PRÓLOGO

Hace ya más de 50 años desde que empecé a estudiar medicina. En efecto, en 1943 ingresé a la entonces Escuela de Medicina de la UNAM, pensando que seis años después terminaría mis estudios, me graduaría de médico y, a partir de ese momento, ejercería mi profesión con gran prestigio social y éxito económico. Lo que pasó fue muy diferente: desde 1943 nunca he dejado de estudiar, me gradué de médico a principios de 1950 y a partir de esa fecha he trabajado en mi profesión durante ya casi medio siglo, con escaso impacto social y muy modesto éxito económico. La discrepancia entre mis expectativas juveniles y el desarrollo ulterior de mi vida se debe a dos factores principales: en primer lugar, a mi garrafal ignorancia a los 17 años de edad, y en segundo lugar, a la creciente complejidad de la medicina en los últimos 50 años. Quiero creer que con el paso del tiempo el primer factor se haya reducido un poco, pero en cambio me consta que el segundo factor ha crecido en forma fenomenal, y su transformación ha sido no sólo cuantitativa sino cualitativa. A lo largo de mi vida de médico no sólo he experimentado esa transformación, sino que también he estudiado los orígenes de la medicina y sus peripecias a través de la historia.

Estas páginas presentan un resumen de la evolución de la medicina desde sus principios hasta el momento actual. Se trata de una historia de mitos y de observaciones empíricas, de errores y de visiones geniales, de triunfos y de fracasos, de retrocesos y de avances, de ignorancia y de sabiduría, de ilusiones y de realidades, de mucho dolor pero también de mucha esperanza, o sea de una historia profundamente humana, tan vieja como la humanidad y tan joven como sus aspiraciones actuales. He intentado redactar esta historia de la medicina en forma sencilla y sin lenguaje técnico, porque no he escrito para médicos ni para historiadores, sino más bien para los jóvenes que pudieran ya estar interesados en elegir esa profesión para su vida realmente para aquellos que todavía no han hecho una decisión definitiva al respecto. También he escrito para los adultos que no son médicos que tengan curiosidad por establecer un primer contacto con la historia del llamado arte de Hipócrates y Galeno. Confieso que no soy un testigo imparcial: en mi opinión, la medicina es la más interesante, la más noble, y la más satisfactoria de todas las ocupaciones posibles del hombre, mil veces mejor que los oficios de Creso, Don Juan, de Napoleón y de Einstein. Además, exige la dedicación más completa, el ejercicio más amplio y continuo de todas las facultades y el desarrollo del espíritu más o de servicio a la sociedad, basado en el respeto y el amor por nuestros semejantes.

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