El problema de las comunicaciones


El Pac�fico, frustrada vocaci�n de Colima durante siglos, volv�a a captar la atenci�n del gobierno y de los particulares. El puerto de Manzanillo se hab�a pasado casi todo el siglo abriendo y cerrando sus puertas por �rdenes superiores; en �l hicieron su agosto los contrabandistas, lloraron sus penas pol�ticos perseguidos y figurones de la vida nacional de capa Ca�da —entre otros, Ju�rez, Iglesias y el propio Porfirio D�az—, saliendo al destierro, y por �l ingresaron o se exportaron para otras regiones de la atribuldada patria armas para las m�ltiples intentonas golpistas o las revoluciones salvadoras del momento. Desde hac�a meses, el movimiento mar�timo se hab�a resentido: veleros y vapores nacionales o de bandera extranjera que tocaban en sus traves�as el puerto, hab�an dejado de hacerlo. Las conversaciones entre el gobierno federal y las compa��as navieras, particularmente La Mala del Pac�fico, llevaban tiempo estancadas. Por �ltimo, se hac�an urgentes ciertas obras de infraestructura para facilitar las tareas de carga y descarga, as� como edificar bodegas suficientes y, en general, dar m�s seguridad a personas y bienes. Seg�n se acercaba el cierre del a�o, el puerto se iba convirtiendo en la esperanza para el despegue econ�mico de Colima. El desolador paisaje del semiparalizado Manzanillo cambiar�a pronto de aspecto gracias a la magia del ferrocarril.

Un problema vinculado con el ferrocarril era la faja de tierra que se requer�a traspasar a la Compa��a Palmer-Sullivan para el trazado de la v�a y los servicios de la misma. Los ingenieros deb�an previamente se�alar el derrotero y, despu�s, hacerse las gestiones con los diversos propietarios de los terrenos por afectar. Entre los hombres claves de las negociaciones con los inversionistas estadounidenses estaba Ignacio Cobi�n. Seg�n su versi�n, para lograr el �xito y convertir en una realidad el sue�o del ferrocarril entre Manzanillo y Colima, se hab�a visto obligado a adelantar ciertos compromisos que ahora, cuando era inminente la llegada de los ingenieros y top�grafos, se deb�an refrendar en Colima.

Para Ignacio Cobi�n, si en Colima los propietarios se quer�an beneficiar de la modernizaci�n inminente, "deben dar pruebas de su patriotismo, cediendo el terreno que ocupe el camino" de hierro. La Compa��a Palmer-Sullivan pondr�a el capital y la tecnolog�a, y �l, en lo personal, como corredor entre ambos interlocutores, hab�a sin duda aportado su granito de arena, prometiendo en nombre de unos y de otros y comprometiendo a las partes. Los esfuerzos y desvelos de Cobi�n al menos tuvieron su pago: volver�a pronto a Colima representando los intereses de James Sullivan.

En Colima la iniciativa privada elev� una representaci�n al presidente D�az insistiendo sobre la urgencia de un convenio que restableciera el movimiento naviero en el puerto. La Voz del Pac�fico, desde sus p�ginas semanales, machac� el mismo argumento hasta involucrar al gobierno del estado, que prometi� avalar la s�plica del comercio local. Por fin, el 8 de noviembre, fue suscrito el anhelado Convenio en M�xico por Roberto R. Symon, representante legal de La Mala del Pac�fico, y por el ministro Felipe Berri�zabal, representando al gobierno federal. La compa��a de vapores se obligaba a realizar mensualmente dos viajes redondos entre San Francisco y Panam�, tocando de ida y de vuelta los puertos de Mazatl�n, Manzanillo y Acapulco, y una vez al mes sus barcos arribar�an a San Blas. Todo ello con la l�nea nombrada "directa"; y con la llamada "oriental", un viaje m�s por mes atracando en Acapulco, Salina Cruz, San Benito, Puerto Angel y Tonal�.

En relaci�n con las obras del puerto de Manzanillo, el gobierno central presupuestaba 36 000 pesos para dichas mejoras, incluyendo en esta cifra el canal de la Armer�a. Ciertamente el puerto muy pronto vivir�a d�as de intenso movimiento, ya que tambi�n se hac�a p�blico que los trabajos del ferrocarril se iniciar�an desde ah�, esper�ndose la llegada de un momento a otro de los ingenieros y del propio Mr. Sullivan.

La laguna de Cuyutl�n ven�a siendo de tiempo atr�s tema de debate. Los observadores siempre insist�an en el hecho siguiente: a�o con a�o, pasadas las lluvias, las aguas de la laguna quedaban estancadas, se hac�an insalubres y muchos peces mor�an. Por ello c�clicamente surg�an proyectos m�s o menos ambiciosos para abrirle una comunicaci�n al mar, con el fin de mejorar las condiciones sanitarias de la zona, sobre todo del lado de Manzanillo. Por ejemplo, Rosal�o Banda hab�a proyectado un canal entre la laguna y el r�o de la Armer�a, inici�ndose aquella obra en 1874; el r�o, en una crecida, destruy� lo trabajado. Lo mismo acaeci� con otros intentos similares. Como era urgente rehacer lo inutilizado y continuar el proyecto, con mayor o menor presupuesto, as� se hab�a hecho. Sin embargo, de improviso y sin gritar "agua va" todo hab�a quedado interrumpido. En el pasado mes de mayo, el peri�dico oficial hab�a ya captado el malestar de la opini�n p�blica colimense porque el gobierno federal suspendi� las obras para conectar laguna y r�o sin mediar explicaci�n alguna, siendo como era el canal "muy importante no solamente para el comercio, sino para convertir estos lugares de por s� insalubres en poblaciones sanas, llenas de vida y de animaci�n". Con la noticia de una partida de dinero tan enjundiosa destinada a Manzanillo, con el renovado movimiento portuario en ciernes y con la pr�xima iniciaci�n de las obras del ferrocarril, todos ten�an puestos sus ojos en la mar. Y de mirar tanto y con tanta intensidad, volvi� a renacer el ensue�o de un Colima mesi�nico.


Índice generalAnteriorÍndice de capítuloSiguiente