Alfredo del Mazo Vélez: alemanista


El siguiente gobernador s� hizo campa�a pol�tica y promesas. Se trataba del secretario de gobierno del propio Fabela, su sobrino Alfredo del Mazo V�lez, quien tom� posesi�n el 16 de septiembre de 1945. Con el dinamismo de sus 41 a�os, Del Mazo ser�a el continuador de la obra de Fabela, quien hab�a modificado la ley para que los gobernadores alargaran su mandato a seis a�os, como el Presidente de la Rep�blica, que lo era Miguel Alem�n.

Del Mazo ser�a un ferviente seguidor del alemanismo como pol�tica "en que la Revoluci�n ha logrado su asentamiento". Dentro de este marco hay que colocar las cr�ticas que hiciera Del Mazo contra la deforestaci�n, perpetrada al amparo de autoridades federales. Internamente prosigui� la depuraci�n pol�tica. Se abrieron procesos a presidentes municipales, a jueces conciliadores, a jueces de primera instancia y hasta a un magistrado del Tribunal Superior. Al mismo tiempo se alej� del poder a ciertos fabelistas no atlacomulquenses. En cambio, la nueva gesti�n entabl� relaciones cordiales con el capitalismo industrial, llegado como en cascada en ese sexenio.

Fabela hab�a dejado alg�n dinero en caja, pero tambi�n ciertas deudas razonables. Del Mazo las fue cubriendo y prosigui� el sistema de cr�dito, a semejanza del presidente Alem�n, quien sobre esa base impulsaba el desarrollo de la Rep�blica. A la sombra de tal desarrollo se abrieron fuentes de trabajo, pero tambi�n se amasaron fortunas que propiciaban el derroche y la corrupci�n.

El r�gimen de Alem�n (1947-1952) tuvo tres momentos econ�micos con sus repercusiones en el Estado de M�xico. Despu�s de un primer a�o de bonanza, sobrevinieron dos de crisis en que se resintieron los efectos de la posguerra: disminuci�n de exportaciones y de divisas, as� como aumento de importaciones y de la carest�a. En 1948 el peso fue devaluado. El agro sufri� las consecuencias agravadas por la epizootia, conocida como fiebre aftosa, que trat� de frenarse con el sacrificio de miles de cabezas de ganado. Finalmente, hacia 1950 se inici� cierta recuperaci�n, nuevamente asentada sobre el cr�dito.


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