VIII.2. IMRE LAKATOS

Imre Lakatos (1922-1974) naci� en Hungr�a, en donde estudi� f�sica y astronom�a; sin embargo, durante las purgas estalinistas de 1950 fue detenido y pas� seis a�os en la c�rcel, de la que finalmente escap� a Inglaterra, en donde vivi� el resto de su vida. En la Universidad de Cambridge obtuvo un segundo doctorado en filosof�a de la ciencia; en Londres fue disc�pulo de Popper y su sucesor, al retirarse �ste de su c�tedra de l�gica y m�todo cient�fico en la Escuela de Econom�a de Londres. Lakatos muri� a los 52 a�os de edad en Londres.

La diferencia principal entre las posturas filos�ficas de Popper y Lakatos es que mientras el primero representa a la ciencia como una pelea entre dos contendientes, una teor�a y un experimento, y considera que el �nico resultado valioso es la falsificaci�n de la teor�a, el segundo sostiene que la ciencia se parece m�s a un pleito entre tres contendientes, dos teor�as y un experimento, y que el resultado interesante es con mayor frecuencia la confirmaci�n de una de las teor�as y no su falsificaci�n. Seg�n Lakatos, la historia de la ciencia no se parece mucho al esquema de Popper y en cambio se asemeja m�s a su propio modelo (que enunciaremos en un momento); en efecto, el estudio hist�rico revela que cuando falla alguna o algunas de las predicciones derivadas de una teor�a, �sta no se ha eliminado sino que se ha conservado mientras se afinan las observaciones realizadas y se llevan a cabo otras m�s. En p�ginas anteriores se�alamos que tales situaciones se conocen como anomal�as y que, lejos de constituir excepciones, son m�s bien la regla. De hecho, no conviene eliminar una teor�a en cuanto aparece la primera experiencia que la contradice, en vista de que una teor�a (aun plagada con anomal�as) es mejor que no tener ninguna teor�a. Con esta base, Lakatos propone que s�lo debe rechazarse una teor�a T, cuando se llenen los siguientes requisitos:
1) Otra teor�a T' encierra mayor contenido empírico que T, o sea que predice hechos nuevos no anticipados por, o hasta incompatibles con, T.
2) T' explica todo lo que explicaba T.
3) Parte del exceso de contenido de T', sobre T se confirma.


Imre Lakatos (1922-1974).

Es claro que mientras una teor�a cient�fica tenga algo a su favor no conviene eliminarla hasta que se posea una teor�a mejor; de hecho, debe d�rsele un tiempo para que se modifique de manera de poderse enfrentar mejor a las anomal�as que la afectan. Sobre esta base Lakatos propone que el punto de comparaci�n no deben ser teor�as aisladas sino m�s bien conjuntos de teor�as, generados por modificaciones sucesivas de sus predecesores, que de todos modos se conservan. A estos conjuntos de teor�as afines Lakatos los denomina "programas cient�ficos de investigaci�n".

Para un morf�logo, el esquema general de Lakatos es particularmente atractivo, porque postula una estructura casi tridimensional para sus "programas cient�ficos de investigaci�n". En efecto, cada uno de esos programas est� formado por tres capas conc�ntricas de entidades dial�cticas: 1) el n�cleo central, que re�ne los supuestos b�sicos y esenciales del programa, o sea todo aquello que es fundamental para su existencia; 2) este n�cleo central est� celosamente protegido de las peligrosas avanzadas de la falsificaci�n por un cintur�n protector llamado heur�stico negativo, un principio metodol�gico que estipula que los componentes del n�cleo central no deben abandonarse a pesar de las anomal�as, constituido por m�ltiples elementos variables, como hip�tesis auxiliares, hip�tesis observacionales, diferentes condiciones experimentales, etc.; 3) la capa m�s externa del programa cient�fico de investigaci�n se conoce como heur�stico positivo y est� representada por directivas generales para explicar fen�menos ya conocidos o para predecir nuevos fen�menos.

Naturalmente, existe una jerarqu�a de acceso a los tres niveles estructurales de los Programas lakatosianos de investigaci�n. La confrontaci�n inicial de la teor�a cient�fica (cualquiera que �sta sea) con nuevos datos experimentales ocurre primero con la periferia conceptual del sistema y s�lo tiene tres opciones: 1) est� de acuerdo con los principales hechos de observasi�n conocidos y anticipados, en cuyo caso se refuerza el n�cleo central del programa; 2) registra diferencias no explicables con el sistema, pero solamente al nivel del cintur�n protector o heur�stico positivo, que es f�cilmente modificable para incorporar los nuevos datos sin que el n�cleo central se afecte; 3) presenta informaci�n que afecta gravemente la vigencia central del sistema, al grado de amenazar (y algunas veces hasta lograr) cambiarlo por otro n�cleo diferente.

Lakatos propone que s�lo existen dos clases de programas cient�ficos de investigaci�n, los progresistas y los degenerados. La manera de distinguir entre estas dos clases es, en sus propias palabras, la siguiente:
Se dice que un programa de investigaci�n es progresista siempre que su crecimiento te�rico anticipe su crecimiento emp�rico, o sea, mientras contin�e prediciendo hechos nuevos con cierto �xito ("cambio progresivo del problema"); se considera que el programa est� estancado cuando su crecimiento te�rico est� rezagado en relaci�n con su crecimiento emp�rico, o sea, mientras s�lo ofrezca explicaciones post hoc, sea de descubrimientos accidentales o de hechos predichos por otro programa rival ("cambio degenerativo del programa"). Cuando un programa de investigaci�n explica progresivamente m�s que otro rival, lo supera, y entonces el rival puede eliminarse (o, si se prefiere, almacenarse).



Frontispicio del libro The Methology of Scientific Research Programmes, una colecci�n de ensayo de Imre Lakatos, publicado en 1975.

Los cr�ticos de Lakatos lo han atacado a muy distintos niveles: por ejemplo, no hay nada en el modelo de los programas de investigaci�n cient�fica que permita identificar a los componentes del n�cleo central dentro de la mara�a de teor�as que se manejan en un momento dado sobre un tema espec�fico; tampoco es posible sostener que el n�cleo central permanece inalterado, aun cuando el programa se encuentre en una etapa progresiva, pues en cualquier �poca uno o m�s investigadores pueden estar cuestionando alguna o algunas de sus partes fundamentales. Todav�a m�s problem�tico resulta el cintur�n heur�stico positivo, no s�lo por lo impreciso de su contenido sino por lo improbable de contar con una predicci�n razonable de las dificultades o anomal�as que pueden surgir en el futuro para las teor�as del n�cleo central. Lakatos se�ala:
[...] El heur�stico positivo define problemas, delimita la construcci�n de un cintur�n de hip�tesis auxiliares, previene anomal�as y las transforma con �xito en ejemplos, todo esto bajo un plan preconcebido.

Sin embargo, es muy poco cre�ble que una de las caracter�sticas de las buenas teor�as es que se presenten acompa�adas por este tipo de sistema de alarma anticipada. Lo natural es que la respuesta a las anomal�as, sea emp�rica o conceptual, surja despu�s que ellas y no antes; de otro modo se estar�an invirtiendo recursos intelectuales de la manera m�s colosalmente ineficiente, al intentar formular por adelantado la forma de responder a todas las anomal�as te�ricamente posibles.

Lakatos propone usar su esquema de programas de investigaci�n cient�fica para distinguir a la ciencia de otras actividades que pretenden serlo y no lo son, para distinguir entre programas progresivos y degenerados, y para explicar el crecimiento de la ciencia. En relaci�n con el primer punto, tanto Popper como Lakatos consideran de vital importancia la demarcaci�n entre lo que es ciencia y lo que no es, o sea la seudociencia. Como ya hemos mencionado, Popper usa como ejemplos de seudociencia al psicoan�lisis y a la teor�a marxista de la historia, mientras que Lakatos afirma:
El problema de la demarcaci�n entre ciencia y seudociencia tiene graves implicaciones tambi�n para la institucionalizaci�n de la cr�tica. La teor�a de Cop�rnico fue prohibida por la Iglesia cat�lica en 1616 porque la consider� como seudocient�fica. Se elimin� del �ndice en 1820 porque en esa �poca la Iglesia consider� que los hechos la hab�an demostrado y por lo tanto era cient�fica. El Comit� Central del Partido Comunista Sovi�tico declar� en 1949 que la gen�tica mendeliana era seudocient�fica y basado en ello asesin� en campos de concentraci�n a sus partidarios, como el acad�mico Vavilov; despu�s de la muerte de Vavilov, la gen�tica mendeliana fue rehabilitada, aunque el derecho del Partido para decidir qu� es cient�fico y publicable y qu� es seudocient�fico y castigable se sostuvo. En Occidente, el nuevo establishment liberal se reserva el derecho de negarle libre expresi�n a lo que considera seudociencia, como lo hemos visto en el caso del debate sobre raza e inteligencia. Todos estos juicios se basaron, inevitablemente, en alg�n tipo de criterio de demarcaci�n. Esto es porque el problema de la demarcaci�n entre ciencia y seudociencia no es un seudoproblema de los fil�sofos de sill�n, sino que tiene graves implicaciones �ticas y pol�ticas.

�sta es una postura valiente, expresada por alguien que tuvo una experiencia personal dolorosa al respecto; quiz� por eso conviene verla un poco m�s de cerca. �De veras creemos que la teor�a de Cop�rnico fue condenada porque era seudocient�fica, o m�s bien porque amenazaba a la autoridad de la Iglesia? Una vez identificada como amenaza a la verdad de las Sagradas Escrituras (a las que contradec�a) se le coloc� el marbete de "seudocient�fica" para justificar la condena. Lo mismo ocurri� con la gen�tica mendeliana, que en un momento dado represent� una amenaza para la carrera pol�tica de un grupo en la URSS y por lo tanto fue bautizada como "seudocient�fica"; naturalmente, tambi�n se le denomin� "desviacionista", "burguesa" y "capitalista". Respecto al debate sobre raza e inteligencia, los ecos que nos llegaron a M�xico de esa controversia en el vecino pa�s del Norte sugieren lo opuesto a una negativa a la libre expresi�n, ya que se trat� de un esc�ndalo may�sculo sobre un problema cient�fico relativamente simple pero con implicaciones pol�ticas y sociales de alcance incalculable en un pa�s cr�nicamente agobiado por la discriminaci�n racial.

Los programas de investigaci�n cient�fica de Lakatos tambi�n deben servirnos, seg�n su autor, para decidir sobre la aceptaci�n de unas teor�as sobre otras; las consecuencias de tal decisi�n no son inocentes, pues los programas de investigaci�n cient�fica degenerados no deben recibir apoyo econ�mico de fundaciones o agencias, los art�culos surgidos de ellos deben ser rechazados por las revistas especializadas, etc., en vista de que se trata de programas superados. Esto se justificar�a si Lakatos hubiera ofrecido criterios adecuados para distinguir los programas progresivos de los degenerados. Pero seg�n sus propias postulaciones esto no es posible porque hasta algunos programas que finalmente resultan altamente progresivos pueden pasar por �pocas degenerativas de duraci�n variable; Lakatos comenta que es racional trabajar en un programa degenerado con la esperanza de que su fortuna cambie.

En relaci�n directa con el m�todo cient�fico, Lakatos escribe:
Existen varias metodolog�as flotando en la filosof�a de la ciencia contempor�nea, todas ellas muy diferentes de lo que se entend�a por "metodolog�a" en el siglo XVII y hasta en el XVIII. Entonces se esperaba que la metodolog�a les proporcionara a los cient�ficos un libro de recetas mec�nicas para resolver problemas. Hoy ya se ha abandonado tal esperanza: las metodolog�as modernas o "l�gicas del descubrimiento" consisten simplemente en un grupo de reglas (posiblemente no muy coherentes y mucho menos mec�nicas) para la apreciaci�n de teor�as ya establecidas y articuladas... Estas reglas tienen una doble funci�n: en primer lugar, sirven como un c�digo de honestidad cient�fica, cuya violaci�n es intolerable; en segundo lugar, representar) la esencia de programas de investigaci�n historiogr�fica normativa.

En otras palabras, la b�squeda de una metodolog�a cient�fica satisfactoria no es para contestar a la pregunta �c�mo se hace la ciencia?, sino para establecer c�mo deber�a hacerse y para investigar hist�ricamente si as� se ha hecho, cu�ndo y por qui�n. En mi opini�n, no existe raz�n alguna en contra de que se estudie, tan extensa y profundamente como sea posible, la manera como se han hecho en el pasado todas las ciencias; al mismo tiempo, aplaudo la sugesti�n de Lakatos de que ser�a muy �til establecer c�mo deber�a trabajarse en las diferentes ciencias. Pero su esquema de los programas de investigaci�n cient�fica no parece estar dise�ado para comprender a la ciencia de hoy, la que hacemos los que nos dedicamos a ella. Lakatos analiza la historia y pretende obtener de ella lecciones para el futuro; de lo que ocurre en nuestros d�as con la investigaci�n cient�fica, no tiene nada que decirnos.

Antes de abandonar a Lakatos, veamos por un momento c�mo difiere su esquema de los programas de investigaci�n, del m�todo hipot�tico-deductivo de Popper, del que se deriva y al que pretende superar. Para ambos m�todos el objetivo de la ciencia no es alcanzar la verdad sino aumentar la verosimilitud. Para Popper la unidad funcional es la teor�a, mientras que para Lakatos es un conjunto de teor�as organizado en un n�cleo central y rodeado por los cinturones heur�sticos positivo y negativo (o sea un programa de investigaci�n cient�fica). Para Popper, los experimentos cruciales son importantes porque falsifican a las teor�as, mientras que para Lakatos son irrelevantes en vista de que siempre se puede modificar el cintur�n heur�stico negativo sin afectar a la teor�a. Tanto Popper como Lakatos est�n de acuerdo en que las distintas teor�as deben compararse por su aumento en contenido y su corroboraci�n, y ambos enfrentan el mismo problema de c�mo medirlo. Finalmente, los dos fil�sofos se interesan en la metodolog�a cient�fica pero mientras Popper pretende decirnos c�mo se hace o deber�a hacerse hoy la ciencia, Lakatos escudri�a el pasado para sugerir c�mo deber� hacerse la ciencia en el futuro.

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