Miner�a e industria


Contrariamente a todo lo ocurrido en otras partes, especialmente durante los primeros doce a�os del Porfiriato, la actividad minera tuvo una ca�da muy notable en el estado. En 1879 trabajaban en los yacimientos de Jalisco 5 750 hombres, mientras que para 1895 s�lo se ocupaban 4 325. Incluso la Casa de Moneda de Guadalajara, entre 1891 y 1896, acu�� plata por un valor de 20 mil pesos, contra 23 500 del lustro anterior y los 26 mil de 1881 a 1886.

Aunque la entidad contaba con yacimientos de oro, plata y fierro, la ausencia de capitales, el mal estado de los caminos y, sobre todo, la baja en el precio de los metales en el mercado internacional, motiv� el abandono de minas tan ricas como las de Comanja, cerca de Lagos, entre otras. Mas al finalizar la centuria, nuevos capitales, en su mayor�a norteamericanos, concurrieron para revitalizar la miner�a en lugares como Etzatl�n y Bola�os. De este �ltimo, por caso, se extrajeron 92 500 toneladas de metal en 1904, lo que equivali� a m�s del 2% nacional.

Si en las actividades econ�micas rurales no hubo mayores inversiones, s� hubo empe�o especial en promover el desarrollo del comercio y de la industria, dando enormes facilidades a los inversionistas tanto mexicanos como extranjeros que emprendieran nuevos negocios. No obstante, Tolentino decidi� que se hab�a ido demasiado lejos y dispuso que las exenciones fuesen �nicamente para quienes estableciesen una industria no "explotada ni conocida". Por su parte, el general Corona, entre otras cosas, liber� de contribuciones a cualquier inversi�n superior a los 10 mil pesos que se hiciera en f�bricas de hilados y tejidos; y en 1891, durante la administraci�n del general Galv�n, se renovaron privilegios fiscales a otras �reas de la industria: molinos de grano, f�bricas de loza y vidrio, etc�tera. De esta manera, la actividad industrial de Jalisco hasta 1910 ocupaba el quinto lugar del pa�s. Aunque en 1900 la producci�n equival�a al 10.7% nacional, a causa del crecimiento en otras partes, pero tambi�n de una reducci�n local, en 1910 no alcanz� el 8%.

El volumen global de la producci�n textil jalisciense sufri� un gran descalabro al segregarse en 1884 el cant�n de Tepic, dadas las cuatro f�bricas all� ubicadas. Comoquiera, para 1902 el n�mero de estos establecimientos hab�a ascendido a ocho, pero en 1910 s�lo quedaban cinco. Los m�s importantes eran La Experiencia y Atemajac, cuyos propietarios, de ascendencia francesa, decidieron fusionarlos y formar la Compa��a Industrial de Guadalajara.

En 1900 hab�a 28 plantas aceiteras y dos a�os despu�s su n�mero aument� a 33; sin embargo, la producci�n global baj� de 143 645 a 130 800 kilogramos. Para 1909 s�lo quedaban nueve plantas. La industria azucarera dispon�a de 49 ingenios, distribuidos en Ciudad Guzm�n, Autl�n, Mascota y Sayula. Hab�a 44 molinos de harina en la entidad, cuya producci�n en 1900 lleg� a 6 500 toneladas y a 9 600 en 1909, a pesar de que para entonces s�lo 29 funcionaban.

La producci�n tabacalera se concentraba hacia 1899 en 40 f�bricas, las cuales produjeron 14 mil cajetillas de cigarros; pero, en 1910 �nicamente quedaban 28 establecimientos que no llegaron a elaborar ni cuatro mil cajetillas. Otras industrias observaron tambi�n un marcado descenso: la de jab�n, por ejemplo, de las 23 plantas que laboraban en 1900, diez a�os m�s tarde s�lo exist�an 15. De las 25 f�bricas que en 1895 produc�an velas y veladoras, diez trabajaban en 1906, debido al uso cada vez m�s generalizado de la energ�a el�ctrica y del gas.


Cuadro que indica la cantidad de producci�n en distintos productos agr�colas e industriales en Jalisco desde 1985 hasta 1910. En las actividades econ�micas rurales no hubo mayores inversiones, pusieron empe�o especial en promover el desarrollo del comercio y de la industria, dando enormes facilidades a los inversionistas tanto mexicanos como extranjeros que emprendieran nuevos negocios.

La generaci�n de electricidad estuvo desde el principio en manos de franceses, quienes, adem�s de suministrarla a sus factor�as, abastecieron al alumbrado p�blico y casas habitaci�n. Otra empresa concesionaria que prove�a de este fluido a Guadalajara y otras poblaciones cercanas fue la Compa��a Hidroel�ctrica e Irrigadora de Chapala, fundada en 1893, que aprovechaba la ca�da de agua, que entonces era abundante, de El Salto de Juanacatl�n.

La manufactura de calzado en 1906 se llevaba a cabo en 90 f�bricas, a la vez que hab�a 161 curtidur�as y 38 talabarter�as, que empleaban en conjunto a 940 personas, entre hombres y mujeres. La fabricaci�n de papel se hac�a en dos plantas: El Bat�n, situada en el municipio de Zapopan, que elaboraba papel para cigarros y cartoncillo, y La Constancia, ubicada en Tapalpa, que hac�a papel para cigarros. Para 1909 esta �ltima se vio obligada a cerrar sus puertas y la de El Bat�n baj� su producci�n 35%.

El total de obreros ocupados en el estado en 1895 era aproximadamente de 73 mil. Para 1900 su n�mero lleg� a 84 500, pero hacia 1910 bajar�a a menos de 63 mil. Su salario era baj�simo y laboraban en condiciones semejantes a la esclavitud. Adem�s, como predominaba la pr�ctica de adelantar la paga en especie o mediante vales y tarjetas canjeables solamente en las tiendas de raya, el obrero era deudor eterno de su patr�n. La jornada de trabajo iba de las seis de la ma�ana a las seis de la tarde y, en algunos casos, hasta las ocho de la noche. Pronto comenz� a manifestarse una cierta conciencia grupal, mas el derecho de huelga estaba negado bajo severas penas y multas; las autoridades, por su parte, estaban siempre dispuestas a reprimir cualquier muestra de insumisi�n.

Otros problemas crecientes fueron la insalubridad y la mendicidad, principalmente en Guadalajara, ya que aqu� viv�a 20% de los desocupados de Jalisco, contra lo que poco pod�a hacer el Hospicio Caba�as.

Debido a que la infinidad de contribuciones fiscales lesionaban el comercio, el gobierno de la Rep�blica dispuso en septiembre de 1881 que todos los art�culos nacionales como harinas, jabones, leche, libros, licores nacionales, tortillas, sombreros, velas y zapatos, entre otros, quedaran exentos del timbre. A su vez, el gobernador Tolentino decret�, en julio de 1883, la libre circulaci�n de mercanc�as por todo el territorio del estado. En consecuencia, si bien no puede decirse que era excelente la situaci�n del comercio jalisciense en la d�cada de los ochenta, tampoco era del todo mala.

Aunque el arribo del ferrocarril a Guadalajara coadyuv� en t�rminos generales al repunte mercantil, al principio no todo result� como se esperaba. Al pasar a depender el comercio directamente de la capital del pa�s, un buen n�mero de peque�os comerciantes, artesanos e industriales se precipitaron a la ruina, sin contar que muchos arrieros tuvieron que cambiar de actividad o de ruta. Como resultado, a finales del siglo XIX y principios del XX, una buena parte del mercado estaba en manos de franceses, emparentados o asociados con compatriotas suyos radicados en la ciudad de M�xico.

En 1895 hab�a en Jalisco 20 400 personas vinculadas al comercio entre empleados, comerciantes establecidos y vendedores ambulantes; sin embargo, las grandes transacciones estaban en poder de poco m�s de 20 personas, relacionadas generalmente con mercaderes capitalinos.

Otro problema que sigui� vigente fue la escasez de dinero circulante, agudizado por la falta de una reglamentaci�n hacendaria adecuada que retirara monedas antiguas y prohibiera el uso de la "acu�aci�n particular". Para 1881 se aseguraba que en Guadalajara circulaban m�s de 10 mil piezas falsas de un peso.

Con la finalidad de promover la actividad comercial y conglomerar a gente involucrada en asuntos agr�colas y mercantiles, se cre� en 1888 la C�mara de Comercio, que a poco se convirti� en un influyente medio de presi�n econ�mica y pol�tica. Un a�o m�s tarde, en 1889, con miembros de la propia c�mara se organiz� una comisi�n encargada de fomentar la industria local y proteger el trabajo artesanal.


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