Progreso en la posguerra


Una de las preocupaciones primarias del nuevo gobernador fue promover el desarrollo de la costa y comunicarla con Guadalajara. Para ello, ofreci� muchas facilidades a quien se estableciera por all� y se proyect� la construcci�n de las carreteras Mascota-San Sebasti�n-Puerto Vallarta, Talpa-El Tuito y Autl�n-Barra de Navidad, pero ninguna lleg� a ejecutarse.

En octubre de 1943 fue celebrado en Guadalajara el Primer Congreso Extraordinario de la Federaci�n de Trabajadores de Jalisco; en esa ocasi�n el grupo apoyado por el gobernador y encabezado por Jos� Mar�a Mart�nez y Francisco Silva Romero se enfrent� a la CTM, encabezada por Fidel Vel�zquez S�nchez. Ante la gravedad que se vislumbraba, el mismo presidente intervino para formar una directiva de coalici�n, con Mart�nez al frente, pero la calma no dur� ni un mes.

En marzo y noviembre del mismo a�o se hicieron nuevos intentos conciliatorios; tampoco hubo �xito. En consecuencia, al comenzar 1945, durante la reuni�n del Consejo Nacional de la CTM en la ciudad de M�xico, se desconoci� al comit� disidente de Jalisco, argumentando que se sosten�a tan s�lo por obra del gobernador Garc�a Barrag�n y de sus maniobras para beneficiarse de los obreros.

En julio de 1945 se constituy� una nueva FTJ reconocida por la CTM, mientras que la FTJ aut�ntica continu� al margen de la CTM y, en marzo de 1947, se convirti� en la Confederaci�n �nica de Trabajadores.

Asimismo, en 1945 Garc�a Barrag�n se agenci� otros conflictos por haberse convertido en partidario del general Miguel Henr�quez Guzm�n, entonces comandante de la XV Zona Militar, para suceder a �vila Camacho, siendo que �ste prefer�a abiertamente a Miguel Alem�n, su secretario de Gobernaci�n.

Los ataques de alemanistas contra el gobernador fueron promovidos por Jes�s Gonz�lez Gallo, secretario del presidente, y llegaron a tal punto que en el Congreso de la Uni�n lleg� a plantearse la posibilidad de desconocer los poderes en Jalisco. Pero la p�blica renuncia de Henr�quez a sus aspiraciones hizo que la tensi�n aminorara.

Siendo ya candidato formal por el PRM, Miguel Alem�n insisti� entonces en la renovaci�n del partido. As�, a principios de 1946 se celebr� la �ltima Convenci�n Nacional del PRM y la fundaci�n del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Con el respaldo de �vila Camacho y del propio Alem�n, Gonz�lez Gallo no tuvo problemas mayores ni para ser postulado por el PRI al gobierno de Jalisco, ni para ganar las elecciones correspondientes. Garc�a Barrag�n, en cambio, acab� desaforado por la legislatura del estado al negarse a publicar el decreto que ampliaba el periodo gubernamental de cuatro a seis a�os, pues consideraba que la disposici�n de referencia no pod�a surtir efectos inmediatos y Gonz�lez Gallo s�lo deber�a gobernar durante el cuatrienio para el cual hab�a sido elegido.

Garc�a Barrag�n fue sustituido por Saturnino Coronado el 17 de febrero de 1947, quien pas� el poder a Gonz�lez Gallo el 1 de marzo siguiente, previa la signatura del decreto que alargaba a seis a�os el periodo de �ste.

Al carisma de Gonz�lez Gallo se sum� su experiencia como funcionario p�blico federal; su plan de trabajo calcaba al presidencial en sus puntos medulares: industrializar al pa�s, impulsar la producci�n, ampliar la red carretera y atender a los sectores prioritarios, involucrando activamente al sector privado. En 1951, en ocasi�n de su cuarto informe, Gallo aseguraba que la antigua crisis hacendaria se hab�a superado y que hab�a sido notable el fomento educativo y agr�cola, as� como la construcci�n de importantes caminos, obras de sanidad y riego.

Por otra parte, desde 1947 fue suprimida la declaraci�n socialista que la propia universidad se atribu�a en su Ley Org�nica, estableciendo en su lugar planteamientos m�s mesurados. Lo mismo ocurri� con el FESO al transformarse en Federaci�n de Estudiantes de Guadalajara (FEG). Pero la ley universitaria tuvo que ser modificada nuevamente en 1952, ante una gran presi�n estudiantil que logr� una mayor participaci�n de los estudiantes en la direcci�n de la universidad. A partir de entonces el Consejo Universitario propondr�a al gobernador una terna para que de ella escogiera al rector. Por otra parte, durante la administraci�n de Gonz�lez Gallo, el subsidio a la universidad aument� de 250 mil pesos a cerca de tres millones y se le dot� de varios inmuebles m�s.

Finalmente, en 1953, el tradicional 1 de marzo, con la venia del presidente Adolfo Ruiz Cortines, un intelectual de renombre, Agust�n Y��ez, tom� tranquilamente el lugar de Gonz�lez Gallo y llev� a cabo una administraci�n sumamente constructiva, procurando fomentar el desarrollo de las regiones m�s aisladas de Jalisco, como fue el caso de la costa, mediante la realizaci�n de obras b�sicas que ayudaran a generar y distribuir la riqueza, aunque tambi�n a la ciudad de Guadalajara le dedic� algunos empe�os como la Casa de la Cultura, un edificio nuevo para la Escuela Normal de Jalisco y la glorieta de Minerva.

Pero Y��ez vislumbraba ya que el crecimiento de Guadalajara pod�a ser excesivo y desproporcionado al del resto de Jalisco. En efecto, el notable desarrollo que se produjo entre 1940 y 1950, hizo que la ciudad acrecentara el n�mero de sus habitantes en 60%, alcanzando los 380 mil. En la d�cada siguiente creci� casi el doble para llegar a 740 mil y en 1964 lleg� a un mill�n de pobladores. Sin embargo, el incremento demogr�fico en el campo, a lo largo de esos 25 a�os, no fue m�s all� del 30%.

La pol�tica monetaria y crediticia fue un instrumento muy importante para orientar el crecimiento econ�mico. Se observ� entonces un marcado incremento de instituciones bancarias, por lo que en 1945 result� muy conveniente la creaci�n del Centro Bancario para relacionar a los miembros del gremio. Igualmente, en este a�o se abrieron sucursales en varias localidades fuera de Guadalajara.

La peque�a industria experiment� tambi�n un sensible auge debido a la segunda Guerra Mundial, sobre todo la manufacturera de ropa, tejido de punto y calzado. Adem�s de la ventaja de un excelente mercado para su producci�n en el occidente y noroeste de M�xico, este rubro result� favorecido por mano de obra calificada y barata.

La industria minera, en cambio, decay� despu�s de la guerra, al extremo de que el n�mero de trabajadores fue 20% m�s bajo en 1950 que diez a�os antes, pero en el decenio siguiente aument� cerca de 35%. La tradicional extracci�n del oro y la plata nunca sobrepas� la peque�a escala; sin embargo, alcanz� mayor volumen la de manganeso y hierro, gracias a importantes inversiones regiomontanas en Autl�n, La Huerta y Pihuamo.

El crecimiento de la industria de la construcci�n estimul� consecuentemente las explotaciones de cantera y cal, dando pie a que surgieran algunas empresas de regulares dimensiones, como las de Huescalapa y Zapotiltic, que aprovecharon tambi�n mano de obra barata, as� como la carretera y el ferrocarril.

La superficie ca�era en Jalisco, entre 1934 y 1960, aument� de 5 mil a 20 mil hect�reas debido a las obras de riego ejecutadas en las cuencas de los r�os Armer�a, Salado y Tuxpan y a una crecida inversi�n. De este modo, la zafra anual alcanz� casi los dos millones de toneladas.

La explotaci�n maderera en los lugares monta�osos hizo que Jalisco se convirtiese despu�s de 1950 en un rico productor de derivados forestales como tablones, durmientes, le�a, aguarr�s y otros. Pero s�lo hubo una empresa que lleg� a ser verdaderamente grande en este ramo: la Uni�n Forestal de Jalisco y Colima, creada en 1940 y que se asent� en Atenquique. Luego comenzaron a construirse las instalaciones para la f�brica de papel, que funcion� a partir de 1946 con el nombre de Compa��a Industrial. Desde 1950 esta factor�a alcanz� a producir m�s de 37 mil toneladas y para 1970 fue m�s all� de las cien mil.

Con la ayuda de la segunda Guerra Mundial, la producci�n de tequila y mezcal no tuvo precedentes, pues miles de soldados demandaban cualquier aguardiente en los frentes de batalla. Sin embargo, un comerciante espa�ol establecido en la capital del pa�s monopoliz� la exportaci�n mediante el control de los envases producidos en Monterrey y los vagones de ferrocarril, causando un gran perjuicio a todos los tequileros, ya que adulter� de tal manera el producto y lo envi� en p�simas condiciones higi�nicas que, al concluir la guerra, en los Estados Unidos se le impusieron al ingreso del tequila cuantas condiciones y trabas fueron posibles, lo cual redujo las exportaciones a ese pa�s a una parte min�scula.

Desde la d�cada de los cuarenta fue palpable el auge del comercio tapat�o, que vio aparecer nuevas tiendas de due�os jud�os o libaneses, aunque tambi�n las hubo de tapat�os y de comerciantes procedentes de otras partes de la regi�n. Ayud� a esta bonanza la declinaci�n de las manufactureras en poblaciones peque�as y la mayor especializaci�n de la agricultura, lo que facilit� canalizar la producci�n a distribuidores de mayor cuant�a.

Finalmente, el incremento de las carreteras contribuy� a fortalecer el comercio de algunas poblaciones m�s peque�as como Ciudad Guzm�n, Lagos, Ameca y otras, que se convirtieron en centros abastecedores de sus respectivas �reas de influencia. Pero lo m�s remarcable en este rubro fue el acercamiento a la ciudad de M�xico, logrado poco antes de 1940 con la carretera que pasa por Jiquilpan y Morelia y una d�cada despu�s, remont�ndose hasta Lagos de Moreno. Adem�s, mientras el ferrocarril segu�a a su mismo paso, el avi�n fue haci�ndose m�s usual a partir de 1950. Al campo a�reo, conocido en un principio como de Las �nimas, ubicado en el municipio de Tlajomulco y en el camino de Guadalajara a Chapala, se le dio despu�s el nombre de aeropuerto internacional Miguel Hidalgo.


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