El oro chiclero, segundo recurso

El oro chiclero, segundo recurso


El producto laborioso del corte de la madera tint�rea en la penumbra de la selva y la niebla de los pantanos hizo circular durante m�s de un siglo una riqueza vol�til en las manos de hombres que la derramaron alegremente en poblaciones como la del Carmen; pero tambi�n hubo explotaci�n humana y a pesar de ello, por sobre esa experiencia, los salarios iluminaron las festividades en la capital del estado y en Laguna. Todo esto ocurri� de nuevo cuando los chicleros dejaban el hato para consumirse en una esplendidez moment�nea y circunstancial. En efecto, el sangrado del zapote fue tambi�n, durante muchos a�os, una riqueza natural de los bosques de Campeche.

En la d�cada de 1880 se llam� la atenci�n sobre esa nueva actividad, tan importante que el gobernador Joaqu�n Keerlegand advirti� al Congreso local de la necesidad de dictar disposiciones convenientes para desarrollar la industria chiclera que hab�a surgido en el partido del Carmen. Reflexi�n tard�a, como hab�a sucedido con otros recursos de la pr�diga naturaleza, pues los mayas conocieron y masticaron el chicle porque, adem�s de producir mayor salivaci�n, serv�a para limpiar los dientes. Lo nombraron sict�, y al �rbol yaa.

En cuanto a los primeros pasos para su industrializaci�n, refiere Federico Heuer que en uno de sus numerosos destierros , el dictador Antonio L�pez de Santa Anna se fue a radicar a Nueva York, donde entabl� amistad con el se�or James Adams, al que le llam� la atenci�n observar que el general masticaba un peque�o objeto el�stico, de color pardo y que desprend�a en peque�os trozos de una pasta mayor. Cuando Santa Anna regres� a M�xico le dej� al se�or Adams el producto. El estadounidense tuvo la idea de agregar al chicle color y sabor, con lo que inici� el consumo de la goma de mascar, que fue con el tiempo una industria valuada en millones de d�lares.

La zona principal donde crece el �rbol conocido con el nombre de chico zapote est� precisamente en Campeche y Quintana Roo. El chicle era recuperado por incisiones hechas en la corteza del �rbol —que crec�a de manera silvestre— y despu�s era sujeto a un proceso de cocci�n; el �rbol requer�a de abundante lluvia. En 1930 se calcul� que la extensi�n de terreno explotable era de 2 360 346 hect�reas. Fue en el estado de Veracruz donde por primera vez se extrajo el producto, por lo que no es extra�o que Santa Anna, originario de aquella regi�n, lo acostumbrara.

Campeche fue durante muchos a�os el principal productor y exportador de chicle, hasta que se debilit� el mercado despu�s de la segunda Guerra Mundial, en virtud de la aparici�n de sustitutos qu�micos del producto. En 12 a�os, de 1930 a 1942, solamente la aduana de Campeche manej� 13 925 000 kilos de l�tex, y la del Carmen 8 715 000 kilos.

Esta riqueza natural alent� una raqu�tica econom�a y sostuvo las necesidades del erario, al grado de que la Ley de Hacienda de 1895 consider� de manera especial su explotaci�n. La revoluci�n trastorn� las recaudaciones, como puede observarse en la siguiente relaci�n:

Derechos del henequ�n en 1919: 176 463 pesos; en 1920: 67 817 pesos; en 1921: 29 790 pesos. Derechos del chicle en 1919: 109 529 pesos; en 1920: 154 851 pesos; en 1921: 92 868 pesos. Derechos sobre maderas 1919: 5 873 pesos; en 1920: 1 659 pesos; en 1921: 2 456 pesos. Derechos sobre el palo de tinte en 1919: 84 pesos; en 1920: 1 966 pesos y en 1921: 1 488 pesos.

Lo interior tambi�n muestra el efecto de las crisis pol�ticas; adem�s, para el aprovechamiento del chicle nadie hab�a aprendido de las desventajas de una explotaci�n irracional y sujeta a fluctuaciones internacionales. Los primeros beneficiados fueron los extranjeros de las compa��as, como Campeche Timber and Fruit Co., que trabajaba en la finca San Pedro; Laguna Corporation, due�a de El Pital y terrenos adyacentes que representaban inmensas extensiones Mexican Gulf, Land and Lumber Co., due�a de las fincas San Gabriel, San Rafael y Esperanza; P.A. Hearst, que explotaba la finca de San Jos� de Aguada Seca, y Pennsylvania Company, que trabajaba en la finca Moc�. En 1921 su producci�n bast� para garantizar un empr�stito, junto con otros derechos, por un mill�n de pesos, negocio que ocasion� serios problemas al gobierno de Enrique G�mez Brice�o, ya que las compa��as extranjeras suspendieron el contrato a precio fijo de los trabajadores del chicle, lo cual en la pr�ctica dej� sin trabajo a cerca de 800 braceros, que pod�an provocar conflictos en las poblaciones; adem�s, al reducirse la producci�n, los ingresos ca�an considerablemente. �ste fue uno de los muchos conflictos en turno, sin olvidar las operaciones il�citas de las empresas para evadir los impuestos sacando el chicle por Belice.

Durante el gobierno de Castillo Lanz (1923-1927) Campeche fue el primer productor de chicle en la Rep�blica y respald� el esfuerzo de peque�os empresarios, como la subvenci�n que se concediera a a Jos� Mar�a Evia el 24 de abril de 1923, para que estableciera una f�brica de chicle para mascar en la ciudad de Campeche con el nombre El Zapote. El producto fue objeto de diversas disposiciones, como la Ley del Impuesto sobre Producci�n de Chicle del 4 de abril de 1939. Tambi�n declar� de utilidad p�blica la inamovilidad de los equipos de trabajo para la extracci�n de chicle y el 1� de junio de 1940 y el 9 de junio de 1942 hizo lo mismo con la industria del mismo.

El gobernador P�rez Mart�nez plante� una estrategia correcta en esta materia. Silvia Molina recuerda que H�ctor ten�a el �nimo exaltado y quer�a, si no resolver, s� aminorar la pobreza de Campeche. El presupuesto ten�a que alimentarse regulando la industria del chicle, ya que se litigaba sobre terrenos en los l�mites con Quintana Roo; adem�s, el gobierno federal subsidiaba a los exportadores de la materia, y estos hab�an encontrado la manera de no pagar a los trabajadores un precio justo. El chicle de Campeche se vend�a a 117 pesos el quintal, y el del territorio a 240; en consecuencia, el gobernador propuso a la Secretaria de Econom�a suspender los subsidios para obligar a los contratistas a entregar la diferencia entre el precio de venta del contrato y el que realmente recib�an. Deseaba esos recursos para destinarlos al Banco Chiclero, pero fue desechado el proyecto. �l sigui� presionando hasta que consigui� que el gobierno federal retirara los subsidios de exportaci�n, lo que dio como resultado que el Banco de Comercio Exterior recibiera aproximadamente 50 000 d�lares, fondo que devolver�a a la entidad para obras de comunicaci�n carretera y apertura de pozos para agua. Los problemas surgieron, como siempre, al tocar los intereses de compa��as, contratistas y pol�ticos.


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