Hasta entonces la Federaci�n no hab�a intervenido en la instrucci�n p�blica de las entidades. En adelante la reci�n creada Secretar�a de Educaci�n P�blica dar�a el tono para todas las tareas educativas y fundar�a escuelas federales por los cuatro vientos. Comenzaba la "federalizaci�n" de la ense�anza, que en realidad era centralizaci�n. Mas no se desplaz� la obra de las entidades. En la nuestra, para armonizar las atribuciones, se cre� la Direcci�n T�cnica de Educaci�n. No tardaron en sobrevenir las fricciones. Abundio ech� la culpa a la Secretar�a de Educaci�n P�blica, cuyos agentes en el estado "estimulan la indisciplina de los maestros". Al parecer se lleg� a un arreglo satisfactorio, gracias a la "alta ilustraci�n y sensatez" del ministro, que era Jos� Vasconcelos.
Las inquietudes de este revolucionario intelectual quedar�an plasmadas en la reorientaci�n de la ense�anza. De modo especial los nuevos programas de educaci�n primaria recibieron en la asignatura de moral y buenas maneras un sello que, superando la frialdad del positivismo, retom� temas capitales de �tica propugnados por el estoicismo y las grandes religiones. Se recogieron igualmente preceptos de higiene, valores sociales y nacionalistas.
La apreciaci�n num�rica de la educaci�n cuando G�mez terminaba era la siguiente: primarias del estado, 601; primarias de la Federaci�n, 246; primarias de particulares, 149; total: 996. Alumnos inscritos, 39 548; profesores, 1 034. La Escuela Profesional y de Artes y Oficios para Se�oritas fue la instiuci�n mimada del gobernador. En momentos de euforia cultural Abundio lleg� a proclamar que los sacrificios por la educaci�n cumplen "la ley natural que exige a las generaciones de hoy inmolarse en aras de las venideras generaciones". Sin embargo, a la hora de los reajustes, las primeras v�ctimas fueron escuelas y maestros.