Oposición a la educación oficial

Oposición a la educación oficial


El anticlericalismo y la pol�tica social con rasgos radicales de los gobiernos revolucionarios provocaron la inconformidad y la oposici�n de numerosos grupos de cat�licos. Durante el r�gimen de Fuentes D�vila, en 1914, el gobierno limit� las atribuciones del clero y las asociaciones religiosas en el ramo educativo. El secretario de gobierno, profesor David Berlanga, orden� quemar im�genes religiosas en el jard�n de Guadalupe, "en pro de la civilizaci�n". As�, Berlanga esperaba fundamentar su "religi�n de la patria" que deb�a ser impartida por el Estado.

En 1915 el gobierno de Mart�n Triana tambi�n implant� medidas anticlericales que, aunadas a problemas de otro orden, precipitaron su ca�da. En 1924 el gobernador Jos� Mar�a Elizalde mantuvo una confrontaci�n permanente con la Iglesia y, fiel a la pol�tica del presidente Calles, en el terreno educativo impidi� que sacerdotes y religiosas tuvieran a su cargo escuelas en el estado. Adem�s, Elizalde desintegr� el Consejo de Educaci�n, pues, seg�n la opini�n oficial, la mayor�a de los profesores estaban subordinados al clero y, por ende, la ense�anza ten�a matices de "oscurantismo y ofuscamiento espiritual".

En 1932, el titular de la SEP, Narciso Bassols, trat� de hacer valer las disposiciones constitucionales relativas al laicismo de la educaci�n y a perfilar las acciones educativas hacia posiciones pol�ticas cada vez m�s radicales. La jerarqu�a eclesi�stica y los cat�licos desarrollaron una amplia y desafiante campa�a opositora a dicha medida laicista, a tal grado que Bassols tuvo que abandonar la SEP y con ello el proyecto no se concret� en ese momento.

En Aguascalientes, la llegada de Osornio a la gubernatura, en 1932, coincidi� con la reforma educativa de Bassols y la oposici�n de los padres de familia. �stos hab�an expresado su inconformidad desde 1930, cuando el gobernador intent� poner en marcha en las 139 escuelas de gobierno del estado la llamada "escuela nueva" que ten�a "orientaciones de pragmatismo racional" y se encontraba "dentro de los conceptos de la ideolog�a revolucionaria".

La Iglesia cat�lica no se qued� inactiva. Seg�n el obispo en 1933, en la di�cesis se impart�a instrucci�n catequ�stica a 20 000 ni�os. Aparte, exist�an 500 centros catequ�sticos establecidos en casas particulares, a las que asist�an 6 000 ni�os.

Adem�s, hab�a dos colegios de religiosas, uno para varones y otro para ni�as. Hasta en las escuelas oficiales hab�a personal "absolutamente creyente" que contrarrestaba "el mal del laicismo". En esta labor, continuaba el obispo, no se hab�a dado una vigilancia sistem�tica y s� "m�s bien cierto disimulo" por parte de las autoridades. Seg�n el pastor, los cat�licos de Aguascalientes estaban mal, "pero mucho menos mal que en otros much�simos lugares". "Las autoridades no eran tan radicales" y el movimiento cat�lico era importante, toda vez que se pod�a contrarrestar parte de la influencia de los "enemigos".

Uno de los primeros grupos que se opusieron a la educaci�n socialista fue el de las maestras cat�licas, que lleg� a renunciar en grupo y a boicotear la actividad escolar del gobierno. Para las maestras la educaci�n oficial se identificaba con la realizaci�n de "actos inmorales", pues promov�a la educaci�n mixta que llevaba a los ni�os a "las m�s bajas pasiones"; adem�s, infund�a el odio de las clases y el desprecio de la religi�n y la Iglesia. Con la reforma educativa nuevamente se intent� suprimir las escuelas confesionales en Aguascalientes. Muchos padres de familia decidieron sacar a sus hijos de las escuelas oficiales y crearon escuelas clandestinas. Con los grupos peque�os se pod�a burlar m�s f�cilmente la vigilancia oficial, tal como lo reconoc�a el director Edmundo G�mez, puesto que los maestros trabajaban con grupos muy peque�os. En el medio rural los padres de familia, en especial las mujeres, golpearon a los maestros y algunos llegaron a respaldar las incursiones de los cristeros.

Las v�as para contrarrestar la oposici�n eran dos: una violenta, que consist�a en someter a los opositores a las disposiciones legales y reglamentarias, a riesgo de ser castigados, y otra en la que se tend�a al convencimiento y la persuasi�n. Se hac�an cambios en el interior del aparato educativo estatal y al mismo tiempo se intentaba influir en padres de familia, sacerdotes y autoridades indiferentes o francamente opositoras. Estos factores, entre otros, hab�an propiciado que la oposici�n disminuyera. Por un lado, la Iglesia hab�a logrado que se diera marcha atr�s a la pol�tica antirreligiosa; por el otro, los representantes del Estado conquistaban espacios de poder y avanzaban hacia el cumplimiento de sus prop�sitos.

Para 1938 la pol�tica educativa hab�a eliminado casi por completo el anticlericalismo que el gobierno de Alvarado y los cambios realizados por C�rdenas hab�an propiciado. Hab�a m�s permisibilidad para que los cat�licos se incorporaran a la tarea educativa en el estado, a la vez que exist�an mayores posibilidades de que la pol�tica social de la educaci�n asentara sus ra�ces en las comunidades rurales, en los sindicatos y en otros espacios de la vida p�blica de Aguascalientes.


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