El retorno de Baz: su política industrial y agraria


Ya no era el guerrillero de 20 a�os. Ahora volv�a a la gubernatura con la experiencia de haber sido rector y ministro, y con el prestigio de una brillante profesi�n. Previamente hab�ase hecho cargo de la asesor�a t�cnica del gobierno federal. Un equipo de la Direcci�n General de Estudios Econ�micos elabor� un programa de gobierno. Revest�a importancia pol�tica, pues significaba el avance de la tecnocracia por racionalizar la direcci�n del estado.

Ten�a 14 meses de gobernar el doctor Baz cuando otro hijo del Estado de M�xico, nacido en Atizap�n de Zaragoza, llegaba a la presidencia de la Rep�blica. Se trataba de Adolfo L�pez Mateos, cuya gesti�n se desarroll� en tres tiempos. Comenz� por un incremento de la inversi�n p�blica: m�s carreteras, m�s escuelas, m�s hospitales, etc. Luego vino una crisis, entre 1960 y 1961. Hubo fuga de capitales, recesi�n econ�mica y tensi�n pol�tica. Por fin, se produjo cierta recuperaci�n. B�sicamente, con m�s pr�stamos e impuestos. Sobre este horizonte se ubicaron el nacionalismo (al mexicanizar la energ�a el�ctrica y al reincorporar el Chamizal), el problema ferrocarrilero y las visitas rec�procas con mandatarios de otros pa�ses.

El r�gimen del doctor Baz llev� su pol�tica industrial dentro de cuatro cauces. Desde luego modific� el sistema proteccionista al suprimir las exenciones totales al pago de impuestos. Se vali� de la asesor�a de una Comisi�n Mixta de Fomento Industrial, con representantes del gobierno y de los industriales asociados. Puso particular empe�o en que se radicaran dentro del estado varias plantas automotrices (Automex, General Motors, Ford y Promexa). Y, finalmente, foment� el desarrollo de nuevas zonas industriales, como el valle de Toluca, Texcoco y Chalco. La miner�a sigui� abatida. S�lo Temascaltepec ten�a alg�n significado. En cambio, la extracci�n de ciertos materiales de construcci�n prosper� en monta�as de Naucalpan y Huixquilucan, ricas en arena, grava y gravilla de p�mez.

A pesar del crecimiento de la industria, todav�a en 1960 la mayor parte de la fuerza de trabajo resid�a en los campesinos, que entre ejidatarios y no ejidatarios sumaban aproximadamente 400 000. Cifra que ca�a en la masa de poblaci�n rural: 1 165 135. Esta cantidad representaba 61.4% de la poblaci�n total del estado frente a 732 726 de poblaci�n urbana, es decir; 38.6%. Sin embargo, las tendencias ya apuntaban hacia una inversi�n de las proporciones.

En materia agraria hubo continuidad respecto a la pol�tica extensionista. Se incrementaron, pues, las actividades del Campo Experimental Santa Elena, mejorando y distribuyendo semillas. En igual sentido se cont� con la aportaci�n del Campo Experimental de Chapingo. Iban y ven�an los extensionistas, abriendo nuevos campos de demostraci�n: para el ma�z sumaban 85; distribuyendo �rboles frutales (alrededor de 168 000); fomentando la piscicultura (unas 756 000 carpas); distribuyendo boletines sobre divulgaci�n agropecuaria, etc. Igualmente prosiguieron su labor las orientadoras de Hogar Rural, especialmente en lo que se refiere a hortalizas, a campa�as de vacunaci�n e higiene y a los desayunos escolares, que se hab�an puesto de moda.

Baz ampli� ejidos correspondientes a once comunidades. Sin embargo, la superficie ejidal para cultivo hab�a disminuido entre 1950 y 1962 porque en las zonas de Tlalnepantla, Naucalpan, Ecatepec y otras, varios ejidos se fraccionaban con fines de urbanizaci�n o para establecer industrias, circunstancia en la que m�s de alg�n representante ejidal se enriquecer�a il�citamente. Notable fue el aumento de operaciones bancarias en favor del agro. La preocupaci�n agraria suscit� una investigaci�n sobre la situaci�n ejidal y cristaliz� en una voluminosa obra: Los ejidos en el Estado de M�xico. Otro fruto de semejante empe�o fue la realizaci�n del Congreso Nacional Agrario, un examen sobre los �xitos y fracasos de la reforma agraria.


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