Reanudación y epílogo de la Cristiada


Malinalco fue retomado por los cristeros el 28 de mayo y en junio "el general Urbalejo y el general Castrej�n cayeron en una emboscada en Horno del Conejo, [... ] un convoy de camiones que transportaba las tropas fue aniquilado en la carretera de Tenancingo a Escalerillas". El �xito se deb�a a Benjam�n Mendoza. Paralelamente otro jefe cristero, El�as Vergara, amagaba por la regi�n de El Oro. Vigueras, cuyos desplazamientos eran casi instant�neos, ya aparec�a por Chalco, ya por Cuernavaca, ya por el sur mexiquense.

El coronel Filiberto G�mez se hizo cargo de los cuerpos de voluntarios del estado para combatir a los cristeros y se distingui� porque pudo batir a varios de los cabecillas. Pero todav�a en marzo y abril de 1929 grupos rebeldes tocan Jilotzingo, Chapa de Mota y Apasco; en julio, El�as Vergara y Manuel Chaparro merodeaban cerca de La Providencia.

Para esta �ltima fecha ya hab�an tenido lugar los llamados arreglos entre jerarcas cat�licos y el presidente Portes Gil. Reanudaron los cultos y los cristeros fueron abandonados a su suerte. Algunos cayeron pronto. Otros se mantuvieron en perpetua huida. Pero tambi�n hubo quienes se las ingeniaron para concertar una rendici�n favorable. Tal fue el caso de Benjam�n Mendoza, quien logr� que sus tropas "formaran las guarniciones de los pueblos de donde proced�an y que gozaran del estatuto de tropas auxiliares y del beneficio de sus tierras".


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