2. El puerto de San Blas

2. El puerto de San Blas


Fundado en la segunda mitad del siglo XVIII como puerto de guerra, San Blas descubri� una nueva vocaci�n durante la guerra de Independencia, la de puerto de comercio internacional. Toda la regi�n iba a beneficiarse de esta actividad que se debi� a la guerra; el puerto de Acapulco, por donde entraban hasta aquel entonces los barcos que ven�an de China y Filipinas, qued� cerrado en 1813 cuando Morelos y los insurgentes se apoderaron de �l.

Ese accidente fue suficiente para que florecieran las actividades portuarias de San Blas durante unos 50 a�os. El puerto funcion� como motor econ�mico de todo el occidente, ya que trabaj� primeramente para Guadalajara, la segunda ciudad del pa�s y el centro comercial occidental. Entraban por San Blas las mercanc�as importadas de Europa, Am�rica del Sur y Extremo Oriente. Sal�an por San Blas productos agr�colas de la regi�n con destino a Sinaloa, Sonora y Alta California, maderas, tabaco, sarapes, tejidos de las f�bricas de Tepic y, lo m�s importante, la plata que se mandaba a Europa y que era lo m�s valioso del comercio exterior mexicano. Para garantizar la seguridad de estas remesas de millones de pesos (pesos gordos, pesos duros de entonces) a los cuales se un�an los millones que mandaban los comerciantes a Europa para pagar sus importaciones, los barcos de guerra ingleses ven�an a San Blas a cargar plata.

As� que constantemente circulaban de Guadalajara a San Blas arrieros y comerciantes, lo que animaba todos los pueblos a lo largo de la ruta y despertaba muchas actividades; hab�a que dar de comer a los viajeros y a sus animales, los cuales se contaban por miles. Imag�nense lo que significaba viajar a pie, detr�s de las mulas, o a caballo, de Guadalajara a San Blas, pasando por Tequila, la Magdalena, franqueando las tremendas y calient�simas barrancas de Mochiltiltic, descansando en Ixtl�n de Buenos Aires (hoy Ixtl�n del R�o). El viajero gozaba de los aires frescos del valle despu�s de haberse sofocado en la barranca, antes de seguir por Ahuacatl�n, Compostela y Xalisco hasta Tepic, ciudad que crec�a d�a tras d�a benefici�ndose de tanto movimiento.

Hab�a tambi�n que abastecer de alimentos y bebidas a los barcos que fondeaban en San Blas de diciembre a mayo. De junio a noviembre eran muy pocos por el mal tiempo, que hac�a peligroso el dormir, y por las fiebres. La poblaci�n de San Blas emigraba a Tepic durante esta temporada insalubre. Pero en los otros seis meses se presentaban de 18 a 40 barcos extranjeros.

En 1840 entraron 32 barcos: 11 ingleses, cinco estadounidenses, cuatro franceses, tres ecuatorianos, dos peruanos, dos chilenos y cinco mexicanos.

Ven�an de Valpara�so de Chile (10), es decir de Europa, pero d�ndole toda la vuelta al Continente Americano (el canal de Panam� es del siglo XX), de Guayaquil (Ecuador, 5), de Callao (Per�), de China (2), de los Estados Unidos (11), despu�s de fondear en Guaymas y Mazatl�n.

La importancia de San Blas y Tepic (Tepic es plaza comercial y San Blas es su puerto) fue percibida desde temprano por los ingleses, quienes abrieron un consulado en 1823. Para esa fecha San Blas superaba ya a Acapulco y, de 1823 a 1851, figuraba entre los principales puertos mexicanos, siendo �stos Veracruz y Tampico en el Atl�ntico, San Blas y Mazatl�n en el Pac�fico. Parece dif�cil de creer cuando uno ve el pueblito de San Blas hoy, sin encontrar m�s restos del puerto que las ruinas de la aduana, pero ah� est�n las cifras del comercio y de las jugosas entradas que sacaban las aduanas.

Eso explica que Tepic haya atra�do mucha gente y muchos comerciantes extranjeros; tanta actividad signific� trabajo y ganancia. Por eso encontramos en Tepic, en 1823 o 1824, a don Eustaquio Barr�n, irland�s nacido en C�diz pero ciudadano ingl�s, quien funda con su compa�ero de colegio, William Forbes, una casa de comercio que se vuelve r�pidamente en la m�s considerable de toda la costa pac�fica, antes de pasarse a M�xico y de figurar entre los primeros negocios de todo el pa�s. Por eso encontramos a los espa�oles Menchaca, Iruretangoyena, Franco, Casta�os; a los alemanes Freyman, Riecke, Weber; a los franceses, italianos, belgas, estadounidenses, paname�os y centroamericanos.

La prosperidad de Tepic y de su cant�n atrajo a muchos mexicanos de los estados vecinos y de m�s lejos tambi�n. Una manera de medir esa prosperidad es ver las contribuciones extraordinarias que aportaron los diferentes cantones del estado de Jalisco durante la guerra de 1846-1847. El cant�n de Tepic fue el que m�s dio ($ 10 000.00).

La prosperidad comercial tuvo consecuencias muy positivas para la agricultura y la industria. Entonces se pudo aprovechar la feracidad de las tierras y la abundancia de agua, ya que hab�a demanda de los productos agr�colas. Adem�s de producir en abundancia ma�z y frijol, el distrito cultivaba algod�n en las inmediaciones de Acaponeta, Santiago Ixcuintla y Rosa Morada; ca�a de az�car en la municipalidad de Tepic y el valle de Ahuacatl�n; arroz (una novedad) en Tepic y Compostela, y finalmente el caf�, que comenz� a ensayarse con �xito en Tepic. El tabaco se cultivaba en toda la regi�n, el de primera clase igualaba al mejor de Orizaba.

El tabaco y la ca�a, si bien son productos del campo, se prestan a una elaboraci�n industrial y a una comercializaci�n provechosa. Por eso volvemos a encontrar en estos ramos a los ricos negociantes ya mencionados (Barr�n, Forbes y Casta�os), quienes fueron a la vez los introductores de la industria moderna; importaron maquinaria para sus ingenios de az�car y para sus f�bricas textiles de Bellavista y Jauja. En 1853, en Jauja trabajaban 345 obreros.

Tepic y sus 10 000 moradores se beneficiaron de tanto movimiento. Escribe entonces Orozco y Berra (1853) en su diccionario:


MAPA 5. El s�ptimo cant�n del estado de Jalisco en 1825, tomado de J. M. Muri�,
Historia de las divisiones territoriales de Jalisco, INAH, 1976.

El mapa muestra el s�ptimo cant�n del estado de Jalisco en 1825, tomado por J. M. Muri�. La prosperidad de Tepic y de su cant�n atrajo a muchos mexicanos de los estados vecinos y de m�s lejos tambi�n. El cant�n de Tepic fue el que m�s dio y fueron 10 000 pesos.



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