Nadie pone en duda el hecho de que el hombre no naci� en Am�rica, sino que lleg� a �sta 50 000 a�os, quiz� 70 000 a�os a.C. y que lo hizo por el actual estrecho de Bering, cuando se pod�a pasar a pie. Por lo tanto, los autores coinciden en aceptar que el hombre americano vino del noreste de Asia, usando el puente (hoy estrecho) de Bering cada vez que, a lo largo de la �poca cuaternaria, el nivel del mar, a la hora de las sucesivas glaciaciones, baj� en forma notable.
En Mesoam�rica varios sitios permiten afirmar la presencia humana 20 000 a�os antes de Cristo. El m�s seguro, actualmente, es el de Tlapacoya, al sureste del valle de M�xico.
Entre 9 000 y 7 000 a.C. las manifestaciones de la actividad humana se multiplican y se dispersan en el espacio, desde Belice y Tamaulipas hasta los Altos de Guatemala y la costa de Nayarit. Para aquel entonces el paso entre Siberia y Alaska hab�a dejado de funcionar, de tal manera que el nuevo cazador que apareci� en Mesoam�rica no ven�a de Asia, sino que era descendiente del anterior; manejaba instrumentos y armas m�s perfeccionados, de piedra, hueso, concha y madera, como siempre, pero admirablemente labrados, pulidos y tallados. Sab�a hacer redes, canastas, collares de caracolillo y conchas. Cazaba, pescaba y recolectaba. Le toc� adaptarse de manera forzosa a un cambio de clima inimaginable. Nos basta con un a�o o dos de sequ�a o de inundaciones para asustarnos. �Qu� decir de un cambio de clima que transform� verdes llanuras en estepas �ridas, y grandes mares interiores en lagunillas y charcos? �Qu� decir de los cambios de la fauna y de la flora, de la desaparici�n del mamut, por ejemplo? A finales de este proceso, los recolectores de la costa del Pac�fico nos han dejado cerros de conchas marinas; en Matanch�n, cerca de San Blas, artefactos de piedra, sepulturas y vestigios de hogares de unos 7 000 a�os de antig�edad.