Abuelos blancos y barbados


�sta sobrevino por cuenta de expediciones forjadas en la ciudad de M�xico-Tenochtitlan, vencida por los espa�oles encabezados por Hern�n Cort�s en 1521, quienes recorrieron a partir de entonces todos los caminos que pudieran llevarlos adonde hubiera metales preciosos. En consecuencia, apenas despojaron a los pur�pechas de su oro y su plata, continuaron sus correr�as al poniente en pos de los yacimientos —que a la postre resultaron muy pobres— ubicados en lo que hoy es el sur de Jalisco. Pero, adem�s, en este caso concreto, los conquistadores tendr�an tambi�n instrucciones de buscar un buen sitio para zarpar en busca de otras tierras que les resultasen m�s productivas.

Por instrucciones del propio Cort�s, al finalizar 1522, Crist�bal de Olid anduvo por Mazamitla y lleg� hasta Tamazula, con lo que dio inicio, sin hallar mayor resistencia, la conquista y la colonizaci�n de Jalisco. Poco despu�s, el mismo Olid sali� a la costa con �l prop�sito de llegar a Zacatula, donde ya se hab�an establecido algunos espa�oles. Sin autorizaci�n, uno de sus acompa�antes, Juan Rodr�guez de Villafuerte, se apart� del grupo y se dirigi� a Tecom�n, pero fue obligado a retroceder precipitadamente por los colimotes. Molesto por la desobediencia y el fracaso, Cort�s orden� a Villafuerte que volviera a M�xico y a Gonzalo de Sandoval que subiese por la costa para enfrentar a quienes hab�an vencido a Villafuerte, resultando victorioso en su cometido. De esta manera, en julio de 1523, fund� la primera villa de espa�oles en Colima. Hacia 1524, Cort�s nombr� a un pariente suyo, Francisco Cort�s de San Buenaventura, como su lugarteniente y alcalde de dicha localidad y lo inst� a que continuara las exploraciones hacia el norte. Este recorri� Cihuatl�n, Autl�n y Etzatl�n, arrasando cuanto pueblo no se sometiera y asignando encomiendas entre sus acompa�antes. Finalmente, lleg� al r�o Santiago en abril de 1525, pero al no encontrar mayor atractivo, emprendi� el regreso sin dejar establecimiento espa�ol alguno.

Entre tanto, otro pariente de Cort�s, Alonso de �valos, arrib� al sur de Jalisco a posesionarse del sitio cuyo encomendero original era su hermano Hernando de Saavedra, quien lo hab�a dejado para sumarse a la empresa que march� a Honduras. La encomienda en cuesti�n era una extens�sima zona que abarcaba desde Sayula, Atoyac, Zacoalco y Cocula, hasta la ribera de Chapala. �valos la usufructu� durante muchos a�os, lo que dio lugar a que la regi�n fuese conocida hasta mucho despu�s como Provincia o Pueblos de �valos.

En 1529, cuando el presidente de la Real Audiencia de M�xico, Nu�o Beltr�n de Guzm�n se enter� de que Cort�s regresaba fortalecido de Espa�a —despu�s de las acusaciones y ataques que se le hab�an imputado— decidi� reunir un nutrido grupo de espa�oles e indios y emprender una expedici�n de conquista hacia las tierras del noroeste. Su intenci�n era unirlas a la provincia del P�nuco, de la que tambi�n era gobernador y formar as� una entidad independiente de la Nueva Espa�a.

Despu�s de pasar por Tzintzuntzan, donde tortur� y ejecut� al caltzontzin por suponer que le ocultaba riquezas, al comenzar 1530 cruz� con su gente el r�o Lerma, pas� por Tototl�n y lleg� a Tonal�, uno de los pueblos m�s habitados de la zona, y dobleg� a sus defensores. De ah� atraves� la barranca profunda que forma el r�o Santiago y explor� la regi�n cazcana. Despu�s de recorrerla, comprobar su pobreza y lo dif�cil que era llegar por ah� al P�nuco, la partida volvi� al poniente dividida en dos: Guzm�n tom� hacia el suroeste y Pedro Alm�ndez Chirinos la l�nea recta del poniente, por un camino mucho m�s dif�cil, para encontrarse posteriormente ambos en Xalisco —inmediato al actual Tepic—, depu�s de vencer la resistencia de sus naturales. De ah� se dieron a la tarea de buscar a lo largo de la costa tierras que tuvieran minerales y otro camino hacia el golfo de M�xico.

Al mediar el mes de julio llegaron a Aztatl�n, donde las cosechas reci�n levantadas les permitieron esperar sin problemas los refuerzos que ven�an de M�xico. Pero con ellos recibieron la noticia de que Guzm�n hab�a sido destituido como presidente de la audiencia. Para colmo, en septiembre, un hurac�n y la peste azotaron el lugar, da�ando considerablemente al contingente invasor; sin embargo, las bajas se repusieron mediante una leva forzosa que se fue a hacer en Etzatl�n antes de seguir su camino hacia el norte.

A partir de Chiametla, el paisaje se vuelve m�s �rido y los ind�genas que all� habitaban no entend�an n�huatl, lo que complic� su marcha. Los exploradores llegaron despu�s a Culiac�n y, luego de haber vencido una ligera resistencia, se posesionaron del lugar, posteriormente, procedieron a explorar la costa por el rumbo de Altata antes de cruzar la Sierra Madre e intentar de nuevo, infructuosamente, alcanzar la provincia del P�nuco.


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