6. El reino de Manuel Lozada (1857-1873)

6. El reino de Manuel Lozada (1857-1873)


Manuel Lozada nace en 1828, o sea que ten�a 25 a�os en 1853, cuando su nombre apareci� en los informes militares. Se da a conocer como temible bandido. No se sabe nada cierto de su juventud, sino que pertenece a una familia del pueblo de San Luis (hoy de Lozada), el pueblo que ten�a un viejo pleito con la hacienda de Mojarras. Parece que Lozada se fue al monte, precisamente por traer pleito personal con la misma hacienda. Es muy dif�cil distinguir entre bandolerismo y resistencia armada leg�tima, porque las autoridades no nos hablan m�s que de "ladrones" o de "bandidos" y de los "espantosos cr�menes que se cometen diariamente por aquella horda de bandoleros".

No cabe duda que Lozada y su gente eran feroces. A�os m�s tarde, cuando �l era ya una autoridad reconocida, algo disciplin� a sus tropas, pero en esos primeros a�os andaba a salto de mata. Sin embargo, r�pidamente pas� a representar a los pueblos agraviados y a los serranos, que volv�an a tomar el camino de la guerra, tan conocido por sus antepasados. Por un lado, Lozada anuncia las luchas agrarias del siglo XX; por el otro, resucita las guerras del siglo XVI. Tardar�n 20 a�os en acabar con �l y 30 en volver a pacificar el Gran Nayar.

Lozada se vuelve importante cuando el pleito (1855-1856) entre los Barr�n y los Casta�os se complica con la guerra civil nacional entre liberales y conservadores. De repente Lozada dej� de ser un "bandido" al aliarse con una importante y vieja familia de Tepic, los Rivas, amigos de los Barr�n. Les prestaba su fuerza militar a cambio de dinero para armar y pagar a sus soldados, quienes ya no ten�an que robar para vivir. Como guerrilleros, Lozada y sus compa�eros eran insuperables, y nadie pudo con ellos mientras permanecieron unidos.

En 1857 Lozada se lanz� en favor de los conservadores, en 1862 tom� Tepic y se declar� partidario de la Intervenci�n francesa y el Imperio; cuando adivin� que �ste se hallaba condenado, se retir� de la pelea y afirm� su neutralidad; supo ganarse la buena voluntad de Benito Ju�rez, en 1867, en el momento en que todos los liberales, el estado de Jalisco y Ram�n Corona —su enemigo de siempre— ped�an que se acabara militarmente con �l. Hubo que esperar la muerte de Ju�rez para que, por fin, en 1873 estallara la �ltima gran guerra contra �l, la que lo llev� a su derrota y a su muerte.

No le importaba el partido en el poder, liberales o conservadores, Rep�blica o Imperio: le importaba vencer, guardar el control absoluto sobre la regi�n para imponer su autoridad. �Por qu� esa voluntad terca de autonom�a? Seg�n algunos porque era un tirano d�spota; seg�n otros no era m�s que un t�tere manipulado por los conservadores de Tepic y por la Casa Barr�n and Forbes. Olvidan que choc� con �stos cuando afect� sus intereses, concretamente sus haciendas. �Ah� est�! Lozada pele� tercamente la posesi�n de la tierra y la defensa de la sociedad pueblerina concebida como una gran familia, o como una sociedad de "Pueblos Unidos", trat� de unificar cada pueblo y de establecer la concordia entre los pueblos para unificar la regi�n alrededor de la ciudad de Tepic.

"Mi parecer —dijo— es que los pueblos entren en posesi�n de los terrenos que justamente les pertenecen con arreglo a sus t�tulos para que se convenzan el gobierno y los dem�s pueblos del pa�s de que, si se dio un paso violento, no fue para usurpar lo ajeno, sino para recobrar la propiedad usurpada, de manera que el fin justifica los medios."

Efectivamente se dio un paso violento, se invadieron muchas haciendas, aprovechando la desaparici�n de las autoridades con motivo de tantas guerras. Al principio los se�ores Barr�n y Forbes apoyaron a Lozada, al ver que la autonom�a del cant�n significaba que Guadalajara no podr�a intervenir m�s en sus negocios. Pero cuando Lozada empez� a quitarles las tierras que las haciendas hab�an arrebatado a los pueblos, cambiaron de parecer.

Lozada supo utilizar a los serranos para movilizar a los campesinos abaje�os dependientes de las haciendas. Las tribus guerreras no hab�an perdido sus tierras, pero segu�an en su modo de vivir antiguo y hab�an recobrado su independencia con el fin de las misiones; por otra parte, a mucha gente de abajo le hubiera gustado recobrar sus tierras, pero no sab�an ni pod�an pelearlas. Lozada, con sus serranos, les ense�� c�mo, y por eso tuvo tanta fuerza. Sin embargo, ten�a una seria debilidad: tanto los serranos como los pueblos estaban tradicionalmente divididos entre s�, y su uni�n fue excepcional durante estos 20 a�os. Con todo, coras y huicholes fueron los �ltimos fieles a Lozada. Trabajando as�, �ste fue capaz de devolver a muchos pueblos las tierras que hab�an litigado en los siglos XVII y XVIII y perdido entre 1750 y 1860. Por eso se le acus� de ejecutar "la m�s escandalosa y arbitraria expropiaci�n general", y se decidi� en M�xico y Guadalajara acabar con �l a principio de 1873.

Cuando Manuel Lozada se dio cuenta de que la cosa ven�a en serio, opt� por jug�rsela y tom� la delantera. Junt� 6 000 hombres y se lanz� a la conquista de Jalisco. Por poco y le result� el golpe: en unos d�as de marcha forzada sus bandas salieron de Tepic, cruzaron las barrancas y tomaron Tequila, Etzatl�n y La Magdalena. En la Mojonera, o sea a unas horas a pie de Guadalajara, el general Ram�n Corona cerr� a duras penas el paso al ej�rcito de Lozada, que se desband�. Despu�s, lenta y prudentemente, el ej�rcito federal pas� a la ofensiva, que dur� seis meses, hasta la captura y fusilamiento de Lozada, en la Loma de los Metates, lugar situado junto a Tepic. Antes de recibir la descarga dijo: "Soldados, vais a presenciar mi muerte que ha sido mandada por el gobierno y que as� lo habr� querido Dios; no me arrepiento de lo que he hecho. Mi intenci�n era procurar el bien de los pueblos. Adi�s Distrito de Tepic. �Muero como hombre!" Ten�a 45 a�os.


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