Al finalizar el siglo XVII
, los obispos de Guadalajara empezaron a ser de mayor
edad y ninguno de los propuestos rechazar�a la mitra, como hab�a ocurrido con
frecuencia un siglo atr�s, s�ntoma de que �sta hab�a ganado importancia y atractivo.
Por su parte, los gobernadores y presidentes de la audiencia, siendo de menor
edad que sus antecesores, tend�an a durar m�s en el cargo.
Debido a que casi todas las decisiones importantes eran tomadas por la Corona, sus altos comisionados, todos peninsulares, se limitaban a hacerlas cumplir. Los criollos, aunque eran poseedores de la riqueza, no ten�an posibilidades de ser obispos, gobernadores o funcionarios del tesoro, mucho menos virreyes. S�lo el ayuntamiento lleg� a ser coto casi exclusivo de los criollos a partir de 1591, cuando los puestos municipales empezaron a asignarse al mejor postor. De esta manera, los m�s adinerados ocuparon lugares en el cabildo. Tal pr�ctica de vender nombramientos lleg� a extenderse tanto que, para 1654, se procedi� incluso a la venta de t�tulos y de otros oficios como escribanos y procuradores.
Pero el verdadero sustento de la colonizaci�n fueron los indios y sus encomenderos,
pues ellos le dieron vida a las grandes haciendas del centro neogallego, al
rancho de Los Altos, a la estancia modesta de las ca�adas del norte, a las minas
y su apoyo agropecuario de las tierras zacatecanas y, en general, a todo el
trabajo, principalmente agr�cola y ganadero, de toda Nueva Galicia.