Instrucción pública elemental

Instrucción pública elemental


El n�mero de escuelas creci� de manera muy considerable: 33 en 1861 y 84 en 1909. La poblaci�n escolar, por su parte, se multiplic� en forma a�n m�s impresionante: 1 597 alumnos en 1861 y 7 069 en 1909. Desde luego los ni�os eran atendidos de manera preferente: en 1861 s�lo 27% de los inscritos eran ni�as. Durante los siguientes a�os esta desigualdad se corrigi� en parte, hasta llegar al a�o de 1909, durante el cual las 3 049 ni�as inscritas en las primarias representaban 43% de la poblaci�n escolar.

En su mayor�a estas escuelas eran atendidas por el gobierno. Seg�n los datos de que disponemos, en 1861 no hab�a en el estado ni un solo establecimiento de instrucci�n de car�cter privado. Para fines de siglo, en cambio, eran ya 43 las escuelas atendidas por los particulares, en las cuales estaba inscrito 27% de la poblaci�n escolar. Ello se debe a que los miembros de las capas m�s favorecidas de la poblaci�n pensaban que la educaci�n ofrecida por el gobierno no serv�a de gran cosa. Arturo Pani, que vivi� en esa �poca, dice en su libro Ayer que "las familias acomodadas sent�an una viva repulsi�n por las escuelas oficiales", cuyos defectos se amplificaban y cuyas cualidades se ignoraban. Pese a estos prejuicios, a�ade Pani, es probable "que la educaci�n impartida en ellas fuera superior a la que se daba en los establecimientos particulares de ense�anza".

Hay que recordar, por otra parte, que la mayor�a de las escuelas estaba en la capital del estado, a la cual tanto el gobierno como los particulares convirtieron en objeto preferente de sus atenciones. En 1909, por ejemplo, de las 38 escuelas p�blicas con que contaba el estado, 20 estaban en el municipio de la capital. Jes�s Mar�a, Rinc�n de Romos, Asientos y Calvillo s�lo contaban con tres cada uno, mientras que en Cos�o, San Jos� de Gracia y Tepezal� apenas hab�a dos. En el caso de las escuelas privadas el problema es a�n mayor, pues de las 46 existentes en 1909 resulta que 39 estaban en la ciudad de Aguascalientes. Las dem�s se repart�an entre Rinc�n de Romos (3), Asientos (2) y Calvillo (2).

No puede ignorarse que el gobierno se preocup� de manera preferente por la instrucci�n p�blica, de la cual se esperaban toda clase de bienes. Podr�amos citar muchos discursos, leyes y medidas que revelan la gran importancia que ten�a para los gobernadores y dem�s altos funcionarios este asunto. Refir�monos, sin embargo, a los recursos que se canalizaron a ese ramo de la administraci�n p�blica. En 1870 se destinaron a la educaci�n 5 000 pesos, equivalentes a poco menos de 7% de los gastos presupuestados; en 1911, en cambio, fueron 54 000 pesos los que absorbi� ese sector, equivalentes a 28% del presupuesto.

Todos estos esfuerzos, sin embargo, no supusieron el abatimiento del rezago ni la resoluci�n de problemas tan graves como el analfabetismo generalizado. En 1900, por ejemplo, s�lo 16.9% de la poblaci�n sab�a leer y escribir. Las escuelas, aunque crecieron mucho en n�mero, fueron incapaces de absorber a la poblaci�n en edad escolar. En el a�o citado hab�a por lo menos 15 000 ni�os, equivalentes a 71% de la demanda, que no iban a la escuela. Se trata en este caso de un tremendo problema que s�lo despu�s de la Revoluci�n pudo enfrentarse con seriedad y corregirse en sus causas m�s profundas.


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