Al nuevo país, al estado de Chihuahua


La alianza entre los militares criollos y las fuerzas de Vicente Guerrero, pactada en el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, abri� paso a la consumaci�n de la independencia. A pesar de que gran n�mero de militares se sumaron al acuerdo, la comandancia general de las provincias septentrionales se opuso firmemente a esa resoluci�n. Mostrando una gran lealtad al dominio espa�ol, el comandante Alejo Garc�a Conde orden� la movilizaci�n de tropas situadas en Chihuahua para combatir a los partidarios de la independencia. Coherentes con su postura a lo largo de la d�cada de guerra, los vecinos principales de la villa de Chihuahua financiaron la salida de las tropas locales hacia el sur. En agosto de ese mismo a�o de 1821, las tropas del general Pedro Negrete, uno de los simpatizantes de Iturbide, sitiaron la capital de la intendencia de Nueva Vizcaya, Durango, cuyas autoridades se opon�an a la independencia. Desde Chihuahua se enviaron 400 hombres para reforzar a la capital provincial, pero ya no llegaron. El 21 de agosto, en San Bartolom�, los oficiales de esa fuerza decidieron cambiar de bando y secundar el Plan de Iguala, logrando el apoyo de la poblaci�n local. Ante esas circunstancias, Garc�a Conde decidi� deponer las armas y sumarse a la independencia el 27 de agosto, d�a en que concluy� el dominio espa�ol en esta tierra. Un mes despu�s, las tropas de Vicente Guerrero y de Agust�n de Iturbide, el llamado Ej�rcito Trigarante, entraron a la ciudad de M�xico. As� comenzaba la vida independiente.

La organizaci�n del nuevo pa�s fue muy complicada. Casi desde el primer momento se cre� una honda divisi�n entre quienes sosten�an la necesidad de mantener un poder central fuerte, a la usanza del sistema colonial, y aquellos que, imbuidos por la experiencia del federalismo norteamericano y por el constituyente de C�diz, pugnaban por una f�rmula republicana consistente en la uni�n de estados libres y soberanos, con un poder local claramente definido. La ca�da del imperio de Iturbide en mayo de 1823 abri� el camino para la organizaci�n del pa�s como rep�blica federal. No es de extra�ar que el 31 de enero de 1824 el Congreso General decretara la organizaci�n pol�tica de acuerdo con ese sistema, lo que implicaba dar paso al surgimiento de los estados.

En el acta constitucional de enero de 1824, emitida por el Congreso General, la antigua Nueva Vizcaya sobrevivi� como tal con el agregado de Nuevo M�xico; a la entidad federativa se le denomin� Estado Interno del Norte. Sin embargo, los pol�ticos duranguenses se opusieron con firmeza a que Durango formara parte de esa enorme entidad federativa; la oposici�n era m�s viva a�n por el esfuerzo chihuahuense encaminado a lograr que la, ciudad de Chihuahua quedara como la capital estatal. Los duranguenses deseaban un estado peque�o, con su capital en la ciudad de Durango. En cambio, los chihuahuenses, evidenciando su gran desamparo, insist�an en la uni�n con Durango y Nuevo M�xico y, por supuesto, sosten�an que la ciudad de Chihuahua deb�a ser la sede del gobierno estatal. Esta disputa, que no mostraba m�s que la vieja rivalidad entre los principales centros urbanos de la extinta Nueva Vizcaya, concluy� en el verano de 1824 cuando el Congreso General concedi� en gran medida raz�n a los diputados duranguenses y resolvi� formar dos estados separados (Durango y Chihuahua) y un territorio federal (Nuevo M�xico). Los linderos de Chihuahua se trazaron con los elementos disponibles: al norte el poblado de Paso del Norte y al sur la hacienda de R�o Florido. Al oriente y al poniente, es decir, el desierto y la serran�a, no se lograron precisar claramente los linderos. Quiz� esa precisi�n no era tan necesaria en esos puntos cardinales, aunque luego se presentar�an conflictos de l�mites tanto con Sonora como con Coahuila.

Hasta donde es posible saber, nadie disput� el derecho de la ciudad de Chihuahua, elevada a ese rango en 1823, a fungir como capital de la nueva jurisdicci�n. En ello influ�a sin duda la trayectoria econ�mica, demogr�fica y pol�tica de la antigua villa de San Felipe Real de Chihuahua. Ninguna otra poblaci�n hab�a sido cabecera de la Comandancia General de las Provincias Internas ni tampoco ning�n otro asentamiento contaba con una iglesia parroquial de las dimensiones de la de Chihuahua. �stos eran atributos de peso.

El 8 de septiembre de 1824 se instal� el Primer Congreso Constituyente del estado, que nombr� al primer gobernador provisional, el coronel Jos� de Urquidi, quien de inmediato se dio a la tarea de organizar el aparato pol�tico local. Los antiguos funcionarios civiles, religiosos y militares de la administraci�n espa�ola y los vecinos principales, convertidos lentamente en grupo pol�tico, comenzaron a construir una dimensi�n novedosa de la vida local: las disputas y la competencia pol�tica. Al igual que en el resto de las entidades, en Chihuahua se formaron grupos pol�ticos para elegir a las autoridades, hecho inusitado hasta entonces. El florecimiento de la vida pol�tica local en los estados trajo consigo la decadencia del poder central y, en esa misma medida, de la ciudad de M�xico. Ya se ver�n en el pr�ximo cap�tulo las implicaciones de este importante cambio pol�tico.

El 9 de diciembre de 1825 el Congreso Constituyente, empezando con la frase "En el nombre de Dios Padre, Hijo y Esp�ritu Santo, Autor y Supremo Legislador de las Sociedades", expir� la primera Constituci�n Pol�tica del estado. El poder ejecutivo quedaba a cargo de un gobernador que ser�a elegido cada cuatro a�os; el poder legislativo estar�a en manos de 11 diputados que durar�an en su cargo dos a�os y que ten�a entre sus funciones la de elegir al gobernador y al vicegobernador. Por su parte, el poder judicial quedaba formado por un Supremo Tribunal de Justicia, cuyos integrantes (los magistrados) eran elegidos por el Congreso local. Con la organizaci�n del poder judicial del estado se extingui� la jurisdicci�n de la Audiencia de Guadalajara sobre este territorio. El gobierno general mantuvo a un comandante militar en cada entidad federativa, dependiente del Ministerio de Guerra. Sin embargo, estos comandantes militares no tendr�an gran fuerza, lo que expresaba puntualmente la debilidad del gobierno general.

Una ley de enero de 1826 dividi� al estado en 11 partidos, con cabecera en las siguientes poblaciones: Chihuahua, Parral, Paso del Norte, San Juan Nepomuceno, Cusihuiriachic, Concepci�n, Batopilas, San Ger�nimo y San Pablo Tepehuanes. En estos mismos a�os el Congreso local decidi� cambiar los nombres de algunas poblaciones: San Ger�nimo pas� a ser Aldama; San Juan Nepomuceno recibi� el nombre de Galeana; y Balleza fue el nuevo nombre de San Pablo Tepehuanes. Otras poblaciones que cambiaron de nombre fueron San Bartolom� (valle de Allende), Santa Cruz de Tapacolmes (Rosales), Guajoquilla (Jim�nez) y San Jos� del Parral (Hidalgo del Parral). En 1859 Concepci�n fue rebautizada con su actual nombre, Guerrero. Cada partido estar�a bajo el mando de un jefe pol�tico, quien fungir�a tambi�n como presidente del ayuntamiento de la cabecera. Los pueblos con m�s de 20 00 habitantes contar�an con sus respectivos ayuntamientos, encabezados por un alcalde que tendr�a funciones judiciales. En los sitios con una poblaci�n entre 800 y 2 000 habitantes, se designaba una junta municipal. Con estas disposiciones, que afianzaban la tendencia pol�tica surgida de la Constituci�n de C�diz, los ayuntamientos se convirtieron en espacios decisivos en la organizaci�n pol�tica local. En unos cuantos a�os estas nuevas instancias del poder pol�tico se hab�an extendido a lo largo y ancho del territorio. Hacia 1790 s�lo hab�a ayuntamientos en Chihuahua, Parral, Cusihuiriachic, San Ger�nimo, San Pablo y Guajoquilla. Esos nuevos organismos, al basar su existencia legal en el n�mero de habitantes, reconoc�an la importancia ganada por esos n�cleos de poblaci�n, tanto en t�rminos demogr�ficos como econ�micos.

CUADRO IV.3. Poblaci�n de los partidos en 1823
Tabla de poblaci�n de los 11 partidos pol�ticos que est�n bajo el mando de un jefe pol�tico y funge tambi�n como presidente del ayuntamiento de la cabecera.

FUENTE: Graziella Altamirano y Guadalupe Villa (comps.), Chihuahua. Textos de su historia 1821-1921, M�xico, Gobierno del estado de Chihuahua/ Instituto de Investigaciones Dr. Jos� Mar�a Luis Mora/ Universidad Aut�noma de Ciudad Ju�rez, 1988, t. I. P. 235.


Si se sigue con el modo de estimar la distribuci�n de la poblaci�n de la entidad, al norte y sur del capital del estado (y se deja de considerar el n�mero de habitantes de la capital), tenemos que 37 474 habitantes, o 33%, se hallaban en la parte norte�a del estado y el resto, a�n la mayor�a, en la parte sure�a. Pero esta distribuci�n contrasta con la situaci�n de 1788, expuesta en el cuadro IV.2 en la que apenas 11% de la poblaci�n viv�a al norte de la villa de Chihuahua. Sin duda, la pacificaci�n apache es un elemento importante en este comportamiento de la poblaci�n local.

Los a�os de auge econ�mico y demogr�fico hab�an redistribuido de mejor manera a la poblaci�n. Ello se muestra tambi�n en el hecho de que la capital del estado no era, ni con mucho, la jurisdicci�n m�s importante en t�rminos demogr�ficos. Dos �reas agr�colas, el Valle de San Bartolom� y el Papigochic, y un distrito minero (Parral), superaban en poblaci�n a la ciudad de Chihuahua.

Los nuevos gobernantes, encabezados por el primero de ellos, Arce, se dieron a la tarea de poner en funcionamiento el aparato de gobierno. Eran a�os de relativa bonanza; por ejemplo, los ingresos gubernamentales eran mayores que los gastos. Se tem�a que el gobierno general insistiera en controlar el monopolio del tabaco, que era una de las principales fuentes de ingresos del gobierno de Chihuahua; as� lo se�alaba el gobernador Arce en su mensaje de 1� de julio de 1826. Varios descubrimientos mineros, realizados en las postrimer�as del dominio colonial, hab�an contribuido a esa prosperidad del nuevo estado. En particular, destaca el de las vetas de Jes�s Mar�a (el actual Ocampo), ocurrido en enero de 1821, que pronto atrajo a gran n�mero de empresarios mineros, trabajadores y comerciantes. En poco tiempo este conglomerado mereci� la formaci�n de un nuevo ayuntamiento.

En estos primeros a�os, los estados contaban con grandes facultades que mostraban la vigencia de su soberan�a, por ejemplo sobre terrenos bald�os y colonizaci�n. El gobierno local expidi� una ley sobre esta materia en mayo de 1825 para fomentar el poblamiento en varios puntos del estado, como las m�rgenes de los r�os Conchos y Bravo; dispon�a que el producto de las ventas de esos terrenos pasaran al gobierno local y tambi�n ordenaba que las tierras de los pueblos indios pasaran a ser propiedad privada. En materia educativa, el gobierno local dispuso de una importante partida para fomentar la educaci�n p�blica, de tal suerte que para 182 exist�an ya 67 escuelas primarias en las cabeceras municipales y en sus principales secciones; los ni�os inscritos ascend�an a 2 532. En diciembre de 1827 abr�a sus puertas la instituci�n que m�s tarde se convertir�a en el Instituto Cient�fico y Literario, a cargo del padre Antonio Cipriano Irigoyen. El predominio cultural, literario, educativo y pol�tico de la ciudad de Chihuahua era evidente. Desde octubre de 1825 hab�a comenzado a funcionar la primera imprenta en la capital del estado; en 1856 se abrir�a la segunda en Parral y en 1864 y 1865, respectivamente, en Guerrero y Paso del Norte. Esa diferencia de a�os mostraba el nivel alcanzado por la ciudad capital.


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