M�s modernos pero inseguros


Pero en los �ltimos tiempos Jalisco ha sido tambi�n escenario de hechos muy lamentables, como las discrepancias entre diferentes grupos de narcotraficantes que se han ventilado en lugares p�blicos. Ello ha dado lugar a no pocas muertes violentas, entre las que se incluye la del cardenal Jes�s Posadas Ocampo, asesinado a mansalva en mayo de 1993, en plena luz del d�a.

Se dice que, en un momento dado, se viol� un acuerdo de facto habido entre quienes se dedican a la producci�n y el contrabando de estupefacientes en el norte del pa�s: respetar el �rea metropolitana de Guadalajara para que sus familias pudieran vivir tranquilamente en ella.

Por otro lado, el 22 de abril de 1992, poco despu�s de que la capital de Jalisco celebrara pomposamente 450 a�os de vivir en el valle de Atemajac, tremendas explosiones causadas por una excesiva cantidad de gasolina infiltrada en un colector principal causaron m�s de 200 muertos, miles de heridos y la destrucci�n total de ocho kil�metros de calles que cruzaban el antiguo y populoso barrio de Analco; pero, adem�s, dicha cat�strofe fue aprovechada para castigar la insumisi�n del gobernador Guillermo Cos�o Vidaurri y sus desacuerdos con funcionarios federales de alto nivel.

Desde unos meses antes, el gobernador de Jalisco se hab�a visto debilitado por una fuerte campa�a de prensa en su contra y una manifiesta y creciente animadversi�n por parte de influyentes sectores de la ciudadan�a. A fin de cuentas, pidi� licencia el 1 de mayo de 1992, previo encarcelamiento como supuestos culpables de la tragedia, entre otros, del recientemente nombrado secretario de Desarrollo Urbano y Rural y de quien se hab�a convertido, al comenzar el mes de abril, en presidente municipal de Guadalajara, gracias al inobjetado voto en su favor de las dos terceras partes de los sufragantes. Privados de su libertad, ambos se vieron obligados a presentar su renuncia, seguidos por la mayor parte de los regidores tapat�os, de manera que el ayuntamiento tuvo que ser sustituido por un concejo municipal que fue nombrado por el Congreso del estado.

En lugar de Cos�o Vidaurri fue designado Carlos Rivera Aceves, a quien toc� la dif�cil tarea de ir recomponiendo sobre la marcha la administraci�n p�blica, seguir adelante con lo que se hab�a iniciado, atender a los miles de damnificados y evitar conflictos mayores.


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