Diversas facetas en el marco de la recesión


Una caracter�stica de este periodo consisti� en el impulso a los municipios a trav�s de la creaci�n de empresas paramunicipales, que llegaron hasta 167 en 1984. Los objetivos de tales empresas fueron utilizar los recursos de cada municipio en beneficio de sus propios habitantes, generar empleos y facilitar la comercializaci�n de los productos locales. Asimismo, la Federaci�n promov�a la descentralizaci�n de servicios y de asistencia social hacia los municipios. Se multiplicaron las paraestatales que efectivamente reactivaron la econom�a, pero al propio tiempo fue apareciendo una nueva burocracia, la llamada "paraestatal lugare�a". De manera que los recortes al presupuesto y al personal en el sector p�blico de dependencia directa, efectuados como remedio a la crisis, resultaban en cierta forma neutralizados por estas empresas. Por otra parte, se dict� una medida general que afect� a todos los municipios y, si bien necesaria, no dejaba de ser impopular: la actualizaci�n catastral.

Se pretendi� mejorar el ambiente con un impulso a la reforestaci�n al establecer 121 viveros municipales. En s�lo un a�o llegaron a plantarse 69 millones de �rboles, aunque la medida no fue acompa�ada de infraestructura que asegurara su posterior desarrollo. Otra iniciativa plausible fue la promoci�n de bordos y represas.

En el campo, extra�amente, a�n hab�a tierra que repartir. Se inform� que en 1985 se entregaron 4 676 hect�reas. Ser�a interesante sumar los repartos consignados en los informes gubernamentales. La preferencia maicera continu�, a tal grado que ocupaba 80% de la superficie cultivada y el volumen de su producci�n pas� en 1985 al primer lugar en el panorama nacional. Otros cultivos tambi�n prosperaban, como fue el caso de la papa, que ocup� el segundo lugar nacional, as� como la zanahoria y el durazno; en floricultura tambi�n se lleg� al primer lugar.

Pero el volumen de almacenamiento y distribuci�n de �stos y otros much�simos productos no generados en el estado planteaba ya ingentes problemas. A resolverlos se abocaron centros de acopio y centrales de abasto, que no siempre resultaron suficientes a pesar de lo monumental de algunas de ellas.

El presupuesto y su ejercicio presentaban cifras que deb�an manejarse con gran cuidado, pues la inflaci�n y la recesi�n modificaban a cada paso el valor real del dinero. El mismo gobernador lo confes� en 1983 al decir que el aumento presupuestal de 55% en realidad se traduc�a en un decremento de 40%. Consiguientemente, hab�a que conducirse con austeridad republicana. La industria del estado, otrora floreciente, ahora se ve�a severamente castigada por la disminuci�n de sus exportaciones. A fin de hallar causas espec�ficas del deterioro, as� como sus soluciones, se cre� el Centro de Investigaci�n Aplicada para el Desarrollo Industrial.


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