Hasta 1703 lo que pod�a considerarse distrito minero de la alcald�a de Aguascalientes se redujo al mineral de Tepezal�, que fue descubierto casi al mismo tiempo que Zacatecas. De �l se extrajo principalmente magistral, mineral usado en el proceso de beneficio de la plata. A partir de este a�o, con el descubrimiento de una veta en un lugar cercano a la hacienda de Ci�nega Grande, quedaron abiertas las expectativas de que en Aguascalientes se produjera una bonanza.
Los trabajos empezaron en 1705. El pobre gambusino Tom�s Mej�a, que descubri� este real, perdi� sus derechos en manos de un comerciante de Zacatecas que lo estuvo aviando en forma usurera. En pocos a�os el sitio se fue poblando y docenas de denuncias se registraron anualmente. Muchos probaron suerte: don Vicente Ruiz de Esparza, don Juan de Ib��ez, don Juan Vargas Manchuca, don Benito Larra�aga, pero no todos triunfaron. Muchos comerciantes llegaron, algunos procedentes de Aguascalientes, algunos m�s de otras partes: su funci�n principal era surtir con sus mercader�as a los habitantes del nuevo poblado, aunque algunos se dedicaron a aviar minas, como don Ger�nimo Antonio de la Puebla Rub�n de Celis.
En 1712 se tramit� ante la Audiencia de Guadalajara una merced para dotar de fundo al nuevo real y constituir una poblaci�n m�s arreglada que llevar�a el nombre de Real de Minas de Nuestra Se�ora del Bel�n de los Asientos de Ibarra. Para esta fecha ya estaba constituido en partido y estaba bajo la responsabilidad de un teniente de alcalde mayor.
Las expectativas fueron muchas, los resultados no fueron los esperados, pero se sigui� trabajando con los altibajos acostumbrados en la miner�a: poblaci�n iba, poblaci�n ven�a, a unos les iba bien, como a don Benito de Larra�aga, a otros mal, como a don Juan de Ib��ez. Sin embargo, el real de Asientos contribuy� al desarrollo econ�mico de la alcald�a de Aguascalientes al convertirse en un mercado potencial para los productos que en la zona se produc�an, sin contar lo que signific� edificar un nuevo poblado de todo a todo y abastecer las minas de la mano de obra necesaria para sus trabajos. La producci�n de Asientos nunca dio bonanzas semejantes a las de Zacatecas, Guanajuato o Bola�os, pero rindi� lo suficiente para que sus trabajos nunca se pararan totalmente. Los a�os de mayor fruto fueron de 1715 a 1730, cuando les toc� a don Gaspar Benito de Larra�aga y a su hijo don Jos� Ignacio la explotaci�n de la veta m�s rica, en su mina "la no pensada".
En 1731 las condiciones de Asientos permitieron que se le dotara de un curato, y la poblaci�n del real, alentada por este reconocimiento, se empe�� en mejorar la presencia del poblado.