Fue esa la �poca del rompimiento entre Carranza y Francisco Villa. Villarreal fue designado para buscar un entendimiento entre ambos jefes, pero sin buen resultado. A fines de 1914 el gobernador de Nuevo Le�n particip� en la Convenci�n de Aguascalientes, donde tampoco hubo arreglo alguno. De all� sali� Villarreal a Veracruz, donde se hallaba Carranza, y, por Tampico, volvi� a Monterrey.
Villa se hallaba en pie de lucha. Hab�a obtenido las victorias de Chihuahua y de Torre�n y se hab�a apoderado de Saltillo el 6 de enero de 1915. Antonio I. Villarreal sali� a hacerle frente en Ramos Arizpe, pero fue derrotado all� dos d�as despu�s por las fuerzas de Felipe Angeles, reforzadas oportunamente por las de Maclovio Herrera.
Las derrotadas tropas carrancistas se replegaron a Monterrey, pero ya no les fue posible defenderla. El 15 de enero las tropas villistas entraron a la ciudad. El 6 de febrero hubo un intento por parte de Pablo Gonz�lez por recuperarla, pero sus fuerzas fueron rechazadas por las bater�as de �ngeles instaladas en la fundidora.
En marzo siguiente, el d�a 13, lleg� Francisco Villa a Monterrey, a fin de formular sus planes de campa�a. En los 11 d�as que permaneci� en la ciudad, una de sus actividades m�s notables fue la de exigir un mill�n de pesos a 150 agremiados de la C�mara de Comercio. De esta cantidad s�lo fue posible reunir poco m�s de 250 000.
El 24 de marzo Villa sali� a Torre�n, para pasar de all� a Celaya, donde fue derrotado por �lvaro Obreg�n. La Revoluci�n fue inspiradora de un caudal inagotable de m�sica vern�cula. Cantares y corridos rubricaron, invariablemente, la cr�nica de victorias y derrotas. Fue durante la estancia de las fuerzas villistas en Monterrey cuando surgi� un aire popular conocido actualmente en todo el mundo: La cucaracha.