Las huertas de cacao


Lorenzo Lebr�n de Qui�ones, cuando redacta su Relaci�n sumaria en 1554, hace inventario de los vecinos de la Villa de Colima que, a la saz�n, ten�an plantaciones de cacao y especifica el n�mero de �rboles que cada quien pose�a, sumando un total de 376 000 casas de cacao, lo que equivale a 752 000 �rboles.

Al parecer, el vecino Manuel de C�ceres fue quien introdujo este cultivo en Colima, a mediados de la d�cada de los treinta.

Fueron varias las zonas donde las huertas de cacao proliferaron: la principal de ellas, la regi�n en torno a Alima, hacia los Motines, las plantaciones de los C�ceres, los Preciado, los Ar�valo y otros, por ejemplo, Juan Alcalde (10 000 casas), Francisco Preciado (80 000), Juan de Arana (43 000), Andr�s de Segura (12 000), Beatriz L�pez (19 000) y Antonio de Maya (3 000).

Otras de las zonas caracter�sticas fueron las riberas del r�o de Nahualapa a lo largo de su curso, desde Mazatl�n y Xicotl�n —donde ten�an sus huertas Juan de Aguilar (20 000 casas), Juan de la Torre en compa��a de Juan Jim�nez (3 000), y Melchor P�rez y Juan Fern�ndez Ladrillero, en compa��a que formalizaron a�os m�s tarde— hasta la regi�n comprendida por Caxitl�n y Tecolapa, que adquiri� poco a poco m�s importancia. En esta comarca varios vecinos de Colima fueron haci�ndose de tierras y plantaron sus huertas, con grandes inversiones en acequias para su riego. Entre quienes tuvieron aqu� sus cacahuatales, Lebr�n de Qui�ones menciona una vez m�s a la poderosa Beatriz L�pez (8 000 casas), L�zaro del Valle y Diego Mor�n (7 000), Juan Fern�ndez, el Viejo (8 000), Jorge Carrillo (17 000), Francisco de Cifontes (6 000) y Juan Ruiz (6 000). A ellos habr�a que agregar a �lvaro de Grijalba, Alonso Miguel y Juan de Iniesta.

En los alrededores de Colima, por ejemplo, ten�an huertas Alonso Carrillo (12 000 casas), Ginesa L�pez (20 000), Juan Martel (10 000) y Mart�n Monje (7 000). Algunos vecinos llegaron a tener sus huertas en lugares tan alejados como la Villa de la Purificaci�n: Diego Veedor en compa��a de Mart�n P�ez (1 000); Juan de la Torre con Martin Monje (8 000); Bartolom� S�nchez, casado con Leonor de Almesto (6 000) y Ant�n Chavar�n (10 000).

Es preciso marcar los hitos principales del desarrollo de este cultivo, aunque sea con brevedad. En un principio, los pueblos ind�genas les fueron concedidos en encomienda a los vecinos para su arraigo en la regi�n. Muchos de estos pueblos, desde tiempos inmemoriales, cultivaban el cacao que serv�a de moneda y tambi�n, una vez establecido el conquistador; para pagos de los tributos. Aprovechando la situaci�n, los encomenderos valoraron las posibilidades de su cultivo intensivo. Al ocupar mayor cantidad de tierras, m�s adecuadas al delicado beneficio del cacao, el procedimiento fue solicitar mercedes de tierras.

Hubo vecinos que adquirieron tierras a los pueblos de indios. Juan de Iniesta "compr� de los indios de Caxitl�n e de otros de Colima" el pedazo de tierra en el que plant� una huerta de cacao, colindante con la que ten�an en compa��a L�zaro del Valle y Diego Mor�n, seg�n lo atestigua Luis de Barahona. Otro vecino, Juan de Ar�valo, precis� que Iniesta lo hab�a comprado a una principal de Caxitl�n, "que se dec�a la Tlequeciguata, y de dos hijas suyas, la una viuda y la otra casada con un indio que se dec�a Juan Cuyamel". De la adquisici�n realizada en 1545 por Juan Fern�ndez, el Viejo, a los caciques de Tepehuac�n y Tecolapa de unas tierras para huerta de cacao, se conserva un traslado de la misma que nos se�ala sus linderos. Tambi�n, previas las debidas licencias, se compraron tierras directamente a los propietarios ind�genas.

De alguna forma todos los vecinos se beneficiaron del �xito obtenido con el cacao, cuyas cargas de 24 000 almendras, y a un precio promedio de 25 pesos, sacaban principalmente hacia M�xico los arrieros. Entre los beneficiados estuvieron Juan de Arru�, Juan de Aztiguieta, Juan Dom�nguez y Juli�n de Fr�as que estaban asociados con mercaderes de la ciudad de M�xico como los de la Puerta y Juan Ram�rez de Alarc�n, algunos de los cuales terminaron por avecinarse en la Villa de Colima.

Las que en un principio fueron tan s�lo plantaciones donde viv�an algunos esclavos —fueran �stos ind�genas o negros—, pasaron a huertas en plena producci�n con infraestructura de riego por acequias, en las que los due�os fueron edificando casas para su morada, alternando su residencia con periodos m�s o menos prolongados en la Villa de Colima, lo cual a veces propiciaba gozos y sinsabores.

El beneficio del cacao perdur� a lo largo del siglo XVI, introduci�ndose otros cultivos —la ca�a y las palmas de coco, en especial— a partir del �ltimo tercio del mismo y primeras d�cadas del XVII.

Hacia 1622, 44.85% de las inversiones de los vecinos de Colima se concentraba en el beneficio del cacao, aunque un porcentaje m�s elevado del total bruto de los patrimonios estuvieren relacionados con este cultivo, sin embargo casi el centenar de vecinos de la villa se beneficiaron tambi�n de la ca�a de az�car y los palmares.


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