El general Pedro Ampudia fue designado jefe de operaciones; "nombramiento por mil t�tulos impol�tico", al decir de quienes vivieron el suceso. El nuevo jefe mostr� indecisi�n e impericia, seg�n testimonios de entonces. Ya casi con el enemigo a la vista orden� la destrucci�n de las fortificaciones para emprender otra y aun decidi� esperar a los atacantes en Mar�n. Reconoci� para ello aquella poblaci�n el 11 de septiembre, pero acab� por acordar el regreso de las fuerzas a Monterrey. Tuvo en esta ciudad varias juntas con jefes y oficiales, sin embargo, no lleg� a formular un plan de operaciones definitivo. Se advert�an antipat�as entre �l y los dem�s superiores y su indecisi�n fue considerada peligrosa por cuanto a que provocaba un "estado de incertidumbre enojoso".
Para el 17 una columna al mando del general Jos� L�pez Uraga se hallaba en Cadereyta en posiciones de defensa. El general Romero estaba en Mar�n, con el regimiento de Caballer�a de Guanajuato y el de Lanceros de Jalisco. El general Anastasio Torrej�n se moviliz� tambi�n en espera del ataque y por su parte el capit�n Francisco Segura hac�a reconocimientos de avanzada hacia la sierra de Papagayos.
