Los límites del triunfalismo


A pesar de las notas triunfalistas de este gobierno, persistieron no pocos problemas y se agravaron otros. El primero de ellos: el demogr�fico. Seg�n el censo de 1970, la poblaci�n del estado llegaba a 3 833 000 habitantes, de los cuales, en cuanto a ubicaci�n, alrededor de 40% se concentraba en diez municipios de la llamada zona metropolitana, es decir; en torno al Distrito Federal. En cuanto a lugar de nacimiento, 27% de los pobladores hab�a nacido fuera de la entidad, sobre todo en el Distrito Federal, Michoac�n y Guanajuato. Por lo dem�s, la mayor parte de los fuere�os coincid�an precisamente en habitar la zona metropolitana. Entre 1970 y 1975 aproximadamente 550 personas llegaban diariamente para radicar en esa misma zona. Sobre la base de la inmigraci�n y el crecimiento natural, se calcul� que en 1975 el Estado de M�xico ten�a ya cerca de seis millones de habitantes.

As�, pues, el fen�meno de la inmigraci�n no pudo ser controlado. Consecuentemente, los servicios p�blicos, a pesar de haberse multiplicado, siempre marcharon a la zaga. En cambio, la especulaci�n de terrenos result� un negocio jugoso, as� como la venta de servicios p�blicos. En 1975 la zona NZT requer�a de siete metros c�bicos de agua potable por segundo y s�lo recib�a cuatro. Adem�s, los colonos de varios lugares tuvieron que pagar cuotas especiales por el servicio de basura, de vigilancia, etc., a pesar de que los municipios que conformaban dicha zona fuesen de los m�s ricos no s�lo de la entidad sino del pa�s. Tambi�n hay que confesar que, al menos de 1971 a 1975, el Estado de M�xico, frente a toda la Rep�blica, conserv� un vergonzoso primer lugar de mortalidad infantil.

En el campo un problema fundamental sigui� siendo el monocultivo del ma�z, presente en 80% de las tierras cultivadas. El monocultivo no s�lo estriba en la costumbre milenaria, sino adem�s en la incapacidad de la mayor parte de los agricultores para emprender otra siembra. En efecto, se trata de ejidatarios sin capital para tener otros tipos de cultivo, como el de la papa o el ch�charo, reservados a rancheros de dinero, por las inversiones que representan.

Por lo mismo, los ejidatarios tambi�n continuaron con la falta de asistencia t�cnica para otros cultivos. El estado promovi� esa asistencia, pero finalmente la mayor�a de los ejidatarios qued� fuera porque no ten�a sentido dar medios de producci�n cuando faltaba algo esencial: el capital o la capacidad de cr�dito. En el origen de esta deficiencia estaba el minifundismo ejidal, que conduc�a a escasos rendimientos, a ventas desfavorables y al arrendamiento de la tierra. Algunos ejidatarios ciertamente produc�an lo necesario para su consumo familiar. Pero muy pronto se ve�an obligados a vender el posible excedente por requerimientos apremiantes.

El car�cter temporal del cultivo —se siembra en marzo y se cosecha en invierno— obedece desde luego a condiciones clim�ticas, especialmente a la altitud de las tierras. Pero, adem�s, las zonas de riego segu�an siendo escasas. Varias de las obras hidr�ulicas hab�an quedado inconclusas o con demasiados defectos —filtraciones, fugas— como para impedir la deseada irrigaci�n. Todo ello era poco frente a las extracciones may�sculas y cotidianas del agua para el Distrito Federal y la zona metropolitana. La situaci�n, que se inici� en la d�cada de los cuarenta, ahora se agudizaba. Las regiones m�s afectadas eran Lerma, Toluca e Ixtlahuaca. Antes de 1970 en varios puntos de estos lugares se hallaba suficiente agua a 20 metros de profundidad; en 1975 hab�a que cavar 50 metros. En conclusi�n, "si los campesinos del Estado de M�xico vivieran de la tierra, ya no habr�a campesinos: todos hubieran muerto de hambre".

Para sobrevivir, desde hac�a tiempo los campesinos mexiquenses hab�an emprendido el camino del �xodo, definitivo o intermitente. Algunos, de braceros. Pero el mayor flujo se dirig�a a la metr�poli. El �xodo intermitente respond�a —y sigue respondiendo— a ciclos semanales y anuales. De martes a viernes muchos poblados del estado est�n semidesiertos: hombres maduros y j�venes de uno y otro sexo se van a M�xico, a Tlalnepantla o a Naucalpan para ocuparse en obras de alba�iler�a, en la servidumbre dom�stica o comercial o en factor�as industriales. Algunos logran hospedarse en el lugar de trabajo y muchos se amontonan en la casa de alg�n pariente o paisano. El ciclo anual est� regido por la siembra y la cosecha y, de manera particular, por las fiestas patronales y dem�s fandangos pueblerinos.

Por lo que toca al cultivo de la papa, sigui� contando con apoyo cient�fico y t�cnico de organismos oficiales. Sin embargo, la exportaci�n, pr�spera en los a�os sesenta, ya se hab�a suspendido. La floricultura se desarroll� en Tenancingo, Villa Guerrero e Ixtapan de la Sal. Reducida, sin embargo, a obtener utilidades inmediatas, se ve�a obligada a importar matas y a prescindir de un mejoramiento m�s t�cnico. Algo semejante sucedi� con la fruticultura: por la atomizaci�n de la tierra y su monocultivo no se pudo expandir.

En cuanto a la ganader�a lechera, la dificultad estrib� en los precios controlados de la leche. La expansi�n urbana determin� que no pocos estableros emigraran a otras entidades, como Quer�taro e Hidalgo, en busca de terrenos baratos y apropiados para el cultivo forrajero. La avicultura, importante en regiones como Jilotepec y Texcoco, tambi�n resinti� los costos elevados de la producci�n, sobre todo en lo que se refiere a alimentos no generados cerca del lugar.


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