I. �POCA PREHISP�NICA


PODEMOS RASTREAR LA EVOLUCI�N DE NUESTRA CULTURA desde los remotos or�genes de cazadores recolectores, su paso hacia la agricultura, hasta la formaci�n social y pol�tica caracterizada por gobiernos teocr�ticos y militares. Nuestro territorio es afortunado, pues el Estado de M�xico guarda testimonios prehist�ricos y arqueol�gicos de las m�s altas culturas generadas en Mesoam�rica. Por medio de los estratos podemos seguir la evoluci�n de asentamientos humanos desde miles de a�os antes de la era cristiana. Por ejemplo en la regi�n chalca, concretamente el sitio arqueol�gico de Xico, es depositario de uno de los asentamientos humanos m�s antiguos (posiblemente 22 000 o 21 000 a�os a.C.). Hacia el norte, en la zona texcocana, Tepexpan y Santa Isabel Ixtapan, se han encontrado restos de animales del pleistoceno asociados a restos humanos y artefactos.

Si iniciamos el recorrido desde el periodo precl�sico admiraremos las figurillas de barro encontradas en Tlatilco, lugar cercano a Naucalpan. Estas peque�as estatuas son famosas por los atavios de los personajes, especialmente femeninos, que indican una variedad de adornos y modelos de indumentaria, ya que no podr�amos llamarlos vestidos, pues muchas veces son �nicamente faldillas, peinados de diferentes estilos, etc. Entre los varones se diferencian sus ocupaciones o entretenimientos: guerreros, chamanes (sacerdotes o brujos), acr�batas y cazadores. Las vasijas muestran los gustos por determinados alimentos, como peces, patos o animales acu�ticos.

Si avanzamos en el tiempo llegamos al periodo cl�sico, identificado principalmente con Teotihuacan y poblados concomitantes a esa metr�poli, aunque estuviesen un tanto alejados de ella. El ocaso de las ciudades de este periodo nos lleva a la siguiente �poca, identificada con Tula-Xicocotitlan. La influencia cultural de esta ciudad se percibe en la cer�mica y en los detalles de arquitectura; por ejemplo, en CalIxtlahuaca o en Teotenango. Las referencias hist�ricas provienen de Fernando de Alva Ixtlix�chilt, cronista texcocano que manifiesta tener conocimientos del parentesco entre la familia real tolteca y gente del valle de Toluca, porque aqu� se refugiaron algunos nobles toltecas a la ca�da de su metr�poli. A�os despu�s, una princesa tolteca se casar�a con Nopaltzin, un hijo de X�lotl, el gran Chichimecatecuhtli, principal protagonista de la �poca siguiente a la tolteca, conocida como chichimeca.

De los tiempos de la irrupci�n chichimeca nos quedan como testimonio arqueol�gico dos peque�os centros pol�tico-religiosos: Tenayuca y Santa Cecilia, inmersos hoy en la mancha urbana de la ciudad de M�xico. Los l�mites entre el Distrito Federal y el Estado de M�xico se sit�an casi en esos puntos de referencia. Tenayuca no tiene la monumentalidad de Teotihuacan, pero de aqu�lla tenemos m�s informaci�n hist�rica gracias a las pinturas o c�dices en los que se guard� la memoria de los chichimecas, fundadores de se�or�os que destacaron pol�ticamente.

Los se�or�os que se formaron en el �rea geogr�fica que hoy conocemos como Estado de M�xico no alcanzaron a integrar una entidad pol�tica homog�nea. Cada poblaci�n de cierta importancia tuvo territorio y gobierno propios —as� todos conservan sus nombres originales— y algunos destacaron m�s que otros. �nicamente podr�amos considerar como cabeceras pol�ticas de importancia a Chalco y Texcoco. Los dem�s eran peque�os gobiernos, propios de sus respectivas etnias; por esta raz�n se presentan aqu� como entidades aut�nomas.

A. Los se�or�os chichimecas
B. Los se�or�os otom�es

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