Iglesia de mejor talante


A partir de la aplicaci�n de las leyes de Reforma, que se hicieron constitucionales en 1873, puede decirse que el clero fue reconquistando poco a poco muchos privilegios. Cuando en 1869 Pedro Loza y Pardav� se convirti� en segundo arzobispo de Guadalajara, dada su caracter�stica mesura, de manera discreta comenzaron a desarrollarse estrategias para soslayar las leyes, evitando siempre el enfrentamiento con el gobierno. En 1871, tras haber participado en el Concilio Vaticano Primero, Loza se dio a la tarea de promover la creaci�n de escuelas de primeras letras anexas a las parroquias del medio rural, donde el Estado estaba obligado a ser m�s transigente, y en 1874 logr� abrirse la primera en Guadalajara.

El n�mero de instituciones educativas fundadas por Loza en Guadalajara llegaban a ocho en 1876, y para 1898 alcanzaron a ser diez m�s. Los establecimientos ubicados en esta ciudad eran financiados �ntegramente por el arzobispo, mientras que los instalados en el resto del estado eran sostenidos mayormente por la feligres�a.

La pol�tica impuesta por Loza le result� muy fruct�fera, pues, adem�s del apoyo de sus fieles, le gan� un gran respeto de la autoridad civil. As� se vio en 1888, en ocasi�n de la fastuosa celebraci�n de sus bodas de oro sacerdotales, en la que el gobierno prest� su abierta colaboraci�n para su lucimiento y buen orden. Igualmente, cuando el arzobispo falleci�, a fines de 1898, el gigantesco cortejo f�nebre fue encabezado por el mismo gobernador Curiel.

En febrero de 1900, Jacinto L�pez y Romo, oriundo de Encarnaci�n, Jalisco, fue nombrado sucesor de Loza, pero muri� el �ltimo d�a del mismo a�o, cuando apenas hab�a aprobado un nuevo plan de estudios para las escuelas parroquiales y comenzado la construcci�n de un edificio para la Escuela Normal de Profesores Cat�licos. El sucesor, cuarto arzobispo de Guadalajara a partir de 1902, fue Jos� de Jes�s Ortiz, nacido en P�tzcuaro.


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