Las autoridades de la alcald�a

Las autoridades de la alcald�a


Desde su fundaci�n la villa de Aguascalientes tuvo a su frente el cabildo o ayuntamiento, compuesto exclusivamente por gente de la localidad. Los miembros del ayuntamiento ten�an dos maneras de entrar a formar parte de �l: por elecci�n o por compra. Los cargos de elecci�n fueron tres: dos alcaldes ordinarios y un s�ndico procurador. No era una elecci�n abierta, sino efectuada en el seno del ayuntamiento. Cada fin de a�o se reun�a el concejo para efectuar las elecciones.

Los alcaldes ordinarios eran los encargados de impartir justicia en primera instancia en lo referente a lo civil; lo criminal depend�a directamente del alcalde mayor, y el s�ndico era el encargado de representar, defender y promover los intereses de la comunidad. Estos cargos duraban un a�o y no recib�an remuneraci�n, salvo una peque�a entrada procedente de los juicios destinada a pagar los gastos del juzgado. Por ello las personas que los ocuparan deb�an tener la subsistencia asegurada, pues la tarea de jueces y la asistencia a las reuniones del ayuntamiento acaparaba casi todo su tiempo. Muchas fueron las personas que ocuparon estos puestos y el desempe�o de estos cargos era motivo de orgullo y de reconocimiento.

Los otros miembros del cabildo, los llamados regidores, adquir�an sus cargos por compra, por medio de un remate, de por vida, y pod�an heredarlos o transmitirlos a quien ellos decidieran. Su costo pod�a variar seg�n la categor�a del regimiento que se adquiriera. En 1654 don Pedro de Mendoza present� postura al oficio de regidor con una oferta de 250 pesos y en ese mismo a�o don Andr�s de Ayala postul� por el oficio de alf�rez real con 410 pesos. En 1680 varios vecinos ofrecieron 200 pesos por cada regimiento vacante. Tiempo despu�s los cargos se fueron diferenciando y se lleg� a considerar el de regidor alf�rez real como el m�s importante, por lo tanto el m�s disputado y el que alcanz� pujas m�s re�idas: en 1762 don Manuel G�mez Zorrilla, peninsular comerciante avecindado en Aguascalientes desde hac�a ocho a�os, subi� la puja hasta 2000 pesos para obtener el cargo de alf�rez y gan�rselo a don Nicol�s Fernando Flores Alatorre, hacendado criollo. Los regidores tampoco obten�an ning�n estipendio y sus funciones estaban relacionadas con los diferentes ramos de administraci�n de la villa. Los criollos acapararon los regimientos y para hacerlo no dudaron en invertir considerables cantidades. Entre los m�s connotados estuvo, sin duda, don Juan Fern�ndez de Palos, que fue regidor alf�rez real desde 1708 hasta su muerte, en 1730, a�o en que hered� el cargo su hijo don Agust�n, quien lo conserv� hasta su muerte, en 1759. Otro fue don Manuel D�az de Le�n, que fue regidor depositario general desde 1763 hasta 1786, en que muri�.

Ocupar una silla en el cabildo fue un reconocimiento, una forma de adquirir respeto y connotaci�n, adem�s de mostrar inter�s y responsabilidad por los asuntos p�blicos y tambi�n forma de salir del tedio de la vida cotidiana. En Aguascalientes siempre hubo personas interesadas en ocupar los empleos del ayuntamiento, a diferencia de otras villas y de algunas ciudades del virreinato en que estos empleos permanec�an vacantes por varios a�os, a falta de postulantes.

A la cabeza del ayuntamiento de Aguascalientes estaba el alcalde mayor, que representaba la autoridad real y que ten�a jurisdicci�n sobre todo el territorio de la alcald�a, con ciertas restricciones en lo que se refiere al gobierno de la villa. Hasta finales del siglo XVII fue nombrado por la Audiencia de Guadalajara y a partir de 1692 por el Consejo de Indias. Su autoridad cubr�a toda la jurisdicci�n y para auxiliarse en su desempe�o contaba con varios tenientes que �l mismo nombraba. Para evitar colusiones, abusos de poder, parcialidad en la distribuci�n de la justicia y todos los desaguisados que una autoridad puede realizar al amparo de su cargo, el gobierno espa�ol siempre procur� que los alcaldes fueran extra�os al lugar donde desempe�aban sus funciones, y de preferencia peninsulares. Esto durante el siglo XVII no siempre se pudo llevar a cabo en Aguascalientes y varios de los alcaldes mayores de este siglo fueron gente de la jurisdicci�n o nacidos en la Nueva Espa�a. A partir de 1690 y hasta 1789 los alcaldes mayores fueron mayoritariamente extra�os al lugar y peninsulares, como las autoridades coloniales lo deseaban. En cambio, los tenientes fueron gente del lugar, y cuando por alguna circunstancia se trat� de innovar y designar extra�os, reclamos y representaciones impidieron que estos cargos fuesen ocupados por personas que no fueran de la jurisdicci�n.

Los alcaldes mayores ten�an a su cargo los cuatro rubros de gobierno: justicia, guerra, hacienda y gobierno. En lo que m�s cuidado pusieron fue en la recaudaci�n de tributos y rentas reales, as� como en el cuidado y vigilancia de la poblaci�n ind�gena, y en la de jueces.

Una de las caracter�sticas fundamentales de este cargo fue que se adquir�a por compra. Esto propici� que los interesados en obtenerlo tuvieran como principal objetivo recuperar la cantidad invertida, lo que hizo que este empleo fuese susceptible de una gran corrupci�n, que por lo dem�s no fue exclusiva de este cargo, y aparentemente no alarm� ni fue lo que se juzg� m�s inconveniente en estos funcionarios. Cuando se era propietario normalmente el cargo se conced�a por cinco a�os. La lista de personas que fueron alcaldes desde que se form� esta alcald�a y hasta 1787, en que se transform� en Subdelegaci�n, es muy larga, pero no se sabe mucho de ellos. Destacan don Juan Monroy, de quien ya se�alamos lo poco que se sabe; de don Francisco de P�rraga, alcalde hacia 1634, tenemos noticia por las mercedes de tierra que concedi� a diferentes vecinos de la jurisdicci�n; don Juan Altamirano de Castilla, alcalde en 1646, se qued� a vivir en la regi�n y uno de sus hijos fue cura de la parroquia de Aguascalientes. En 1670 era alcalde don Juan Romo de Vivar, en 1679 don Juan de Escalera y Vald�s. En 1702 don Francisco de �rbol y Bonilla ocupaba el cargo, por el que pag� 1 500 pesos; en 1711 don Pedro Miguel de Prados pag� 1600 y en 1732 don Jos� de la Sierra y Salm�n pag� 2400. Tuvimos la honra de tener como alcalde mayor a don Mat�as de la Mota Padilla, primer historiador de la Nueva Galicia, quien en su obra no olvid� dedicar unos p�rrafos a la distinci�n de su gente y a lo agradable de la villa. El marqu�s de Aysa ocup� tambi�n este cargo durante unos cuantos meses. El aumento en el monto de los remates del cargo es muestra de la importancia que iba tomando nuestra alcald�a, gracias en gran parte al descubrimiento del mineral de Asientos.


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