Capacha y la sombra de Don Higinio


Toc� al gobernador Juan Jos� R�os promover la nueva Constituci�n del estado de acuerdo con la de la Rep�blica, promulgada en Quer�taro en febrero de 1917, y convocar a elecciones generales. El 30 de junio de 1917 hac�a entrega de la gubernatura a su sucesor Felipe Valle, electo para completar el periodo 1915-1919.

Lo m�s destacable de Valle fueron una peripecia y varias leyes. En cuanto a la primera: con motivo de su toma de protesta, llegaron de improviso algunos descontentos por la forma en que se hab�an desarrollado las elecciones y se llevaron un cuadro de don Benito Ju�rez. Felipe Valle, entonces, sali� a uno de los balcones de palacio y grit�: "Se llevan el retrato, pero su esp�ritu aqu� se queda". Entre las leyes, adem�s de la nueva Constituci�n del estado que, por cierto, apenas mereci� un pobr�simo debate, expidi� algunas que tocaron la fibra popular: prohibici�n de las Corridas de toros y de los palenques de gallos. Sin pena ni glor�a, �ste cedi� el lugar en su oportunidad a Miguel �lvarez Garc�a., alias Capacha (1919-1923), por paradoja, aficionado a toros y gallos.

Miguel �lvarez hab�a nacido en Colima en 1880 y era nieto del primer gobernador del estado, don Manuel �lvarez. Pocos meses despu�s de tomar posesi�n de la gubernatura, aupado por el Partido Independiente, tuvo su primer tropiezo. En abril de 1920 mand� detener a varios diputados locales, a Salvador Saucedo, diputado federal, y a los dos senadores, consign�ndolos ante el jefe de la zona militar de Guadalajara bajo la acusaci�n de organizar en Colima el movimiento obregonista en contra del presidente Carranza.

Por aquellos d�as lleg� a Colima la noticia del desastre de Aljibes, donde fuera derrotado el ej�rcito carrancista, y Capacha, ni corto ni perezoso, abandon� el puesto con algunos hombres y, remont�ndose al cerro, grit�: "�Viva Obreg�n!" Ignacio G. Vizcarra, con iron�a, comenta al respecto: "El mismo gobernador ultracarrancista que hab�a sido acusador de los obregonistas, de la noche a la ma�ana y por extra�as artes, se hab�a convertido en sublevado obregonista que huye sin tener enemigo que le persiga. �Curioso caso de personales convicciones pol�ticas!" Seguramente tras el cambio de chaqueta o, si se prefiere, aguzado el oportunismo pol�tico, estaba su providencial sombra: su hermano Higinio. Con el triunfo obregonista, los presos remitidos a Guadalajara fueron liberados y de inmediato regresaron a Colima, designando por gobernador interino a uno de ellos, Jos� Mar�a Chavira, y declarando desaforado a Miguel �lvarez. �ste se ampar� y por instrucciones del gobierno central regres� a su puesto.

Al son de tales zancadillas por el poder local y los graves sucesos nacionales que condujeron a la muerte de Carranza, aument� la actividad de los bandoleros. Miguel �lvarez, sin embargo, ocultaba la magnitud de los hechos aunque la sociedad la sab�a. De hecho, en Cerro Grande, la gavilla de Braulio Estrada contaba por lo menos con 70 hombres. Y justo por ello el gobernador dio instrucciones a los presidentes municipales para que no ahorraran medios en perseguirlos hasta su exterminio, vigilando muy de cerca a los sospechosos que pudieran tener contactos con las gavillas —en especial, a los comerciantes ambulantes— e impidieran la portaci�n de armas; adem�s, solicit� el apoyo de los hacendados y promovi� la formaci�n de acordadas. El presidente municipal de Colima pidi� ayuda a Enrique O. de la Madrid, Luis Brizuela, Higinio y Carlos �lvarez Garc�a, Andr�s y Ram�n Casta�eda, Francisco Robles, Enrique Sch�ndube y otros. Todo ello trajo consigo la disminuci�n de los delincuentes.

Capacha, a pesar de su cordialidad y don de gentes, no alcanz� jam�s los tama�os y el talante de su ilustre abuelo, pero eso s�, como lo recuerda su hija Griselda, con "sus botas altas, sombrero Stetson e indispensable pavorosa 45 a la cintura", tuvo extraordinaria popularidad y supo darle gozo y sentido l�dico a las tareas de gobernar.

Le sucedi� en el puesto el doctor Gerardo Hurtado para el periodo 1923-1927, tras una peleada campa�a opositora del coronel Torres Ortiz. Al mes, el teniente coronel Daniel Castillo, sublevado en contra de Obreg�n, se sum� a la rebeli�n delahuertista y desbanc� al gobernador. Mientras esto suced�a, Higinio Alvarez, presidente del Congreso local, levant� en armas a "cuatrocientos rancheros del Chical, su hacienda", a quienes equip� "de su peculio con Winchesters y caballos" para defender la legalidad obregonista. En febrero de 1924 el general L�zaro C�rdenas recuper� la plaza y volvi� a su puesto Hurtado.

A fin de a�o, en la ciudad de M�xico, asum�a la presidencia de la Rep�blica Plutarco El�as Calles. Sobre M�xico, y en particular sobre Colima, soplar�an huracanes. Seg�n el callismo fue endureciendo su control sobre los estados, lleg� el turno a Colima. El Congreso local se parti� en dos: un grupo de diputados, adictos al gobernador Gerardo Hurtado, peroraba en palacio y otro sesionaba en casa de su eminencia gris Higinio �lvarez, fundador y presidente del Partido Independiente. Llegado el momento oportuno, depusieron al gobernador Hurtado, acus�ndole de clerical, y colocaron en su lugar a Sim�n Garc�a, quien hab�a sido presidente municipal de Colima y era uno de los diputados opositores. El centro intervino y dio su espaldarazo. Colima era la primera de ocho entidades federativas que durante 1925 sufrir�an embates del gobierno central viendo depuestos a sus gobernadores. Poco dur� el gusto al gobernador provisional Sim�n Garc�a: desde el 17 de abril de 1925 —d�a del "higiniazo"— hasta el 4 de mayo, cuando asumi� el cargo Francisco Sol�rzano B�jar; "el azote de su patria chica, al decir de Spectator.


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