El gran aumento en la productividad, la intensificaci�n de la agricultura, que del mismo espacio saca producto mucho m�s abundante, no se entienden sin el progreso t�cnico y la asistencia de agr�nomos, veterinarios y qu�micos, sin la mecanizaci�n, la nivelaci�n de tierras y las obras de riego.
Fertilizantes e insecticidas cobran cada d�a m�s importancia, pero su elevado precio y el de las semillas mejoradas es un obst�culo. Por eso los que no pueden conseguir pr�stamos bancarios siguen trabajando tradicionalmente y siembran con sus propias semillas. Los que pueden, muchas veces quedan endrogados con los bancos, as� que no les sirve de gran cosa levantar cosechas espl�ndidas. Tienen la impresi�n de trabajar como peones del banco, especialmente a la hora de la crisis financiera de 1994-1995.
La fluctuaci�n de los precios agr�colas es otro de los problemas que acosan al agricultor. "Hay operaciones en que no s�lo trabajamos en vano, sino que incluso perdemos dinero por las variaciones de los precios. En un ciclo, algunos productos pueden pagar muy bien y en la siguiente temporada caer muy abajo. Deber�an d�rsenos seguridades, pues nuestras cosechas constituyen el �nico medio de vida que tenemos".
La culpa la tienen los compradores, pero tambi�n los agricultores que no se organizan. Si corre la voz de que un producto se vende bien, al a�o siguiente todos lo cultivan. Hay tal abundancia que los precios de venta se desploman. Los agricultores deber�an juntarse para organizar la producci�n y luego para vender. Pero no es nada f�cil, porque el individualismo de los agricultores, su debilidad frente a las grandes casas compradoras y el mismo estado se oponen a tal organizaci�n.
Si hay algo que verdaderamente molesta a los agricultores nayaritas es el hecho de que no puedan vender sus productos al mejor precio y al mejor postor. Y es que el agricultor tiene que vender a unos compradores. El frijol se vende por fuerza a la Compa��a Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) o a la Productora Nacional de Semillas. El tabaco es comprado en su totalidad por Tabamex; la ca�a de az�car por los ingenios establecidos en la entidad; el caf� por el Instituto Mexicano del Caf�, y el arroz por los molinos [entrevistas realizadas en 1987].
Sobre los otros productos, tampoco hay libertad: "no podemos transportar las cosechas para su venta, si no llevamos la correspondiente gu�a, y esto frecuentemente constituye un contratiempo, pues las casetas de vigilancia nos detienen uno o dos d�as con el peligro de que los productos se descompongan. Nos ha sucedido hasta la saciedad con el tomate y las frutas".
Los principales productos tradicionales son cuatro: tabaco, ma�z, frijol y ca�a de az�car, que representan 70% del valor de la producci�n agr�cola.