El gobernador Felipe Cosío

El gobernador Felipe Cosío


�se fue el contexto en el que, el 2 de septiembre de 1846, Felipe Cos�o asumi� la gubernatura del estado de Aguascalientes. Cos�o era un personaje que a base de medidas atinadas se convirti� en "el gobernador m�s popular de cuantos ha tenido Aguascalientes". Pese a su notorio af�n de diversiones, no descuid� sus obligaciones administrativas; antes bien, procur� el mejoramiento de la instrucci�n p�blica, el establecimiento del Tribunal de Justicia y la organizaci�n de las elecciones, en las cuales "result� electo gobernador constitucional con general aplauso". Se ocup� adem�s de la organizaci�n de la guardia nacional, la cual "arm�, equip� y disciplin� como los mejores cuerpos del ej�rcito" y de la que, llegado el momento, se vali� para defender la independencia del estado y para "iniciar una revoluci�n contra el gobierno federal".

Cos�o procur� adem�s la pronta instalaci�n del nuevo Congreso del Estado, que tuvo el car�cter de Constituyente y del que formaron parte los se�ores Guadalupe Rivera, Antonio Ray�n, Juan N. Muns, Luis Valadez, Ignacio Romo de Vivar y Demetrio Moreno. El Congreso, previas algunas reformas menores, hizo suya la Constituci�n de Zacatecas, de donde se derivaba su falta de adaptaci�n a las exigencias de la vida local. De cualquier modo constitu�a un avance, por lo menos te�rico, el que esa ley reconociera los derechos b�sicos de todos los aguascalentenses, incluido el de "hablar, escribir e imprimir sus ideas libremente, sin previa censura y con las limitaciones que imponen las leyes". Aunque casi a rengl�n seguido se hac�a una distinci�n entre los ciudadanos y los no ciudadanos, categor�a esta �ltima que inclu�a a los que no sab�an leer ni escribir y a los vagos.

Tambi�n se importaron de Zacatecas el reglamento de debates del Congreso y el econ�mico-pol�tico de los partidos, aunque, junto con todas estas copias, los diputados emprendieron algo original: expidieron una ley contra ladrones, una ley que a su car�cter b�rbaro a�ad�a su falta de sentido pr�ctico, lo que le atrajo numerosos cr�ticos. Uno de ellos, Agust�n R. Gonz�lez, dice que "hubiera sido preferible" que los diputados evitaran tal rasgo de originalidad. Sin embargo, lo que m�s distingui� a estos hombres, y en especial al gobernador Felipe Cos�o, fue la apasionada defensa que hicieron de la independencia estatal, desconocida en 1847.

A pesar de la indignaci�n del pueblo, que no soportaba la idea de que el territorio nacional estuviese ocupado por un ej�rcito extranjero, no fue posible organizar la defensa. M�xico carec�a de un verdadero ej�rcito, el gobierno no ten�a el dinero con el cual armar a sus hombres, los estados se preocupaban m�s por su propia defensa que por sumarse al esfuerzo nacional y la agitaci�n interna no cesaba. Enfrente estaban los Estados Unidos, un pa�s poderoso y pose�do por la doctrina del "destino manifiesto", que fue capaz de movilizar un ej�rcito profesional, numeroso y bien pertrechado, y que persegu�a un objetivo muy preciso: la anexi�n de Nuevo M�xico y la Alta California.

El 20 de agosto de 1847 fue tomado el convento de Churubusco, en las goteras de la ciudad de M�xico, lo que oblig� a las autoridades mexicanas a aceptar un armisticio y a entablar negociaciones con el comisionado norteamericano. El 6 de septiembre, luego de 10 d�as de infructuosas pl�ticas, se reanudaron las hostilidades. El 13 de septiembre fue tomado el Castillo de Chapultepec, �ltimo reducto de los mexicanos. Al d�a siguiente Santa Anna y su ej�rcito abandonaron la ciudad, mientras que el ayuntamiento capitulaba ante los norteamericanos. El 14 de septiembre fue ocupada la ciudad, pese a la resistencia desesperada y hasta heroica de sus habitantes. Al d�a siguiente, cuando se recordaban el grito de Dolores y la independencia nacional, la bandera de las barras y las estrellas ondeaba sobre palacio.


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