El ascenso villista


Una vez que Madero tom� posesi�n como presidente, nombr� a Abraham Gonz�lez como secretario de Gobernaci�n. Apenas se estrenaban en esos importantes cargos cuando comenzaron las dificultades con diversos grupos descontentos con el triunfo maderista y el ascenso de Jos� Mar�a Pino Su�rez a la vicepresidencia en detrimento de la figura del m�dico Francisco V�zquez G�mez. Los brotes de violencia de enero y febrero de 1912 en Chihuahua, dirigidos por jefes como Jos� In�s Salazar y Emilio Campa y por maestros como Braulio Hern�ndez, ganaron fuerza cuando se vincularon a la carism�tica figura de Pascual Orozco. Este no ocultaba su enojo con Madero, provocado por los nombramientos de parientes y de militares porfiristas. Adem�s, Orozco se rehus� a combatir a los zapatistas en Morelos, como parece haber sido la intenci�n de Madero. A principios de marzo de 1912 Orozco se rebelaba contra Madero, rompiendo as� la unidad de los grupos locales que se hab�an levantado en armas contra el terracismo durante 1910 y 1911.

El alzamiento orozquista ha sido un serio problema para los historiadores. El estudio m�s detallado sobre Orozco plantea que ese alzamiento se explica por un gran enga�o. Los oligarcas chihuahuenses, preocupados por alzas inminentes de impuestos y en general por el ascenso de Madero, se acercaron a Orozco, considerando sus grandes diferencias con Madero. Los oligarcas financiaron en parte el movimiento armado. Pero este acercamiento con los oligarcas no invalida que Orozco repudiara a Madero por el tibio rumbo de su gobierno y el escaso inter�s por imponer reformas sociales radicales. Orozco suscribi� el Plan de la Empacadora, de marzo de 1912, en el que se retomaban algunas de las demandas magonistas de 1906, como los derechos laborales, la libertad de expresi�n, la autonom�a efectiva de los municipios, as� como una fuerte oposici�n a los intereses norteamericanos. Pero adem�s defin�an con precisi�n los pasos a seguir para redistribuir la propiedad de la tierra, pues se anunciaban expropiaciones e incautaciones de terrenos ociosos. Este radicalismo orozquista, nutrido adem�s con el de antiguos magonistas, se expres� en la furia con que fueron tratados los mormones de Casas Grandes, que se vieron obligados a abandonar sus colonias en el curso de ese a�o de 1912. Los terracistas no objetaron ese documento radical, con tal de ganar el apoyo popular a su causa antimaderista y conservadora. Esto significa que los oligarcas manipularon el radicalismo de algunos sectores orozquistas (y por all� puede hablarse del enga�o) para impulsar su proyecto pol�tico dirigido a restaurar el antiguo orden de cosas. La estrategia de los conservadores pareci� tener �xito al principio, pero a largo plazo se volver�a contra ellos.

En unos cuantos d�as el orozquismo control� la mayor parte del estado. Villa mostr� su fidelidad a Madero y Gonz�lez y se lanz� a combatir a los "colorados", como eran conocidos los orozquistas por sus antecedentes magonista-anarquistas. Sin embargo, los rebeldes recibieron muy pronto una severa derrota pol�tica. El gobierno norteamericano prohibi� la venta de armas al orozquismo, que de ese modo perdi� una fuente indispensable de aprovisionamiento. Esa medida, que era muestra de la pesada influencia del vecino pa�s, inclin� la balanza a favor del gobierno maderista. Para mediados de 1912 el orozquismo estaba ya derrotado. Pero antes hab�a vencido a las tropas maderistas en varias ocasiones, la m�s importante en la estaci�n de Rellano, derrota que llev� al suicidio al general Gonz�lez Salas, el comandante derrotado. En el desenlace desfavorable al oroquismo tambi�n cont� la fuerza del ej�rcito federal, dirigido por el general Victoriano Huerta, a la que se sumaron las fuerzas irregulares de Villa. En agosto Pascual Orozco no tuvo m�s remedio que huir hacia los Estados Unidos.

En febrero de 1913, sin embargo, se inici� la fase m�s violenta de la Revoluci�n. El ej�rcito federal, cuya estructura porfirista permanec�a intacta, derroc� y m�s tarde fusil� al presidente y al vicepresidente. El general Victoriano Huerta, v�a el golpe militar, asumi� entonces el Ejecutivo federal, lo que provoc� la reacci�n violenta de varios grupos en diversas partes del pa�s. En Chihuahua, el jefe militar Salvador Mercado oblig� al gobernador Abraham Gonz�lez a dejar el poder; m�s tarde, fue asesinado cerca de Bachimba. Jefes como Orozco, Salazar y Rodrigo M. Quevedo se sumaron al r�gimen huertista. En contraste, los jefes m�s cercanos al maderismo y a Abraham Gonz�lez, como Francisco Villa, Toribio Ortega y otros, se afiliaron al movimiento antihuertista que encabezaba el gobernador Venustiano Carranza desde Coahuila, cuyo congreso declar� la ruptura del pacto federal. Este grupo pronto fue conocido como ej�rcito constitucionalista.

Para sorpresa y admiraci�n de muchos, entre marzo y noviembre de 1913 Villa logr� organizar un poderoso ej�rcito que acab� con los huertistas locales, incluidas las fuerzas orozquistas El 1� de octubre Villa venci� a los federales en Torre�n; el 5 de noviembre sitiaba la capital del estado de Chihuahua. Al fracasar en su intento de tomarla, Villa moviliz� sorpresivamente sus tropas hacia Ciudad Ju�rez, plaza que cay� el 15 de noviembre. Con esta victoria Villa prepar� en mejores condiciones la toma de la capital del estado. El general Mercado intent� detener a los villistas antes de que se acercaran. Pero el 25 de ese mes la fuerza dirigida por el orozquista Salazar fue derrotada en Tierra Blanca, lo que dejaba el camino libre hacia Chihuahua. Ante la derrota de Salazar, cundi� el p�nico entre huertistas y millonarios de la ciudad de Chihuahua. El 27 de noviembre evacuaban ambos la ciudad con rumbo a Ojinaga. Don Luis Terrazas, con sus 84 a�os a cuestas, abandonaba el estado junto con las tropas que, mal que bien, conservaban sus privilegios. La ciudad de Chihuahua casi se vaci� de ricos. Villa simplemente los aterrorizaba.

Villa asumi� el cargo de gobernador el 8 de diciembre de 1913. Fue entonces cuando se mostr� el alcance del radicalismo antiterracista. Por principio de cuentas, Villa orden� la incautaci�n de los bienes de las principales familias de la oligarqu�a local, justamente las que hab�an huido con las tropas huertistas. Implant� luego un sistema de administraci�n de esos bienes, que entreg� a don Silvestre Terrazas, el ex director de El Correo de Chihuahua. Este sistema garantizaba la continuidad productiva de haciendas y dem�s propiedades, algo fundamental para financiar al ej�rcito villista. M�s tarde busc� garantizar un abasto regular y a bajo costo de carne y otros alimentos a las ciudades. El fraccionamiento de las grandes haciendas y su entrega a los campesinos se efectuar�an una vez concluida la guerra. Si se entregaba tierra en ese momento no era dif�cil que una parte considerable de las tropas se rehusara a continuar en el ej�rcito o a trasladarse a combatir a otros estados. Por esa raz�n, Villa combati� a M�ximo Castillo, un l�der revolucionario de trayectoria maderista y orozquista que procedi� a repartir tierras de ocho haciendas terracistas en junio de 1913.

Luego de un incidente naval, el 21 de abril de 1914 los norteamericanos tomaron a sangre y fuego el puerto de Veracruz. Carranza, que por esos d�as viv�a en Chihuahua, protest� en�rgicamente contra la invasi�n. Pero Villa, mostrando su pragmatismo, manifest� su confianza en que no habr�a necesidad de cruzar fuego contra ellos. Este deslinde de opiniones marc� el inicio de una fuerte hostilidad entre Carranza y Villa, que tendr�a graves consecuencias. Villa, no sobra decirlo, se esmeraba en proteger las negociaciones norteamericanas y por ello no sorprende que la enorme presa de La Boquilla pudiera seguir construy�ndose a lo largo de estos a�os de gran violencia armada. Esa relaci�n de Villa con los norteamericanos tal vez pueda explicarse por su inter�s por conservar el acceso al mercado de armas y a la salvaguarda de una relaci�n pol�tico-diplom�tica que ten�a gran peso en la turbulenta vida pol�tica mexicana.

El aparato pol�tico-militar del villismo era importante porque el r�gimen de Huerta a�n era un enemigo poderoso. En mayo de 1914 las fuerzas villistas, ya conocidas como la Divisi�n del Norte del ej�rcito constitucionalista, salieron con rumbo a Torre�n. All� tuvo lugar una dura batalla contra el reducto huertista, que dur� m�s de una semana. El 20 de mayo Torre�n era villista. Fue entonces cuando se agudiz� la enemistad entre Villa y Carranza. �ste deseaba detener el avance de Villa hacia Zacatecas, para dar tiempo a que �lvaro Obreg�n, con su Divisi�n del Noroeste, llegara primero a la ciudad de M�xico. Villa desobedeci� a Carranza y atac� Zacatecas en la �ltima semana de junio. All� se trab� una de las batallas m�s encarnizadas y sangrientas de la Revoluci�n. El triunfo villista debilit� grandemente al huertismo, que tambi�n ve�a c�mo �lvaro Obreg�n tomaba y dejaba atr�s Guadalajara y se dirig�a a toda velocidad hacia la capital del pa�s. En agosto de 1914 Obreg�n firmaba los tratados de Teoloyucan, que formalizaban la derrota del r�gimen de Huerta y el triunfo del constitucionalismo encabezado por Carranza. Uno de los acuerdos fue la disoluci�n del ej�rcito federal, algo que Madero debi� haber hecho desde mayo de 1911.

Villa no tom� la ciudad de M�xico, pero mostr� la enorme capacidad organizativa de su poderoso ej�rcito. Con base en la ciudad de Chihuahua, este ej�rcito recib�a recursos y pertrechos desde Ciudad Ju�rez, en donde se adquir�an de comerciantes norteamericanos. Por ello, todos los grupos revolucionarios buscaban controlar un punto fronterizo con Estados Unidos. Pero el aparato militar de Villa, incluido su servicio m�dico, era por mucho el m�s complejo y eficiente.


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