El gobierno de Obreg�n hab�a sido reconocido por los Estados Unidos, los cuales exigieron un reajuste de la deuda exterior de M�xico que ascendi� a cerca de 1 452 millones de pesos. Luego Obreg�n hubo de hacer concesiones excesivas en las conferencias de Bucareli. Sobre este fondo la econom�a de nuestro estado, sin restablecerse, entr� a la pesadilla de la hipoteca nacional. Esto hac�a raqu�tico el presupuesto p�blico frente a una poblaci�n en v�as de recuperaci�n demogr�fica. El censo de 1910 hab�a registrado 989 510 habitantes del estado; en 1921 s�lo hab�a 884 617; pero en 1930 llegar�an a 990 112. En tales circunstancias la inversi�n p�blica se reduc�a a exiguas reparaciones o reposiciones. Ni siquiera alcanzaba para salarios del magisterio, a tal grado que el gobierno introdujo rigurosas econom�as, "disminuyendo transitoriamente el n�mero de escuelas rurales, as� como el personal docente de todos los planteles educativos".
Al origen de la escasez no s�lo conflu�an las secuelas revolucionarias, sino las m�s trascendentes de la primera Guerra Mundial, que provocaron una crisis monetaria general y nueva baja de la plata. En el �ltimo a�o de su gesti�n, G�mez otorg� mayores facilidades a las empresas mineras y trat� de congraciarse con los comerciantes, a quienes redujo impuestos. La indulgencia tambi�n se hab�a extendido a los due�os del campo, pues durante dos a�os otorg� numerosas condonaciones del impuesto predial. En cambio, insisti� en los cortos grav�menes sobre capitales y en arrendar fincas del propio estado, como Santa B�rbara y Anexas de Chalco.