VIII.3. THOMAS S. KUHN

Aunque educado como f�sico, Kuhn pronto se desvi� hacia el estudio de la historia. En el prefacio de su famoso libro La estructura de las revoluciones cient�ficas, publicado en 1962, Kuhn se�ala algunos aspectos de esa transici�n:
Yo era un estudiante graduado de f�sica te�rica ya enfilado a la terminaci�n de mi tesis. Una participaci�n afortunada en un curso experimental de f�sica para no cient�ficos en un colegio me expuso por primera vez a la historia de la ciencia. Para mi completa sorpresa, tal exposici�n a teor�as y pr�cticas cient�ficas anticuadas socav� radicalmente algunas de mis ideas b�sicas sobre la naturaleza de la ciencia y las razones de su �xito especial... El resultado fue un cambio radical en los planes de mi carrera, de la f�sica a la historia de la ciencia y de ah�, gradualmente, de problemas hist�ricos relativamente bien definidos regres� a los intereses m�s filos�ficos que inicialmente me condujeron a la historia...

Kuhn ha sido profesor en las universidades de Harvard, California (Berkeley) y Chicago; actualmente es profesor de historia de la ciencia en la Universidad de Princeton. Su enorme y muy merecido prestigio se debe a su mencionado libro, en donde su contribuci�n fundamental a la filosof�a de la ciencia es la introducci�n de la historia como un elemento indispensable para su comprensi�n integral. Desde luego Kuhn no fue el primero en utilizar la historia de esa manera; ya hemos se�alado que Whewell y Comte ten�an esa misma posici�n, y que muchos otros fil�sofos de la ciencia, incluyendo al mismo Popper, usan en forma reiterada ejemplos históricos en sus discusiones, aunque la mayor�a de ellos s�lo de manera anecd�tica.



Thomas S. Khun (1926-).

En cambio, para Kuhn la historia representa el color del cristal con el que debe mirarse toda la filosof�a de la ciencia. Pero lo que Kuhn ha visto a trav�s de este cristal ha resultado tener dos caracter�sticas inesperadas, que le han dado a sus ideas la gran prominencia que tuvieron cuando se publicaron y que han conservado a lo largo de m�s de 25 a�os; me refiero al relativismo y a la irracionalidad. La aclaraci�n del significado de estos dos t�rminos revela la relaci�n de las ideas de Kuhn con nuestro inter�s, que sigue siendo (no lo olvidemos) el m�todo cient�fico.

La historia de la ciencia muestra, de acuerdo con Kuhn, que a lo largo de su evoluci�n las distintas disciplinas han pasado por uno o m�s ciclos bif�sicos, que �l mismo llama "ciencia normal" y "revoluci�n" (ocasionalmente se identifica una tercera fase inicial, llamada "preciencia", que desaparece a partir del segundo ciclo). En forma paralela a este concepto c�clico de la evoluci�n de las ciencias, Kuhn introdujo tambi�n la famosa idea del "paradigma", que represent� la teor�a general o conjunto de ideas aprobadas y sostenidas por una generaci�n o un grupo coherente de cient�ficos contempor�neos. Por desgracia, en su famosa y ya mencionada obra, Kuhn us� el t�rmino "paradigma" con otras acepciones distintas (21, seg�n una cuenta muy conocida) lo que contribuy� a hacerlo un poco confuso. En publicaciones posteriores, Kuhn sustituy� el t�rmino "paradigma" por otros dos, "matriz disciplinaria" y "ejemplar", con objeto de ganar precisi�n, pero como para nuestros fines tal precisi�n no es necesaria, seguir� usando el t�rmino paradigma.

De acuerdo con el esquema de Kuhn, los ciclos a que est�n sometidas las ciencias a trav�s de la historia se inician por una etapa m�s o menos prolongada de "preciencia" o periodo "pre-paradigm�tico", durante el cual se colectan observaciones casi al azar, sin plan definido y sin referencia a un esquema general; en este periodo puede haber varias escuelas de pensamiento compitiendo pero sin que alguna de ellas prevalezca sobre las dem�s. Sin embargo, poco a poco un sistema te�rico adquiere aceptaci�n general, con lo que surge el primer paradigma de la disciplina; los ejemplos de Kuhn para ilustrar el sentido de paradigma son la astronom�a ptolemaica, la "nueva" qu�mica de Lavoisier, la �ptica corpuscular de Newton, o la din�mica aristot�lica. De acuerdo con Kuhn, un paradigma est� formado por la amalgama de una teor�a y un m�todo, que juntos constituyen casi una forma especial de ver al mundo, sin embargo, el estado ontol�gico del paradigma kuhniano no es claro, se trata de una entidad curiosa, algo camale�nica y hasta acomodaticia, de la que a veces se oye hablar como si fuera algo real y con existencia independiente.


Frontispicio del libro The Structure of Scientific Revolutions, de Thomas S. Khun, publicado en 1961.

Una vez establecido el paradigma, la etapa de "preciencia" es sustituida por un periodo de "ciencia normal", caracterizado porque la investigaci�n se desarrolla de acuerdo con los dictados del paradigma prevalente, o sea que se siguen los modelos que ya han demostrado tener �xito dentro de las teor�as aceptadas. Durante el periodo de "ciencia normal" los investigadores no se dedican a avanzar el conocimiento sino a resolver problemas o "acertijos" dentro de la estructura del paradigma correspondiente; en otras palabras, lo que se pone a prueba no es la teor�a o hip�tesis general, como quiere Popper, sino la habilidad del hombre de ciencia para desempe�ar su oficio, en vista de que si sus resultados no son compatibles con el paradigma dominante, lo que est� mal no es la teor�a sino los resultados del trabajo del investigador.

Durante el periodo de "ciencia normal" los resultados incompatibles con el paradigma prevalente se acumulan progresivamente en forma de anomal�as, en lugar de usarse como argumentos para forzar el cambio de la teor�a por otra u otras que las expliquen. S�lo cuando se alcanza un nivel intolerable de anomal�as es que el paradigma se abandona y se adopta uno nuevo que satisfaga no s�lo los hechos explicados por el paradigma anterior sino tambi�n todas las anomal�as acumuladas. A la ciencia que se realiza durante el periodo en que ocurre este cambio, de un paradigma por otro, Kuhn la llama "ciencia revolucionaria". Pero es precisamente en su an�lisis de este cambio donde Kuhn introdujo una de sus ideas m�s revolucionarias, ya que propuso que el rechazo de un paradigma rebasado por las anomal�as acumuladas y la adopci�n de un nuevo paradigma hist�ricamente no ha sido un proceso racional, entre otras razones porque los distintos paradigmas son inconmensurables, lo que no significa que sean incompatibles, sino simplemente que no son comparables entre sí. Kuhn compar� al cambio de paradigmas que caracteriza al periodo de "ciencia revolucionaria" con un "cambio de Gestalt", y hasta con una conversi�n religiosa. La inconmensurabilidad del paradigma antiguo con el nuevo determina que sus respectivos partidarios hablen distintos idiomas, o sea que los mismos t�rminos tengan diferentes significados, lo que dificulta o imposibilita la comunicaci�n entre ellos. Frecuentemente, otra diferencia significativa entre los cient�ficos que patrocinan los dos paradigmas en conflicto, el saliente y el entrante, es la edad promedio de cada grupo: muchos de los partidarios del paradigma que se abandona son individuos mayores, mientras que la mayor�a de los devotos del nuevo paradigma son j�venes. Esta diferencia generacional no s�lo se suma al bloqueo en la comunicaci�n, sino que tambi�n contribuye a la irracionalidad del cambio, que culmina cuando fallecen los �ltimos miembros del grupo de cient�ficos partidarios del paradigma saliente, con lo que se legaliza la hegemon�a del paradigma entrante y se inicia un nuevo periodo de "ciencia normal".

Estas ideas de Kuhn se oponen de manera m�s o menos frontal al esquema hipot�tico-deductivo de la ciencia de Popper al mismo tiempo que postulan otro, que podr�a llamarse hist�rico-c�clico (Popper lo llama, con toda justicia, relativismo hist�rico). Obviamente, Kuhn no est� hablando de la l�gica del descubrimiento cient�fico sino m�s bien de la psico-sociolog�a de la ciencia. Pero Kuhn y Popper coinciden en pasar por alto los mecanismos de generaci�n de las hip�tesis aunque el primero las atribuye a la intuici�n estimulada por la acumulaci�n progresiva de anomal�as y el segundo nada m�s a la intuici�n (pero basada en un componente gen�tico, que se menciona en el �ltimo cap�tulo). En cambio, mientras Popper postula que el cambio de una teor�a cient�fica por otra proviene de la falsificaci�n de la primera y el mayor poder explicativo de la segunda, o sea que se trata de un proceso l�gico y racional, Kuhn insiste en que la historia muestra que el rechazo de una teor�a cient�fica y su sustituci�n por otra ha obedecido mucho m�s a fuerzas irracionales e il�gicas, m�s relacionadas con factores sociol�gicos que con principios racionales.

El concepto del crecimiento de la ciencia seg�n Kuhn es muy distinto del postulado cl�sicamente, como puede sospecharse al contemplar el resultado de sus ciclos de ciencia normal acumulaci�n de anomal�as revoluci�n con cambio de paradigmas ciencia normal etc., en vista de que la inconmensurabilidad de los paradigmas entrante y saliente impiden que se aproveche toda la informaci�n acumulada durante el periodo de ciencia normal anterior a la revoluci�n, que termina por cambiar un paradigma por otro. Kuhn tiene plena conciencia de esto, por lo que el �ltimo cap�tulo de La estructura se titula "El progreso por medio de revoluciones" y en �l se pregunta:
�Por qu� es que la empresa detallada antes [la ciencia] avanza continuamente, como no lo hacen, digamos, el arte, la teor�a pol�tica, o la filosof�a? �Por qu� es el progreso una propiedad reservada casi exclusivamente para las actividades que llamamos ciencia? Las respuestas m�s comunes a estas preguntas han sido refutadas en este ensayo, de modo que conviene concluirlo pregunt�ndonos si podemos encontrar otras que las sustituyen.

Todo aquel que haya le�do a Kuhn sabe que un solo repaso de sus textos es generalmente insuficiente para capturar todas sus ideas y comprender todos sus alcances adem�s de lecturas repetidas, Kuhn exige meditaci�n seria sobre lo que dice, con la consecuencia que el lector que medita no siempre llega a la misma conclusi�n que el autor sobre un mismo p�rrafo. Por lo menos, eso es lo que todav�a me pasa a m� con Kuhn (�y con muchos otros autores!) pero acepto que seguramente se trata de un problema personal. Kuhn propone que en los periodos de ciencia normal, el progreso cient�fico:
...No es diferente en calidad del progreso en otros campos, pero la ausencia habitual de grupos competitivos que cuestionen mutuamente sus respectivos fines y est�ndares facilita la percepci�n del progreso de una comunidad cient�fica normal.

Despu�s de examinar el papel de la educaci�n cient�fica en las culturas occidentales, destacando que en las humanidades la consulta de los textos originales es mucho m�s frecuente que en las ciencias, Kuhn se pregunta:
�Por qu� es el progreso una concomitante universal de las revoluciones cient�ficas? Una vez m�s tenemos mucho que ganar si preguntamos qu� otra cosa podr�a provenir de una revoluci�n. Las revoluciones terminan con la victoria total de uno de los dos campos opuestos, �podr� tal grupo decir alguna vez que su triunfo no representa un progreso? Si lo hubiera ser�a como aceptar que ellos estaban equivocados y que sus oponentes ten�an la raz�n. Por lo menos, para ellos el resultado de la revoluci�n debe ser el progreso, y se encuentran en una posici�n excelente para asegurarse de que los miembros futuros de su comunidad acepten la historia anterior a ellos de la misma manera.

A continuaci�n Kuhn examina el papel fundamental que desempe�a la comunidad cient�fica como �rbitro de lo que es la ciencia y de su calidad, que es lo que caracteriza a las civilizaciones derivadas de la Grecia hel�nica; de hecho, Kuhn identifica a la Europa de los �ltimos cuatro siglos como el origen de la mayor parte del conocimiento cient�fico que poseemos actualmente, gracias a su tolerancia y apoyo a grupos de sujetos interesados en resolver problemas espec�ficos del comportamiento de la naturaleza, ofreci�ndoles soluciones aceptables a la mayor parte de los miembros de los distintos grupos y sin inter�s primario en reclutar opiniones favorables de las autoridades oficiales de su tiempo (rey, papa, dictador, sult�n, primer ministro, s�trapa o presidente), o del pueblo en general. La peque�a cofrad�a de cient�ficos establece sus propias reglas del juego, al margen de intereses ideol�gicos o pol�ticos, y se da el imperial y leg�timo lujo de regirse exclusivamente por ellos. Este episodio solamente ha ocurrido una vez en toda la historia universal, y ni siquiera como una corriente ininterrumpida de desarrollo sino m�s bien como una serie de episodios m�s o menos breves, a veces infelices y otras veces afortunados, con largos intervalos sujetos a la hegemon�a de la sinraz�n.

En La estructura, Kuhn incluye un p�rrafo en donde se�ala con claridad el mecanismo de crecimiento de la ciencia en los periodos de "ciencia revolucionaria"; hablando del cambio de un paradigma por otro, Kuhn dice que el nuevo paradigma:
[...] No ser� aceptado por los cient�ficos a menos que se convenzan de que se cumplen dos importantes condiciones. En primer lugar, el nuevo paradigma debe parecer resolver alg�n problema importante y generalmente reconocido, que no se ha podido resolver de ninguna otra manera. En segundo lugar, el nuevo paradigma debe garantizar la conservaci�n de una parte relativamente grande de la capacidad para resolver problemas concretos que la ciencia ha alcanzado a trav�s de sus predecesores. La novedad por s� misma no es un desideratum de las ciencias, pero s� lo es en muchos otros campos creativos. De esto resulta que, aunque los nuevos paradigmas rara vez o nunca poseen todas las capacidades de sus predecesores, generalmente conservan una gran parte de los aspectos m�s concretos de los triunfos previos y adem�s siempre permiten soluciones adicionales a otros problemas concretos.


Para concluir, podemos se�alar que a pesar de la inconmensurabilidad de los paradigmas en competencia, y de que el cambio de uno por otro durante las revoluciones cient�ficas se parece m�s (seg�n Kuhn) a una conversi�n religiosa que a una acci�n racional, el nuevo paradigma est� obligado a garantizar la preservaci�n de mucho de lo aprendido en los periodos previos de ciencia normal, lo que permite el crecimiento de la ciencia.

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