Con motivo de las elecciones federales que se llevaron a cabo en julio de 1871, la actividad pol�tica cobr� nueva animaci�n. El gobernador G�mez Portugal contrajo serios compromisos con el ministro Sebasti�n Lerdo de Tejada, quien present� su candidatura a la presidencia, en oposici�n a la de Benito Ju�rez. El triunfo de este �ltimo, sin embargo, le complic� mucho las cosas al gobernador, quien se vio obligado a reconocer los triunfos de la oposici�n y a solicitar ante el Congreso una licencia de dos meses.
A principios de agosto de 1871 Ignacio T. Ch�vez se hizo cargo de la gubernatura. En las elecciones a las que de inmediato convoc�, sus partidarios obtuvieron un triunfo completo. Carlos Barr�n, un hacendado muy rico, result� electo gobernador del estado.
En total desacuerdo con el nuevo orden de cosas, el coronel G�mez Portugal intent� recuperar la gubernatura. No se vali� para ello de los medios se�alados por la ley, sino de presiones que se tradujeron para �l en un descr�dito todav�a mayor. Desesperado, se present� en palacio el 13 de septiembre de 1871 y exigi�, montado en su caballo y rodeado de una partida de hombres armados, que se le reinstalase en su cargo. Al final de cuentas, lo �nico que logr� fue protagonizar un gran esc�ndalo, alarmar al vecindario y consolidar su fama de hombre violento.
El d�a primero de diciembre de 1871, mientras Benito Ju�rez reasum�a la presidencia de la rep�blica, Carlos Barr�n protestaba como gobernador del estado. En muchas regiones del pa�s reinaba la intranquilidad: en Oaxaca Porfirio D�az se hallaba alzado en armas contra el gobierno bajo la bandera del Plan de la Noria; en Zacatecas el general Trinidad Garc�a de la Cadena le segu�a los pasos y en Aguascalientes el coronel G�mez Portugal no dejaba de causar problemas. Barr�n, que al parecer no era el hombre en�rgico y valiente que las circunstancias recomendaban, pidi� un permiso y dej� la gubernatura en manos de Rodrigo Rinc�n, que ven�a desempe�ando el cargo de jefe pol�tico del partido de la capital.
Las fuerzas de Garc�a de la Cadena ocuparon la ciudad el 25 de diciembre, obligando a las tropas leales al gobierno a parapetarse en las torres de La Parroquia y La Merced, desde donde ofrecieron resistencia. Todo el d�a hubo combates en las calles m�s c�ntricas de la ciudad. Los rebeldes llegaron a ocupar incluso el templo de La Merced, de donde fueron desalojados en la tarde, optando pocas horas despu�s por una retirada no del todo ordenada.
Ante la renuncia definitiva de Barr�n a la gubernatura fue necesario convocar a nuevas elecciones, en las que result� triunfador el doctor Ignacio T. Ch�vez. El d�a primero de julio de 1872 tom� posesi�n del cargo, inici�ndose entonces un periodo de relativa tranquilidad, que contrasta vivamente con los sobresaltos y tumultos de los a�os anteriores. Ni siquiera la sorpresiva muerte del presidente Ju�rez, que tuvo lugar el 18 de julio de 1872 y que le permiti� a Lerdo de Tejada asumir la primera magistratura de la naci�n, turb� esa tranquilidad.
La administraci�n encabezada por Ch�vez procur� de manera sincera promover el desarrollo regional y conservar la paz. Se suprimieron algunos impuestos, se alent� la modernizaci�n de la agricultura, se crearon algunas empresas con el fin de explotar de nuevo las minas de Asientos y se levant� un bordo en un paraje muy cercano a la capital del estado.
Los resultados de estos esfuerzos fueron bastante pobres. Tantos a�os de guerra y desasosiego hab�an sumido al pa�s en una profunda depresi�n, de la cual costar�a mucho sacarlo. Se carec�a de v�as de comunicaci�n modernas, escaseaban los capitales, en las f�bricas se hac�a uso de t�cnicas muy viejas y subsist�an muchas leyes y costumbres que obstru�an el desarrollo econ�mico. Las alcabalas, por ejemplo, que eran un impuesto que afectaba el tr�fico de mercanc�as entre los estados, obstru�a el comercio y propiciaba muchas pr�cticas ilegales.
El primero de diciembre de 1875 tom� posesi�n de la gubernatura Rodrigo Rinc�n Gallardo, quien pronto tuvo que hacer frente a los partidarios locales de Porfirio D�az, que de nuevo se hab�a levantado en armas, esta vez bajo la bandera del Plan de Tuxtepec. El panorama se complic� a lo largo del a�o siguiente, pues algunos personajes de la localidad empezaron a trabajar de manera casi abierta en favor de los alzados. Francisco G. Hornedo, por ejemplo, se carteaba con el general Garc�a de la Cadena y animaba con los medios a su alcance a los partidarios de la revoluci�n.
Las diferencias entre Lerdo de Tejada, que fue declarado reelecto para un nuevo periodo presidencial, y Jos� Mar�a Iglesias, que declar� nulas las elecciones y se neg� a seguir desempe�ando su cargo de presidente de la Suprema Corte de Justicia, se tradujeron para el gobierno en una complicaci�n adicional.
El 16 de noviembre fueron derrotados en Tecoac, cerca de Puebla, las tropas adictas al gobierno. El d�a 20 Lerdo abandon� la capital de la rep�blica y el 23 D�az hizo en ella su triunfal entrada. En Aguascalientes ello implic� el fracaso de las �ltimas maniobras del gobernador Rinc�n, quien renunci� al cargo. El 25 de diciembre la capital del estado fue ocupada por los ej�rcitos porfiristas y casi de inmediato Hornedo fue nombrado gobernador y comandante militar del estado.
Este episodio marc� el t�rmino de la Rep�blica Restaurada y el inicio de una �poca compleja y contradictoria, que se identificar�a de manera muy profunda con la personalidad del general Porfirio D�az. Arribar�a con ella el a�orado progreso material, pero en el camino se sacrificaron los derechos pol�ticos y sociales.