El auge de las salinas


Es oportuno se�alar aqu� que, a�o con a�o, la producci�n de las salinas de Colima ven�a en aumento por dos factores �ntimamente relacionados. El gran mercado abierto por las minas de Guanajuato propici� que se abrieran en explotaci�n mayor n�mero de pozos salineros. Los incrementos en los beneficios trajeron consigo algunos litigios de importancia, incluso el Ayuntamiento de Colima inici� una serie de acciones para recuperar el uso y dominio de salitreras que, seg�n se dec�a, hab�an sido mercedadas por propios de la villa y que ahora otros interesados reclamaban como suyas. Entre los propietarios m�s importantes de salinas durante los dos �ltimos decenios del siglo XVII figuraban don Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, que result� involucrado en el pleito promovido por el Cabildo de la Villa.

Pero no s�lo la sal tuvo sus buenos resultados, el algod�n dio rendimientos, cosechado "con mucha abundancia, valiendo al tiempo de las piscas desde seis hasta ocho reales la arroba".

El algod�n apenas era mencionado entre los cultivos de Colima, lo que nos indica que en la d�cada de los ochenta es cuando en sus tierras se empieza a sembrar extensivamente, sobre todo por el rumbo de Coahuayana, �ndice de una reactivaci�n de la agricultura y de una nueva mentalidad de los propietarios de la tierra. Esto pudo llevarse a cabo por una mayor demanda externa. De hecho, los textiles de Sayula y en especial el mercado de Guadalajara cada d�a demandaban m�s materia prima, lo que trajo por consecuencia un fomento de su siembra y, por otra, un incipiente mercado cautivo por los introductores tapat�os. Lo mismo cabr�a decir de otros productos, como el frijol, que en 1787 "se dio con abundancia", seg�n asegura P�rez Ponce de Le�n.

Mientras hab�a escasez en otras provincias, en la de Colima hab�a cierta abundancia. Se facilit� el trueque: �ste, dice un testigo de la �poca, "ha sido el remedio de esta Provincia, porque no obstante lo caro de los v�veres, no ha faltado ni faltan los necesarios para la manutenci�n p�blica". Esta relativa bonanza era esperada tambi�n para el pr�ximo ciclo agr�cola, ya que el temporal de aquel a�o auxili� para que en esta provincia no hubiera la necesidad y carest�a del ma�z que se hab�an experimentado en otras partes, de tal manera que si la carest�a pasada afect� principalmente a los pobres por no poder dar a los operarios las raciones que se acostumbraban, la cosecha venidera ten�a visos de ser al menos suficiente.

Entre los rubros de la relativa mejor�a econ�mica que se vislumbraba en Colima, se insiste en la miner�a. La carest�a de v�veres que se experimentaba durante aquel a�o de 1787 hab�a afectado a otras regiones porque "doblan a los due�os de minas los costos". Pero tal factor no hab�a repercutido tanto en las comarcas de Colima.

El descubrimiento y beneficio incipiente de los reales de minas —entre otros, Santa Mar�a del Favor, Gran Nombre de Dios, Las Plomosas, R�o del Oro, San Gabriel de los Desmontes y Piziatl�n— provocaba la concurrencia de mucha gente que de otros reales llegaba. De alg�n modo, pues, 1775 es el punto de partida de una notable mejor�a general de la provincia. Y no s�lo por la creciente actividad agr�cola y minera, y los altos rendimientos de la sal y su comercio con Guanajuato, nuevo emporio minero, sino tambi�n por otros rubros: mayor abundancia de cr�as de ganado mayor que, incluso, se ven�an sacando de la provincia, aunque "en los dos pasados a�os minoraron, pero en el presente se est� advirtiendo en la nascencia de mucho producto". Tambi�n y durante el mismo periodo de tiempo, "escase� en estas sierras la yerba a�il", pero hab�a indicios de que con el buen temporal hab�a nacido mucha con "s�lo el arbitrio de quemar los cerros poco antes que empiecen las aguas". Su naturaleza era prodigiosa: "sin sembrarlo se coge, y por lo com�n lo venden de ocho a diez reales la libra", teniendo la misma calidad que "el sobresaliente de Guatemala".

Durante los �ltimos a�os, coincidentes casi con los nuevos aires de prosperidad, "se comenz� a sembrar trigo en esta Provincia, y en el presente a�o se cogi� muy buena cosecha en el paraje de San Juan, donde se continuar� su siembra". Por otro lado, junto a la cosecha y beneficio de la ca�a dulce, ya se hab�a comenzado a sembrar y cultivar el a�il en algunas partes, lo que con el tiempo se har�a con la grana silvestre. Todo ello indicaba que, de alguna manera, estaban dadas las condiciones para un desarrollo m�s amplio de la provincia.

Para cerrar el pr�spero paisaje que el resurgir econ�mico de la provincia parece garantizar, el alcalde mayor de Colima suma otros ingredientes del suculento platillo: la "purga de Michoac�n", "el chitle", las "figuras muy curiosas" que las mujeres de Colima labran y que tanto "se estiman en el Reino y en la Europa".


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