XXVI. LA INDUSTRIALIZACI�N


EL FLORECIMIENTO ECON�MICO de Monterrey provino de la apertura del puerto del Refugio (Matamoros) en 1820 y de la refundaci�n de Tampico en 1823. La situaci�n geogr�fica de la ciudad en el �nico paso natural de la Sierra Madre hacia el interior del pa�s la convirti� en centro proveedor de las mercanc�as de aquellos puertos para todas las poblaciones de los estados de Coahuila, Zacatecas, Durango, Chihuahua y otros.

Esta importancia econ�mica se vio incrementada notablemente durante el tiempo que dur� la guerra separatista en los Estados Unidos (1861-1865). Bloqueados los puertos de los estados sure�os del pa�s vecino, el movimiento de exportaci�n del algod�n de aquella zona a Europa se hizo por el puerto de Matamoros, cruzando la frontera por aduanas controladas desde Monterrey. Fleteros, en su mayor parte de esta ciudad, lo transportaron por la ribera sur del Bravo hasta su embarque, lo cual propici� la formaci�n de importantes capitales.

No dur� mucho esta bonanza. Concluy� el conflicto en los Estados Unidos y el auge econ�mico vino a menos. Poco m�s tarde, en 1882, la entrada del ferrocarril a Monterrey contribuy�, contra lo que se supon�a, a la decadencia del comercio local. Las ciudades a las que Monterrey prove�a tuvieron tambi�n comunicaci�n ferroviaria y se bastaron desde entonces a s� mismas.

El comercio decay� en Monterrey en forma alarmante, al grado de que muchos establecimientos mercantiles cerraron. Por otra parte, una gran cantidad de gente que se hab�a avecindado aqu�, atra�da por aquella bonanza, abandon� la ciudad.

El aniquilamiento del comercio no hizo desmayar a los hombres de Nuevo Le�n. Hab�an acumulado considerables capitales durante los a�os que acababan de pasar y ahora habr�an de invertirlos en un nuevo giro: la industria.

Se ten�a ya alguna experiencia, aunque precaria, en este aspecto. En 1844, Papias Anguiano hab�a establecido una f�brica de ladrillos y en 1846 Jacinto Lozano hab�a abierto los molinos de trigo de "Jes�s Mar�a", en San Pedro (Garza Garc�a). Exist�a en Santa Catarina la f�brica de hilados "La Fama", iniciada en 1854 con 150 mil pesos de capital. M�s tarde, en 1872, Valent�n Rivero estableci� en El Cercado, del municipio de Santiago, la f�brica de textiles "El Porvenir", que elaboraba mantas, impermeables y otras telas de excelente calidad. Dos a�os despu�s, en 1874, hab�a principiado sus actividades la f�brica de hilados "La Leona", en Garza Garc�a y, en ese mismo a�o, Pedro Quintanilla empez� a fabricar almid�n, cerillos, maicena, aceite y otros productos. En 1873 se registran otras f�bricas en las que trabajaban no menos de varios millares de personas. Una d�cada m�s adelante, en 1883, eran m�s de 300 los talleres que hab�a en Monterrey y en los municipios circunvecinos.

Dos exposiciones

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