Los primeros hallazgos mineros se hicieron hacia 1543 cerca de Compostela y, posteriormente, algunos m�s entre Guachinango e Ixtl�n, pero los yacimientos m�s importantes fueron descubiertos a partir de 1546 en el cerro de la Bufa, Zacatecas.
Sorteando toda clase de ataques de ind�genas que estuvieron a punto de hacerlos desistir, los espa�oles localizaron en 1548 vetas muy ricas en este lugar y en 1552 empez� a utilizarse el sistema de patio que remplazaba con mucha ventaja al tradicional de fundici�n. De esta manera, muy pronto creci� el n�mero de espa�oles que consolidaron la nueva poblaci�n. Como la mayor�a proced�a de la ciudad de M�xico y estaba relacionada estrechamente con ricos comerciantes de all�, los minerales extra�dos se enviaban a la capital del virreinato. Para tratar de evitarlo, desde 1549 la Audiencia de Compostela nombr� un alcalde mayor; sin embargo, sus empe�os por recabar los impuestos que le correspond�an fueron del todo vanos.
Los descubrimientos mineros en Zacatecas hicieron evidente la preponderancia de esta localidad sobre Compostela. Teniendo en cuenta adem�s lo precario de las comunicaciones y el alto costo de transportaci�n de los metales, los ricos tapat�os prefirieron invertir en el comercio, la agricultura y la ganader�a. Zacatecas, en cambio, recibi� un fuerte impulso con la creaci�n en 1592 del Consulado de Comerciantes de la Ciudad de M�xico, el cual invirti� grandes sumas en la miner�a. Esto contribuy� a que se buscara la autonom�a zacatecana del resto de Nueva Galicia.
A pesar de la cuantiosa inversi�n y de contar con abundantes v�veres y animales, Zacatecas tuvo que afrontar con frecuencia la falta de mano de obra. Aunque se trajeron esclavos negros para suplir a los indios, �stos no tuvieron el ingenio, ni la habilidad y la resistencia f�sica de los naturales, quienes bajaban a las mayores profundidades sin amedrentarse por el fr�o o la humedad. Su salario, que oscilaba entre cinco y ocho pesos mensuales, representaba un gasto menor para el espa�ol, mientras que, adem�s de su manutenci�n, por cada negro lleg� a pagarse entre los 274 y 311 pesos en 1656 y 1685.
A los ind�genas, despu�s de completar el tequio cantidad m�nima de mineral que deb�a extraerse en un d�a, se les dejaba practicar la pepena en beneficio propio. Gracias a ello se descubr�an nuevas vetas de mineral y se detectaba oportunamente su agotamiento. Pero cuando esto �ltimo ocurr�a era dif�cil retenerlos, a menos de que se hubiesen endeudado. Fue tal el abuso en este sentido que, en 1595, el virrey dispuso que no se pudieran adelantar m�s de ocho meses.
En menos de medio siglo Zacatecas se convirti� en la tercera ciudad en tama�o de toda la Am�rica septentrional, despu�s de M�xico y Puebla. Pronto se hicieron en ella c�modas casas, magn�ficos templos y s�lidos edificios. Asimismo, las grandes inversiones en el comercio coadyuvaron a que la comarca fuera pobl�ndose a pesar de su aridez.
La miner�a requer�a mercurio para su explotaci�n, pero en virtud de su permanente
escasez, la Real Hacienda, que ten�a Casas Reales en Guadalajara y Zacatecas,
ejerci� sobre su distribuci�n un control muy estricto mediante los llamados
"dep�sitos" o el sistema de consumido. El primero consist�a en un pr�stamo considerable
de este metal, cuyo pago cubr�a el minero con un porcentaje de la plata que
refinaba. El sistema de "consumido" obligaba al minero a pagar en plata la cantidad
que se le hab�a entregado.