Los historiadores de la Conquista espa�ola mencionan el nombre de esa regi�n al relatar c�mo pensaban recibir los se�ores del altiplano central a los espa�oles. La actitud de los pueblos de "hacia el poniente", es decir, los del centro y sur del valle de Toluca, fue de rechazo al invasor y de hostigamiento a los ind�genas aliados a los espa�oles. Eso ocurri� con los de Cuernavaca cuando fueron amenazados por los malinalcas; en esa ocasi�n Cort�s design� a Andr�s de Tapia para que sometiera a los "rebeldes". A juzgar por el n�mero de soldados espa�oles que combatieron a los malinalcas, �stos no debieron de ser muchos y sus armas fueron, l�gicamente, inferiores. Seg�n parece, un elemento que ayud� a evitar que se les aniquilara completamente fueron los cerros, inaccesibles para la caballer�a. Las tropas espa�olas regresaron a sus "reales" despu�s de varios d�as de combate. Cort�s dio a Tapia un plazo de 10 d�as para ir, combatir y regresar. Tapia volvi� en el tiempo convenido.
Al parecer, dos d�as despu�s de que Tapia regresara, unos otom�es del valle de Toluca se presentaron ante Cort�s, se quejaron de que los matlatzincas, "naci�n poderosa y guerrera", ten�an planeado atacar a los hispanos. Cort�s despach� a Gonzalo de Sandoval a combatirlos. Seg�n las cr�nicas, este contingente atraves� un r�o y dej� muertos a unos 1000 matlatzincas. Clavijero dice que Sandoval siti� la ciudad (no se da el nombre de ella, pero es de suponerse que era Toluca), oblig� a los enemigos a abandonarla y a guarecerse en una fortaleza construida en un monte escarpado. Los espa�oles entraron en la ciudad, la saquearon e incendiaron. Pospusieron el ataque a la fortaleza para el d�a siguiente, pero la encontraron indefensa. Cerca de all� hab�a otras aldeas "enemigas" que se rindieron sin dar combate. Sandoval los recibi� "con la mayor benignidad" persuadi�ndolos de las ventajas de aliarse a los espa�oles. El capit�n espa�ol regres� al cuartel general y cuatro d�as despu�s de su arribo a Tenochtitlan se presentaron unos se�ores matlatzincas y cohuixcas a "pedir perd�n" por los acontecimientos pasados. Desde entonces establecieron una confederaci�n que fue muy �til a los espa�oles para luchar contra los mexicas.
Los otom�es se enteraron de que los espa�oles atacar�an Malinalco, y se acercaron a Cort�s para quejarse de que viv�an como esclavos en Tenochtitlan y de que los de Matlatzinco les hac�an la guerra y quemaban sus pueblos. Adem�s, ten�an conocimiento de que los matlatzincas combatir�an a los espa�oles. Aqu� Hern�n Cort�s fue m�s cuidadoso en su relato. Precisa que el campo de batalla de Matlatzinco estaba situado a "22 leguas de nuestros reales". Despacha a Sandoval con un ej�rcito m�s numeroso que el que dio a Tapia. Los pormenores de la campa�a fueron que Sandoval durmi� en un pueblo otom� frontero a Matlatzinco. Al d�a siguiente lleg� a unas estancias otom�es que encontr� despobladas y quemadas. En el camino, los espa�oles recuperaron provisiones que no pudieron llevarse los que hab�an huido y que consist�an en ma�z y "ni�os asados" (probablemente perritos de la variedad itzcuintli). El ej�rcito espa�ol lleg� a un r�o donde hab�a muchos enemigos, a los cuales persigui� la caballer�a. Atravesaron el r�o y se dirigieron al pueblo de Matlatzinco, que estaba a "tres leguas de all�, donde los de a caballo encerraron a los que hab�an huido". Entre otom�es y espa�oles se calcula que posiblemente mataron a m�s de 2000 enemigos matlatzincas. Mujeres y ni�os se refugiaron en un cerro muy alto. Sandoval suspendi� el ataque porque las tropas estaban fatigadas y ya era de noche. Se orden� el regreso de las tropas espa�olas, y a los cuatro d�as de que hab�an retornado a su base, los se�ores de Matlatzinco, Malinalco y Cuision (cohuixcas) pidieron perd�n a Cort�s y le ofrecieron alianza.
Los acontecimientos sucedieron varios d�as despu�s del sitio de Tenochtitlan. Cuauht�moc, para obtener ayuda de matlatzincas y malinalcas, les envi� cabezas de caballos, manos y pies de hombres espa�oles para demostrarles que los hispanos no eran dioses.