L�nea amurallada


La construcci�n de la muralla dur� aproximadamente 18 a�os, o sea de 1686 a 1704, cuando qued� cerrado el recinto con el �ltimo baluarte urbano, que fue el de Santiago, seg�n la fecha que se inscribi� en el dintel de su puerta de entrada. El espesor de la muralla fue, en la base, de 2.60 m, y su altura media de 8.40 m. Sotelo Regil ha comentado que dif�cilmente hubo una plaza fuerte en la que los humildes hubiesen estado mejor protegidos que en Campeche; en efecto, fuera del hex�gono amurallado, con sus ocho baluartes angulares, la villa estaba resguardada algunos kil�metros al oriente por tres castillos llamados San Jos�, en plena serran�a (terminado en agosto de 1793); San Mat�as, a la orilla del mar bajo las bater�as del anterior, y San Lucas, junto al estero del barrio de San Francisco. Por el oriente hubo tres castillos llamados San Miguel, en la serran�a; San Luis, a la orilla de la playa, en el camino a Lerma y bajo las bater�as del anterior, y San Fernando, que fue convertido en el Cementerio General en el a�o de 1848.

Las construcciones aleda�as merecen un mayor comentario, ya que tambi�n significaron parte del esfuerzo integral de defensa, sin detenerse en los gastos para la edificaci�n de cada una de ellas y la movilizaci�n de hombres para transportar los materiales s�lidos, pesados, que exig�an. Si las obras concluidas en 1704 ten�an defectos, fue la ocasi�n de corregirlos, no en la obra de la muralla, pero s� en los exteriores. El general de brigada e ingeniero militar Juan Jos� de Le�n y Zamorano fue el autor y director de los trabajos, cuyo primer beneficio fue aumentar el radio de acci�n de la plaza. Estas construcciones, calificadas como bater�as de costa y fortines, daban al mar, siempre considerando que era la parte fr�gil del lugar. Destacaron en su tiempo como un verdadero adelanto, y se consideraba que su estructura hab�a sido inspirada por el franc�s Montalembert. No se establecieron en otros pa�ses sino a�os despu�s de erigidas �stas. Entre las innovaciones est�n, en San Jos�, el foso; en San Luis, nueve ca�oneras en tres frentes de ataque y el cuarto frente, orientado hacia tierra, era posible cerrarlo por medio de un trazado seudobastionado para defender la puerta de entrada, que se distingu�a por una maciza puerta con puente levadizo, lanzable sobre el foso que, rodeando la obra, debi� haber tenido aproximadamente cuatro metros de ancho y tres de profundidad.

Los fuertes colocados en la serran�a que rodea al puerto fueron obras caracter�sticas en su �poca, calificados como de buen gusto por la arquitectura de sus escarpas, adornadas con lo que se conoce como "nidos de golondrina", especie de garitones en saliente del lienzo que serv�an para la vigilancia del interior del foso.

Resulta tan importante la construcci�n de la l�nea amurallada que las descripciones, planos y referencias contribuyen al conocimiento de una ciudad y una poblaci�n que se ha distinguido en el curso de las centurias por esos dos pilares sembrados en el campo del tiempo y la distancia: pirater�a y murallas. Precisamente en el a�o de 1704 lleg� el ingeniero de nacionalidad francesa Louis Bouchard de Becour -que, a la muerte de Franck, fue el sucesor en Ul�a- para proseguir la tarea en Campeche. Remiti� a la Corona de Espa�a una detallada descripci�n de los problemas en la fortificaci�n de la villa, afirmando que debido a que los trabajos no estaban bien terminados era necesario continuar una larga serie de mejoras, entre ellas la terminaci�n de un foso que se alimentar�a con el agua que se encontraba a poca profundidad ya que no hab�a una considerable diferencia entre la altura del agua y el nivel del mar.

El ingeniero franc�s sustituido por Jos� de Castro, tesorero de la Real Hacienda, describi� en 1708 las mejoras. Fue en el a�o de 1766 cuando se hizo otra relaci�n m�s completa de la plaza de Campeche, formulada por el ingeniero Juan de Dios Gonz�lez encargado del puerto, as� como tambi�n del presidio que se constru�a en laguna de T�rminos. En la descripci�n se afirma que San Francisco de Campeche se encontraba completamente amurallada con ocho baluartes, 91 ca�ones, murallas y cortinas, todo ello dispuesto en forma hexagonal e irregular, con varias puertas de acceso a la plaza. Contaba adem�s con un cuartel principal que ten�a capilla, atarazanas o almac�n para pertrechos de marina y un cuartel de p�lvora. En resumen, ten�a todo lo necesario para repeler el filibusterismo, aunque, a decir verdad, la desaparici�n de los piratas se anticip� a la terminaci�n de las obras de defensa, ya que �stas generalmente se encontraban obstaculizadas por tr�mites burocr�ticos, las grandes distancias para resolver con prontitud y pocos recursos econ�micos, cuando no humanos, o bien por el deceso en unos casos y en otros el retiro a diferentes menesteres- de los ingenieros. Conviene se�alar que en 1705 ya estaban terminados los lienzos de la muralla que ligaban los ocho baluartes que circundaban la plaza: San Carlos, Santa Rosa, San Juan, San Francisco, San Pedro, San Jos�, Santiago y Nuestra Se�ora de la Soledad. Para 1786, en el plano topogr�fico de la plaza de Campeche figura el recinto amurallado con todos sus lienzos de muralla y las cuatro puertas.

Aparte de las piezas de artiller�a que llegaron en 1690, en 1739 y 1740, las constantes dificultades b�licas en Europa obligaron a la Corte de Madrid a disponer el env�o de 88 ca�ones de grueso calibre de hierro y bronce, algunos de los cuales fueron de matr�cula francesa; todav�a en 1795, 1808 y 1827, se aument� el armamento, lleg�ndose a tener m�s de 200 ca�ones para montar en las ca�oneras.

Fue una larga tarea: las obras de protecci�n se extendieron m�s all� de la villa, y en el pueblo de Lerma se construy� una torre en 1680 que se destruy� en 1880 y que Calder�n Quijano describi� como de una simplicidad com�n y pocas condiciones est�ticas, demostrando que no se hab�a realizado de acuerdo con "las m�s adelantadas directrices de la arquitectura abaluartada"; as� mismo, en el curso del siglo XVII se construy� un reducto o fuerte en Champot�n, con caracter�sticas similares a las de Lerma.


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