VIII.4. PAUL FEYERABEND

Paul Feyerabend (1924) es una de las figuras m�s atractivas y m�s peligrosas de la filosof�a de la ciencia contempor�nea. Sus dos libros principales, Contra el m�todo (Against method) y La ciencia en un mundo libre (Science in a Free World) son ya obras cl�sicas; sus numerosos y extensos art�culos (recientemente editados en dos vol�menes por la Cambridge University Press) son lectura obligada para todo el que quiere estar bien informado sobre lo que ocurre hoy en el campo, y su estilo literario es claro, ingenioso y seductoramente agresivo, sobre todo cuando responde a sus cr�ticos. De acuerdo con sus notas autobiogr�ficas (incluidas en La ciencia) Feyerabend nunca estudi� formalmente filosof�a de la ciencia; sus intereses como estudiante fueron, en orden cronol�gico y de importancia, el teatro, la f�sica y la astronom�a. Educado en Alemania en los terribles primeros a�os de la posguerra, entre 1945 y 1950, fue testigo de la brutal reacci�n post-nazi (cuyos excesos no eran muy diferentes a los cometidos por los propios nazis) y conserv� un profundo inter�s en el an�lisis de los factores que de una u otra manera pueden contribuir a limitar la libertad del individuo y la sociedad. Despu�s de la guerra Feyerabend disfrut� de una beca del Estado alem�n para estudiar en el Instituto para la Renovaci�n Metodol�gica del Teatro Alem�n, en Weimar, las clases consist�an en ver obras teatrales y discutirlas. Al a�o siguiente Feyerabend fue a Viena a estudiar historia, pero al mismo tiempo se interes� en la f�sica y la astronom�a, as� como en la filosof�a; fue miembro fundador del C�rculo de Kraft, un club-filos�fico formado alrededor de Viktor Kraft, quien hab�a sido miembro del C�rculo de Viena. En esta ciudad tambi�n conoci� al f�sico Felix Ehrenhaft, quien lo impresion� por su capacidad para adoptar posturas iconoclastas y antiortodoxas, lo que a�os m�s tarde se convertir�a en la especialidad de Feyerabend. El primer encuentro con Popper tuvo lugar en 1948, en Alpbach, en la �poca de mayor lustre del falsacionismo; Feyerabend se impresion� mucho con Popper pero muy poco con sus teor�as. En 1950 Feyerabend trabaj� una temporada con Popper en Londres y se asoci� con Lakatos, con el que sostuvo un debate continuo y planearon escribir un libro juntos sobre "racionalismo"; desafortunadamente, la muerte prematura de Lakatos suspendi� el debate e impidi� que el libro planeado se terminara; lo que al final se public� fue la parte "antirracionalista" de Feyerabend, que es Contra el m�todo. Adem�s, en ese tiempo Feyerabend fue nombrado conferencista de filosof�a de la ciencia en la Universidad de Bristol, lo que aprovech� para ampliar sus estudios de mec�nica cu�ntica. Feyerabend es hoy profesor de filosof�a de la ciencia en la Universidad de California (Berkeley) y al mismo tiempo en la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Viena.



Paul Feyerabend (1924-).

A diferencia de otros fil�sofos contempor�neos de la ciencia, Feyerabend no tiene mucho que decir, o sea que sus intereses son relativamente estrechos, pero dentro de ellos lo que dice resuena con el doble impacto de la raz�n y de la elocuencia. A m� me ocurre que siempre que lo releo me vuelve a convencer de todo lo que dice, hasta que una vez m�s me doy cuenta de que usa magistralmente toda clase de argumentos l�gicos y racionales para convencerme de que la ciencia es irracional, y que adem�s no s�lo est� muy bien que as� haya sido en el pasado y que as� sea hoy, sino que as� es como debe ser. En relaci�n con el m�todo cient�fico, Feyerabend se declara anarquista: hist�ricamente no hay nada que pueda identificarse como un m�todo cient�fico, el examen m�s cr�tico y riguroso de la ciencia contempor�nea tampoco lo identifica, y el balance anal�tico de sus consecuencias futuras (si se promoviera) ser�a terriblemente negativo para la ciencia misma, para la libertad del individuo y para la estructura de la sociedad.




Frontispicio del libro Against Method, de Paul Feyerabend, publicado en 1975.

La lectura superficial de los escritos de Feyerabend generalmente produce mucha diversi�n pero cierto desencanto respecto a su contenido conceptual; sin embargo, cuando se superan su estridentismo y sus pirotecnias ling��sticas persiste un residuo valioso y muy digno de tomarse en cuenta. Feyerabend postula y defiende el libre acceso del individuo a todas las opciones posibles (tradicionales o contempor�neas, absurdas o racionales, emotivas o intelectuales) para alcanzar el conocimiento. Su postura lo lleva a ciertos excesos, como exigir igual atenci�n y respeto para la ciencia, la astrolog�a, la medicina tradicional o el vud�. En com�n con muchos otros autores contempor�neos, Feyerabend identifica a la ciencia de nuestro siglo como el equivalente de la religi�n durante el medievo. Pero a diferencia de los mismos autores, Feyerabend no concibe a la ciencia como una superaci�n de las estructuras dogm�ticas de esos tiempos sino simplemente como una opci�n alternativa, igualmente irracional y autoritaria, que finalmente triunf� no por su mayor coherencia l�gica sino por su mejor rendimiento tecnol�gico.

Feyerabend inicia su libro Contra el m�todo con el siguiente p�rrafo:
El siguiente ensayo est� escrito con la convicci�n de que el anarquismo, aunque quiz� no sea la filosof�a pol�tica m�s atractiva ciertamente es una medicina excelente para la epistemolog�a y para la filosof�a de la ciencia

Y el cap�tulo I de ese mismo libro termina con su p�rrafo m�s famoso:
Queda claro, entonces, que la idea de un m�todo fijo, o de una teor�a fija de la racionalidad, descansa en una imagen demasiado simple del hombre y sus circunstancias sociales. Para aquellos que contemplan el rico material proporcionado por la historia y que no intentan empobrecerlo para satisfacer sus instintos m�s bajos o sus deseos de seguridad intelectual en forma de claridad, precisi�n, "objetividad" o "verdad", estar� claro que s�lo hay un principio que puede defenderse en todas las circunstancias y en todas las etapas del desarrollo humano. Este principio es: todo se vale.

A continuaci�n, Feyerabend procede a se�alar que el principio enunciado aconseja ir en contra de las reglas; por ejemplo, ante los empiristas que creen en la inducci�n (los cient�ficos que consideran que son los hechos experimentales los que deciden si sus teor�as son correctas o incorrectas) debe procederse en forma contraintuitiva, o sea que deben construirse hip�tesis que contradigan de manera flagrante y abierta las teor�as m�s aceptadas y confirmadas, o que se opongan a los hechos m�s contundentes. S�lo as� se lograr� mantener la frescura y el avance de la ciencia. Consciente de que sus cr�ticos reaccionar�an se�alando que esto simplemente es la proposici�n de otra metodolog�a m�s (que en M�xico llamar�amos la de "contreras"), Feyerabend se�ala:
Mi intenci�n no es reemplazar un juego de reglas generales por otro; m�s bien mi intenci�n es convencer al lector de que todas las metodolog�as, incluyendo a las m�s obvias, tienen sus l�mites. La mejor manera de mostrar esto es demostrar no s�lo los l�mites sino hasta la irracionalidad de algunas reglas que �l o ella (los empiristas) posiblemente consideran como b�sicas... Recu�rdese siempre que las demostraciones y la ret�rica utilizadas no expresan alguna "convicci�n profunda" m�a. Simplemente muestran lo f�cil que es convencer a la gente de manera racional. Un anarquista es como un agente secreto que le hace el juego a la raz�n para debilitar su autoridad (y la de la verdad, la honestidad, la justicia, y as� sucesivamente).

Siguen siete cap�tulos repletos de observaciones penetrantes, agudas, extensamente documentadas y sistem�ticamente iconoclastas, prueba definitiva de que Feyerabend no s�lo es un anarquista sincero sino que adem�s es un dial�ctico formidable y un polemista temible. En varios ap�ndices y cap�tulos ulteriores repasa los trabajos de Galileo en relaci�n con el esquema de Cop�rnico y sugiere que Galileo triunfa no por sus argumentos cient�ficos sino por su estilo literario, por sus artes de persuasi�n, porque escribe en italiano en vez de hacerlo en lat�n, y porque se dirige a un p�blico opuesto temperamentalmete a las ideas antiguas y a los patrones del conocimiento asociados a ellas. Despu�s de otros cap�tulos m�s, en donde propone abolir la distinci�n entre los contextos de descubrimiento y de justificaci�n, entre los t�rminos te�ricos y los observacionales, entre la ciencia y la mitolog�a, y en donde adem�s critica duramente los esquemas de Popper y de Lakatos, termina con una �ltima y sonora andanada que �l mismo resume como sigue:
Por lo tanto, la ciencia est� m�s cerca de la mitolog�a de lo que la filosof�a de la ciencia estar�a dispuesta a admitir. Es solamente una de las muchas formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, y ni siquiera necesariamente la mejor. Es conspicua, ruidosa e imp�dica, y adem�s s�lo es intr�nsecamente superior para aquellos que se han decidido previamente a favor de cierta ideolog�a, o que la han aceptado sin antes examinar sus ventajas y sus l�mites. Y como la aceptaci�n o el rechazo de ideolog�as debe ser un asunto individual, la separaci�n del Estado y la Iglesia debe suplementarse con la separaci�n del Estado y la ciencia, que es la instituci�n religiosa m�s reciente, m�s agresiva y m�s dogm�tica. Tal separaci�n podr�a ser nuestra �nica oportunidad de alcanzar la humanizaci�n de que somos capaces pero que nunca hemos realizado en su totalidad.

Tres a�os m�s tarde (1978) Feyerabend public� su libro La ciencia en una sociedad libre, que consta de tres partes: la primera son comentarios sobre algunos aspectos de Contra el m�todo que se le hab�an quedado en el tintero, la segunda es la extensi�n l�gica de sus ideas sobre el anarquismo cient�fico y el "todo se vale" metodol�gico, que termina con sus fascinantes notas autobiogr�ficas, y la tercera es una colecci�n de respuestas a algunas revisiones cr�ticas de su libro Contra el m�todo. De esta �ltima parte s�lo dir� dos cosas: la primera, se llama Conversaciones con iletrados, y la segunda, es un despliegue espl�ndido pero despiadado del extraordinario talento dial�ctico de Feyerabend.

Pero ya hemos dicho demasiado acerca de las ideas y el estilo de Feyerabend y es tiempo que revisemos algunas de las cr�ticas que se les han hecho a las primeras. Sin embargo, voy a citarlo textualmente por �ltima vez, tomando una parte del p�rrafo con el que concluye sus reflexiones autobiogr�ficas. Dice as�:
Quedan dos opciones. Podr�a empezar a participar en alguna tradici�n e intentar reformarla desde dentro. Creo que esto ser�a importante. Los tiempos en que los Grandes Cerebros se asociaban con los Grandes Poderes de la sociedad para dirigir las vidas del resto, aun de la manera m�s gentil, se han ido extinguiendo (excepto en Alemania). Cada vez m�s civilizaciones suben al estrado de la pol�tica mundial, cada vez se recuperan m�s tradiciones de los pueblos que forman el hemisferio occidental. El individuo puede participar en esas tradiciones (si lo aceptan) o callarse la boca, lo que no puede hacer es dirigirse a ellas como si fueran estudiantes en un sal�n de clases. Yo he sido un miembro algo err�tico de una tradici�n seudocient�fica desde hace demasiado tiempo, de modo que podr�a tratar de estimular desde dentro las tendencias con las que simpatizo. Esto estar�a de acuerdo con mi inclinaci�n a usar la historia de las ideas para explicar fen�menos que me intrigan y para experimentar con formas de expresi�n distintas de la prosa escol�stica para presentar o exponer ideas. Pero no tengo mucho entusiasmo por tal trabajo, especialmente porque pienso que campos como la filosof�a de la ciencia, o la f�sica de las part�culas elementales, o la filosof�a ordinaria del lenguaje, o el kantismo, no deber�an reformarse sino que deber�a permitirse que murieran su muerte natural (son demasiado caros y el dinero que se gasta en ellos se necesita con mayor urgencia en otras partes). Otra posibilidad es iniciar una carrera como artista (entertainer). Esto me atrae mucho. Traer una leve sonrisa a las caras de los que han sido heridos, deprimidos o desilusionados, a los que han sido paralizados por alguna "verdad" o por el miedo a la muerte, me parece un logro infinitamente m�s importante que el descubrimiento intelectual m�s sublime: en mi escala de valores Nestroy, George S. Kaufman y Arist�fanes est�n muy por encima de Kant, Einstein y sus an�micos imitadores. �stas son las posibilidades: �qu� har�? S�lo el tiempo lo dir�...

Este hermoso y sentido p�rrafo se public� hace diez a�os. Hasta donde yo s�, Feyerabend sigue siendo el mismo profesor original, brillante e iconoclasta, de filosof�a de la ciencia en California y en Viena, por lo que todos debemos felicitarnos. Su funci�n es tan importante hoy como fue la de S�crates en la Atenas de Pericles. Ojal� que la contin�e desempe�ando por muchos a�os; el mundo lo necesita ahora m�s que nunca. En relaci�n con el m�todo cient�fico, la posici�n de Feyerabend es que hist�ricamente no ha existido y que es gracias a la anarqu�a que la ciencia ha progresado. Los cient�ficos han hecho de todo, de �ste y del otro lado de la �tica profesional, para avanzar y hacer triunfar sus teor�as favoritas. Cuando se ha tratado de escoger entre dos o m�s teor�as sobre los mismos fen�menos, la decisi�n nunca ha sido racional y objetiva porque las teor�as distintas son inconmensurables. Dentro de esta anarqu�a, tanto el cambio como el crecimiento de la ciencia se explican por factores externos, como ideolog�as, preferencias subjetivas, estilo literario, propaganda, mercadotecnia, etc. El �nico principio objetivo (o sea, no basado en factores externos) que admite Feyerabend es que una teor�a cient�fica puede eliminarse por deficiente cuando se demuestra que contiene una incongruencia interna. Este principio no es ni irracional ni anarquista sino que est� basado en la l�gica y es el tal�n de Aquiles del anarquismo filos�fico de Feyerabend. La raz�n es bien sencilla: los mismos argumentos que esgrime Feyerabend para considerar a la ciencia como una ideolog�a pueden usarse para calificar a la filosof�a como otra ideolog�a. Por lo tanto, una teor�a filos�fica ser� deficiente y deber� abandonarse cuando se descubra que encierra una incongruencia interna.

Debe mencionarse que Feyerabend discute este mismo punto con su dial�ctica corrosiva, pregunt�ndose en forma ret�rica: "�qu� hay de malo con las incongruencias?", y procediendo a rechazar el argumento de que la consecuencia de aceptar incongruencias sea el caos irracional, argumentando que en la ciencia algunas teor�as incongruentes han contribuido al progreso. Sin embargo, este hecho no basta para abandonar el principio l�gico de la no contradicci�n, ya que las teor�as incongruentes que han contribuido al progreso de la ciencia lo han hecho gracias a que nuevos hechos las transformaron en congruentes. En ninguno de sus escritos extiende Feyerabend su irracionalismo, postulado como un elemento constante para la ciencia, a la propia naturaleza; su pleito no es con la realidad externa, ni con los que pretendemos estudiarla y conocerla, los seres humanos que ejercemos la profesi�n de cient�ficos, sino con los instrumentos l�gicos que pretendemos usar para cumplir con nuestros objetivos.

Finalmente, Feyerabend aprueba el concepto de la inconmensurabilidad de los paradigmas cient�ficos de Kuhn pero en cambio rechaza los periodos c�clicos de ciencia normal y revoluci�n, alegando que ni existen ni han existido nunca, por lo que no pueden explicar el crecimiento de la ciencia. �ste se explica como resultado del juego entre la tenacidad con que se sostienen unas teor�as y la proliferaci�n de otras teor�as. Feyerabend dice:
Adem�s, es la invenci�n de nuevas ideas y el intento de asegurar para ellas un sitio digno en la competencia lo que lleva a la eliminaci�n de los paradigmas viejos y familiares. Tal invenci�n se realiza continuamente todo el tiempo, aunque es s�lo durante las revoluciones que nos llama la atenci�n. Tal cambio en la atenci�n no refleja modificaci�n estructural profunda alguna (como por ejemplo la transici�n entre la soluci�n de acertijos y la especulaci�n filos�fica o poner a prueba las teor�as fundamentales). No es otra cosa que un cambio en el inter�s y en la publicidad.

De manera que, seg�n Feyerabend, la ciencia consiste en la interacci�n constante de dos partes, la normal y la filos�fica, y tal interacci�n es la responsable de su crecimiento. Pero entonces, el mismo Feyerabend se pregunta, �por qu� es que los elementos revolucionarios aparecen o se hacen visibles s�lo en raras ocasiones? �No es �se un simple hecho hist�rico que apoya a Kuhn y refuta a Feyerabend? De ninguna manera, se trata de que el componente establecido de la ciencia resiste con tenacidad el cambio, y tal resistencia se hace m�s firme en los periodos en los que el cambio parece inminente; la resistencia est� dirigida en contra del componente filos�fico y lo trae a la conciencia p�blica. Feyerabend dice:
Las generaciones m�s j�venes, siempre interesadas en las cosas nuevas, se apoderan de los nuevos materiales y los estudian �vidamente. Los periodistas, siempre a la b�squeda de noticias —mientras m�s absurdas, mejor— publican los nuevos descubrimientos (que son los elementos del componente filos�fico que est�n m�s radicalmente en desacuerdo con los puntos de vista aceptados mientras conservan cierta plausibilidad y quiz� hasta alg�n apoyo en los hechos). �stas son algunas de las razones para las diferencias que percibimos. No creo que debiera buscarse algo m�s profundo.


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