Seg�n el c�nsul norteamericano Shmutz, la asamblea convencionista fue asediada por unos siete mil villistas que hab�an acampado alrededor del pueblo de Rinc�n de Romos y que posteriormente hab�an tomado la planta de la Fundici�n Central Mexicana, con el prop�sito de asegurar y anticipar cualquier movimiento hecho por Carranza sobre Aguascalientes.
El mismo diplom�tico mencionaba tambi�n que no se permit�a la circulaci�n de peri�dicos de la ciudad de M�xico porque favorec�an a Carranza y que el general Villa ten�a el control supremo de todas las operaciones militares. Por eso cuando abandon� el estado dej� como gobernador a V�ctor Elizondo y no acept� a Alberto Fuentes D�vila por considerarlo aliado de Carranza.
Durante sus dos meses como ejecutivo estatal, Elizondo asegur� un clima favorable para que la Fundici�n reiniciara sus operaciones, aunque las condiciones financieras eran inciertas y la escasez de alimentos b�sicos se convert�a en un serio problema para la mayor�a de los habitantes. Elizondo no pudo hacer pr�cticamente nada al respecto. El 20 de enero de 1915 fue fusilado por orden de Villa. Benito D�az fue el nuevo gobernador, si bien el Centauro del Norte manten�a el control de los asuntos m�s importantes y atend�a directamente a la gente a fin de solucionar problemas como la escasez de alimentos o la suspensi�n de pagos a los maestros.
Villa tard� en retirarse de Aguascalientes porque era un lugar estrat�gico para su ej�rcito. El estado le sirvi� como resguardo despu�s de las batallas en el Baj�o. Luego de que fue derrotado en Celaya, las fuerzas del general Obreg�n tomaron la ciudad, en julio de 1915, y �ste nombr� gobernador al licenciado Roque Estrada, para que organizara la administraci�n p�blica, que en ese momento se encontraba debilitada por el desorden y la pobreza.
Despu�s de tres semanas de gobierno y en medio de un panorama desolador, Carranza cambi� a Estrada por el general Mart�n Triana. El tifo asolaba al estado desde fines de 1915; a esto se agregaban las consecuencias de una administraci�n p�blica cambiante que no pod�a atender las cuestiones m�s elementales. Otro factor que complicaba la situaci�n y agravaba los problemas econ�micos era la corrupci�n, en tanto que los trabajadores segu�an demandando mejores condiciones laborales. En el campo, la producci�n era escasa y los alimentos b�sicos eran dif�ciles de conseguir.
Ante este panorama, el nuevo gobernador asumi� varios compromisos: decret� la restituci�n de tierras en los municipios de Cos�o y San Jos� de Gracia en favor de los campesinos y, ante la escasez de alimentos, promovi� las inversiones en el campo para cultivar las tierras abandonadas. Adem�s, avanz� en la pacificaci�n de la regi�n, decret� aumentos salariales e hizo modificaciones de importancia en la esfera educativa.
Con todo, en lo relativo a la reforma agraria, muchas tierras repartidas tuvieron que ser devueltas. Varios factores imped�an el reparto: primero, la existencia de una legislaci�n imprecisa que se prestaba a cualquier tipo de artima�as por parte de los terratenientes; segundo, la presencia de un burocratismo que hac�a dif�cil la tramitaci�n de las demandas campesinas; y tercero, los conflictos entre las autoridades agrarias locales y las del centro. Ciertamente, durante la presidencia de Carranza casi nada se hizo en lo que a la reforma agraria se refiere.
Mart�n Triana entreg� la gubernatura al general Gregorio Osuna. Las medidas radicales eran evidentes y la (tendencia de) autonom�a que el gobierno estatal hab�a ido adquiriendo hab�an obligado a Carranza a ordenar la destituci�n de Triana. Con seguridad, tambi�n constituyeron elementos en su contra las medidas anticlericales y la corrupci�n en el interior de la administraci�n p�blica, en medio de un panorama de hambre y miseria. Con los tres gobernadores siguientes desaparecieron las medidas sociales decretadas por Mart�n Triana, pero no las enormes carencias de la poblaci�n ni los vicios de la administraci�n.
Osuna fue sustituido por Antonio Norzagaray que, por �rdenes de Carranza, sostuvo una pol�tica antiobrera. Norzagaray se dedic� a preparar las elecciones para gobernador; diputados y senadores. Durante la votaci�n, la mayor�a de las casillas permanecieron desiertas, la apat�a y el tifo mantuvieron a la gente dentro de sus hogares.
Sin embargo, con la llegada al poder de Aurelio Gonz�lez, quien hab�a sido postulado por el Partido Democr�tico Aguascalentense, la vieja �lite pol�tica y econ�mica vivi� un proceso de franca recuperaci�n. Ahora los antiguos huertistas participaban en el nuevo gobierno constitucional y se enfrentaban con un estado donde la mayor�a de sus habitantes segu�a viviendo como en tiempos de don Porfirio. Una carta de dos campesinos aguascalentenses dirigida a Carranza el 1 de noviembre de 1917 caracterizaba un panorama desolador y una gran decepci�n por la Revoluci�n:
Nos encontramos en la m�s triste miseria, desnudos y con hambre, el trabajo del jornal duro. Hay partes donde no les pagan nada de sueldo, como en las haciendas nada m�s les dan unos dos litros de ma�z y en otras tres y medio. Parece que ya triunf� usted aunque no se cumpli� lo que se prometi� en esta revoluci�n ( ...) Se suplica que si por orden de usted pueden pagar alg�n sueldo aunque poco, siquiera tres litros de ma�z y doce centavos diarios m�s...
En diciembre de 1920 el hacendado Rafael Arellano Valle, hijo del dos veces gobernador porfirista y candidato derrotado por Alberto Fuentes, Rafael Arellano Ruiz Esparza, fue elegido gobernador del estado.
El gobierno de Arellano se concentr� en pacificar el estado, organizar la administraci�n p�blica, evitar el reparto agrario y favorecer el proceso de industrializaci�n duramente golpeado por los abruptos a�os de guerra. Pol�ticamente, intentaba moderar su postura conservadora ante los lineamientos del gobierno federal y ante las demandas de obreros y campesinos. Esta opci�n pol�tica pronto entrar�a en crisis, m�s por la inercia del movimiento revolucionario en el �mbito nacional que por las presiones de los grupos locales, aunque no era escasa la fuerza que ten�a Arellano Valle pues, adem�s de ser hijo de un ex gobernador poderoso, hab�a pertenecido a un grupo de cat�licos que hab�a buscado una posici�n pol�tica intermedia entre los porfiristas y los revolucionarios.