El r�o Verde, que corre de oriente a poniente para desembocar en el r�o Santiago al fondo de la barranca de Oblatos, constituye otra cicatriz importante que tambi�n dificulta la comunicaci�n entre Los Altos y la Cazcana, pues en ocasiones ha logrado socavar una ca�ada de considerable hondura. Aunque la tierra es parecida en ambos lados, con sus lienzos de piedra y las "mujeres enlutadas" de que habl� Agust�n Y��ez, suponemos que tambi�n el r�o Verde fue otrora una clara frontera entre sedentarios y los semin�madas que con tanta fuerza se rebelaron contra la dominaci�n espa�ola.
Es la Cazcana un camino que viene de Aguascalientes, desde cuyas planicies vitivin�colas se llega por lo que antes se llam� Paso de Sotos y ahora Villa Hidalgo, o rodeando por La Chona, conocido tambi�n como Encarnaci�n de D�az, habr� que pasar por el antiqu�simo Teocaltiche, "de hombres ausentes", seg�n aludi� Victoriano Salado �lvarez a los muchos arrieros que anta�o fueron sus hijos.
Recortando una muesca zacatecana, donde est� Nochistl�n, se llega a la hondonada que casi esconde a Yahualica, la cabecera econ�mica de la Cazcana donde se compra y se vende profusamente de todo, adem�s de trabajarse la cantera rosa. Precisamente en las inmediaciones de Yahualica, si se quiere ir a Guadalajara, puede cruzarse con cierta dificultad el r�o Verde y llegar a "Tepa", o remontar las suaves lomas con pin�ceas que siguen de Cuqu�o —top�nimo pur�pecha— y dan comienzo a la sierra de Nochistl�n, para tomar en Ixtiahuac�n del R�o la carretera que viene de la ciudad de Zacatecas. S�lo que para arribar a Guadalajara por su parte norte deber� cruzarse la barranca del r�o Santiago en uno de sus parajes m�s espectaculares. Asimismo, en las goteras de la ciudad se pasar� por El Bat�n y cerca de Atemajac, el poblado donde se establecieron las primeras f�bricas y que le dio el nombre a todo el llano donde ahora viven los tapat�os.
Otro ingreso que los zacatecanos pueden utilizar, a partir del Jerez que vio nacer al bardo Ram�n L�pez Velarde, es por el norte�o pueblo de Huej�car. De aqu� es posible remontarse hacia el noroeste hasta lugares como Mezquitic y Huejuquilla el Alto en las protuberancias que se ensamblan con Zacatecas, de tal manera que, con frecuencia, es dif�cil saber en qu� entidad se encuentra uno y los habitantes a veces dudan a cu�l pertenecen. Es una v�a nueva que sube y baja por las serran�as que corren de norte a sur y desciende a calurosos ca�ones agr�colas y ganaderos que no hace mucho, siendo tan dif�cil su acceso, eran casi autosuficientes. No sirve este camino para ir m�s all� de Huejuquilla, y resulta tan tranquilo como anta�o eran todas las dem�s carreteras de Jalisco, pero las tierras huicholas, inmersas en la Sierra Madre, donde no se sabe bien a bien el fin de Jalisco y el comienzo de Nayarit, contin�an ayunas de buena comunicaci�n.
Desde Huej�car, por el otrora apacible y bien organizado Colotl�n, puede llegarse muy bien a Guadalajara por una carretera que ahora es real, pero fue tantas veces prometida en vano que lleg� a parecer un sue�o imposible. Sin embargo, uno debe adentrarse antes en Zacatecas, pasar por El Te�l, antiguo centro ceremonial de los belicosos cazcanes y reingresar a Jalisco ya casi para descender al fondo de la consabida barranca, en cuya sima se pasa por San Crist�bal, y se hace presente tambi�n el r�o Juchipila. Despu�s de remontarla entre pinares, se llega a Guadalajara por las inmediaciones de la base a�rea y la hoy ciudad de Zapopan, cuya virgen congrega cada 12 de octubre la mayor concentraci�n humana que se produce en todo M�xico.
Poco al sur de Colotl�n, una recientemente asfaltada carretera hacia el poniente nos lleva hasta Villa Guerrero, conocida antes como El Salitre. Est� situada en un paraje espacioso y recio que hoy es la antesala y anta�o el punto neur�lgico de abastecimiento de los centros mineros m�s importantes del r�o Bola�os. A la vera de esta corriente, que baja desde Mezquitic por terrenos cada vez m�s escarpados, se encuentra la poblaci�n que le da nombre al r�o y en la que sobreviven espectaculares restos del esplendor de antes. Luego, por el mismo camino siguen Chimaltit�n y San Mart�n y, muchas aguas m�s abajo, hacia el sur, en el fondo del escarpad�simo paisaje, a�n est� Apozolco, cerca de ninguna parte y sin carretera que le llegue de alg�n lado.