones, teleconferencias, etc�tera).

Vale la pena recordar la frase c�lebre de I. Newton (1642-1727): "yo no podr�a ver tan lejos si no me apoyara en los hombros de gigantes". Los gigantes de las telecomunicaciones en que se apoyaron los cient�ficos a partir de 1940 fueron las transmisiones radioel�ctricas (las cuales permitieron el desarrollo de la televisi�n, la radio, las microondas y los sat�lites) y el�ctricas (que a su vez dieron origen al tel�fono, los cables submarinos, el t�lex y al concepto gen�rico de redes de telecomunicaciones).

Las mentes de las personas que permitieron llegar a este punto, de los "gigantes", aparte de que se les clasifique subjetivamente como cient�ficos, ingenieros o tecn�logos, tienen algo en com�n: fueron geniales, privilegiadas por haber podido poner a disposici�n de la humanidad sus inventos o desarrollos, sus conocimientos cient�ficos, que han cambiado de manera radical el comportamiento del ser humano, d�ndole la posibilidad de comunicarse, casi de forma instant�nea, de muy diversas maneras, con casi cualquier otro habitante de este planeta.

Pero a�n existe espacio para seguir explotando sus resultados. Hay que recordar que las ideas geniales provienen de genios, y que, lamentablemente, �stos no abundan, pero tambi�n que las ideas verdaderamente innovadoras dan herramientas poderosas y amplias posibilidades de explotaci�n al servicio de la humanidad durante un largo tiempo. Los nuevos gigantes de nuestra �poca tienen la ventaja de poder apoyarse sobre los hombros y los s�lidos resultados de los genios del pasado.

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